jueves, 19 de mayo de 2011

Intercambio de solsticios (183)

Bilbao, 30 de mayo de 2003.

Querida Lorsen:

La verdad es que no tenía previsto escribirte hoy. Otro 30 de mayo más, día de mi santo... ¿A ti siempre se te pasaba esta fecha, verdad? Y andabas pidiéndome perdón en cuanto a alguna persona de mi familia se le se le ocurría descolgar el teléfono para felicitarme.
Pero hoy está siendo un día particularmente triste. Durante el pleno que, como sabes muy bien, acostumbramos celebrar todos los viernes, nos hemos enterado de que ETA ha asesinado a dos policías nacionales –de momento- y herido de gravedad a otro y a un viandante –trabajador de Telefónica-. Lo ha hecho mediante un coche-bomba que ha colocado al paso del de los agentes de la policía. ETA actúa después de la campaña, precisamente porque está lo suficientemente débil como para no matar durante el debate electoral. Pero, lamentablemente ETA sigue teniendo capacidad para matar. Además, la radio ha dicho que han robado 300 pistolas en Francia. Tres muertes en este año, por ahora.
Como ni Atutxa, ni los grupos parlamentarios –a excepción del nuestro- tenían excesivo interés por suspender el pleno -querían dejarlo en una declaración institucional después de tres minutos de silencio- yo les he dicho a los compañeros del grupo que, por supuesto, no iba a defender mis preguntas. ¿Qué sentido tiene plantear cuestiones al Consejero de Empleo sobre el plan del mismo nombre cuando hay dos cadáveres más. dentro de dos cajas de madera, unas viudas, unos hijos, unos padres... llorando su inútil desaparición? ¿Cómo le podía preguntar a Josu Jon Imaz sobre una recomendación del Defensor del Pueblo Vasco en un asunto relativo a la sociedad de la información cuando no sé si le van a amputar las dos piernas al tercer agente que viajaba en el coche?
Pero en los tres minutos de silencio he pensado en ti. Te he pedido que tú, como víctima también que has sido de esos canallas, les acojas a los dos policías y les muestres el camino que deben seguir por esos lugares en que ¡ay, ojalá! te encuentres ahora, quizás sólo para que algún día pueda acercarme a ti y rehacer esta familia que tanto trabajo me está costando mantener unida, siquiera en el pensamiento, ya que tú te encuentras muy lejos ya, Pilar está en el hospital y Bècaud con tu padre. Yo sigo solo.
He estrenado el regalo de cumpleaños de mi madre –el recipiente de cristal con incrustaciones de oro, que era de mi abuela Eugenia, donde he puesto seis rosas rojas –una por cada mes transcurrido desde tu partida-. Las flores aguantan bien y el conjunto creo que sería de tu agrado.
Lo demás de esta semana ha ido bastante bien. Estuve en Madrid en una reunión muy provechosa y los asuntos parece que se encarrilan.
Según Carlos Urquijo, el más probable presidente regional del partido es Alfonso Alonso, lo que no estaría del todo mal. Pero por ahora sólo se habla de pactos.
Como mañana nos vamos, Eloy García y yo, a Cuba, he procurado ver a Pilar varios días –dos- esta semana. Luego iré a darle un beso, antes de la concentración de ¡Basta Ya!, y mañana antes de dirigirme al aeropuerto.
Como no he salido concejal he reservado un billete para Lanzarote desde el 13 de julio hasta el 3 de agosto. El 7 tengo que estar en Madrid para intervenir en la Universidad de Verano, en Alcalá de Henares. Para el 10 de agosto calculo que viajaré a Arrechea.
Alfonso de Virgilis “nos” ha invitado a una cena de gala para el cinco de julio, en Florencia. Tendré que llamarle para contarle lo que te ha ocurrido y comprometerme a visitarle algún día, quizás en el otoño o en la primavera que viene. Hay ya demasiados viajes en perspectiva.
Estos días tristes tengo muy vivo tu recuerdo, aún muy presente tu marcha de este mundo. El martes pasado comí a solas con el tío Guillermo y hablamos de ti. “¡Pobre chica, y de qué manera se fue!”, exclamó.

Sabes que te sigo llevando muy dentro de mí, que noto tu presencia y tu ayuda y que sólo me da pena que no estés conmigo, compartiendo los buenos y los malos momentos. Un beso muy grande, y si te los encuentras –insisto- haz de introductora de embajadores para ellos, que seguro que tú dominas ya todos los recovecos de ese paraje. Ya sabes, tú acabaste así en gran parte por la culpa de ETA y yo mismo puedo encontrarme algún día en una situación parecida.

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