domingo, 29 de marzo de 2009

Intercambio de solsticios (9)

Vivían em un mundo que nunca antes había vivido nadie, ni siquiera sus padres, confrontados estos con una guerra y una posguerra que les hablaban de escasez, de hambre, de mil penurias. Y es que sus padres sabían muy bien que, después de la tempestad, venía la calma. Pero esa había sido la crisis de toda una manera de vivir, de contra-valores que caían hechos añicos; porque no otra cosa eran el culto al dinero, a la fama, a la eterna juventud. Eran dioses, todos ellos, que sustituían a los antiguos para agotarse en apenas unos minutos, los que mediaban entre la compra de un objeto y la dura constatación de que tu vecino ya tenía más que tú: un coche mejor; una casa mejor; una cirugía que te devolvía 5, quizás 10 años de tu vida...
Tal vez por eso los nuevos chamanes lo habían sido los directores de sucursales bancarias y los médicos; quizás por eso proliferaban ahora los oráculos que pronosticaban el final de los tiempos -ahora que parecía que de verdad se terminaban- y los "conseguidores" que te procuraban las cosas que parecían haber desaparecido como por arte de magia: un paquete de cigarrillos auténticos -y no esa picadura que nada tenía de tabaco-, una botella genuina de whisky o unos zapatos cosidos a mano de suela de cuero.
Y eso que lo veían venir, pero no quisieron creerse a sí mismos. Se habían instalado en el espejismo que ellos mismos habían titulado con el nombre de "cuando acabe la crisis", y se pasaron esos 4 ó 5 años esperando a que llegara ese momento. Estaba escrito: poco después del verano de 2.013 -en aquella funesta tercera semana del mes de noviembre- todo lo que restaba por caer se venía abajo: la autoridad -la más alta, la del Estado, y la más próxima, la policial-, la economía -bancos, empresas, negocios, tiendas...-, el ocio concebido de manera industrial -cine, museos, televisión o radio- y un larguísimo etcétera.
Así que se lanzaban a la calle con la rara sensación de que apenas les podían quedar horas, minutos, de vida. Cuando los hombres, despojados de todos sus vestigios de civilización, regresaban a sus orígenes primigenios, volvían a la única ley humana que podía resultar aplicable -la de la selva- y se hacían fuertes en la dudosa seguridad de sus pistolas o de sus escopetas de caza.
¿Se podía vivir la felicidad en esa inmensa ciénaga en que chapoteaban todas las cosas que un día fueron bellas y cuyo olor hedía ahora a podredumbre? ¿quedaban algunos hombres, mujeres, que se respetaran a sí mismos, ellos, Vic Suarez yJorge Brassens, por ejemplo?
Era una pregunta cuya respuesta sólo la podían contestar ellos; rotos todos los paradigmas, como gavillas al viento, nada permanecía a cubierto, resultaba preciso luchar con denuedo por todas las cosas.
Incluso por su amor. Especialmente por eso.

3 comentarios:

Sake dijo...

Cuando nos falta el pan, y nunca hemos tenido Cultura, ¿Cuales son nuestras prioridades?. Primero comer. El amor es un lujo tan lejano e inxistente, que hasta cuesta trabajo imaginarlo. Aunque siempre tengamos una afinidad, un apego a alguien, ¿pero es sólo por interés?. Queremos pensar que no, pero antes tendremos que comer y sentirnos seguros.

Sake dijo...

D.Fernando, hoy quizás me acerque a su conferencia, me parece interesante, todo lo relacionado con Europa. En realidad todo lo que afecte al mayor número de personas, no puede sernos ajeno. Y la construcción de la Unión, tiene interés para todo ciudadano Europeo y de otros lugares, porque una Unión Europea fuerte, tiene influencia a nivel Mundial. Y ésa influencia debe ser para el bien, de los humanos en general.

Sake dijo...

D.Fernando, al final se presento un imprevisto y no pude estar en su conferencia, la veré en la web. Seguro que fué interesante. Otra vez será. Mientras tanto, seguiré disfrutando de sus escritos, y aunque me rebasen, intentaré dejar un comentario. Gracias por darme ésa Libertad, yo seguié disrutando de ella.