miércoles, 5 de octubre de 2011

Intercambio de solsticios (248)

Damián Corted mantuvo un pensativo silencio que a Cristino Romerales pareció toda una eternidad.
- ¿Quieres un poco más de whisky? –le ofreció.
- No –contestó categóricamente el coronel-. No se trata de emborracharse. Al menos no ahora mismo.
El Consejero de Interior se arrellenó cómodamente en su asiento, con la intención de no perturbar el desarrollo de los pensamientos de su interlocutor.
- Tengo dos preguntas que hacerte –declaró finalmente Corted.
- Tú dirás –repuso animadamente Romerales.
- La primera es si cuentas con algunos efectivos que podrían engrosar esta misión.
Cristino Romerales pensó en seguida en el número dos de Bachat, aquel soldado de la guerra saharaui-marroquí que se guiaba por las estrellas en las noches del desierto.
- Podría tener alguno –dijo por fin.
- ¿Cuántos? –preguntó de forma apremiante el coronel.
- Quizás cuatro, todo lo más cinco.
- ¿De plena confianza?
- Nunca se sabe, pero supongo que sí.
- Bastarán. Yo también cuento con otros tantos. Se dedican a sus cosas, pero supongo que se podrían recuperar para esta misión.
- Fenomenal. ¿Y la segunda pregunta?
- ¿Para cuándo hace falta poner en marcha la operación?
- Para mañana mismo.
- Está bien. lo suponía. Pero tendría que ser por la noche.
- ¿Y le vamos a tener a Bachat todo el día de mañana en manos de esos cabrones? Lo van a despedazar. Y eso, con tal de que no diga nada… -Romerales se incorporó de manera brusca de su asiento-. No, tendrá que ser mañana por la mañana.
Damián Corted era un coronel. En la reserva, pero un militar en todo caso. Aún sentado irguió su cuerpo y contestó:
- Se hará lo que se pueda.
- Gracias, coronel –respondió Romerales-. ¿Para cuándo volvemos a hablar?
- Muy pronto. Tú ten a tu gente aquí mismo y avísame. ¿Tienes algún “walkie talkie”?
- Ahora te lo doy.
- Bien. y ten dispuestos tres vehículos todo-terreno camuflados. O sea, sin distintivos.
- Eso está hecho.
- Supongo que tendrás algún plano razonablemente creíble de Chamartín.
- ¿De la estación? Claro. ¿Lo quieres ahora?
- No. Ahora se trata de que tú y yo despertemos a nuestra gente. Luego lo analizaremos.
- Vale.
- Y otra cosa. Necesito que me facilites dinero para la operación. Esta gente no se va a mover sólo por amor a la causa…
- Lo suponía. No te preocupes. Tenemos nuestro propio “fondo de reptiles”. Ya discutiremos la cantidad.

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