domingo, 8 de septiembre de 2024

Supplique pour être enterré à la plage de Sète

Me asomé por primera vez al universo poético, anarquizante y bohemio de George Brassens a través del disco al que daba título esta canción. Aparecida en Francia en el año 1966, quizás resulte singular que el primer contacto que un adolescente pudiera mantener con el cantautor francés fuera el de su testamento, pero así son las cosas en la vida, que hasta la idea de la muerte forma parte de tu existencia aunque te quede prácticamente toda ella por delante.


Me atrevo, después de unas cuantas décadas a intentar una traducción al español de esos versos. Y si los lectores quieren comprobar el desaguisado cometido por el traductor, figura el poema en su idioma original a continuación. Les ruego, en todo caso, que sean benévolos conmigo, sólo pretendo un -merecido siempre homenaje- al autor de la “Mala Reputación” (“La mauvaise reputation”).


Diría así:


“La Camarde, que no me ha perdonado jamas,

Por haber hecho en su nariz una siembra floral, 

Me persigue on un celo de cretino.

Así que, rodeado de cerca por los enterramientos,

Consideró oportuno poner al día mi testamento,

Y pagarme entonces un codicilo.


Moja en la tinta azul del golfo del mistral,

Moja tu pluma, oh escribano menestral.

Y, con tu más bella escritura,

Anota lo que deba ocurrirle a mi cuerpo,

Cuando mi alma y él sólo estén de acuerdo

En un único punto, la ruptura.


Cuando mi alma, hacia el horizonte, haya tomado vuelo,

Donde los miserables y las costureras tienen su cielo,

El de los chicos atrevidos, de las obreras con presunción, 

Que sea llevado mi cuerpo hacia mi sol natal,

Con llegada a Sète, a su estación.


Mi panteón familiar, ¡ay!, no es del todo nuevo.

Hablando vulgarmente, está lleno como un huevo.

Y de aquí ni en sueños nadie se va.

Corro el riesgo de que se haga tarde, y no puedo 

Pedir a esa buena gente que se intente apretar

Que hagan sitio a los de menor edad.


Muy cerca de las azules olas, en el borde del mar,

Si os resulta posible un agujero cavad.

Un nicho pequeño, vaya…

Cerca de los delfines que me vieron crecer,

Allí donde la arena extiende su delgadez,

En la suave pendiente de la playa.


Allá donde cuando la mar está encrespada, 

Se diría que Neptuno ha hecho una carnavalada,

Donde cuando ves un barco naufragar

El capitán grita: “¡Yo soy el que manda.

Sálvese quien pueda, antes el vino y las  viandas.

Cada uno su bombona, y a ser audaz!


Y es allí, con quince años, revolucionado,

En la edad en que divertirse solo nunca ha bastado,

A mi primera novieta tuve acceso.

Cerca de una mujer pez, una sirena,

Recibí del amor la primera lección,

Me tragué mi primer hueso.


Con la debida cortesía a Paul Valery

Yo, el humilde trovador que más allá de él fui.

Que me lo perdone el dios omnipotente,

Y si al menos sus versos son siempre más finos,

Que mi cementerio sea al menos más marino

Y no disguste a los nativos presentes.


Esta tumba en sándwich entre el agua y el cielo,

No proporcionará una sombra triste al lienzo,

Sino un encanto terrenal.

Las bañistas lo utilizarán como paramento

Y los niños dirán “mira, un castillo de arena”.


Y si no es pedir demasiado en este pequeño lugar,

Una especie de pino, por favor, plantad,

Pino parasol como preferencia,

Que sabrá prevenir contra la insolación 

A los amigos que vengan a mi concesión

Con afectuosas reverencias.


Tan pronto viniendo de Italia, como de España,

Todas sus bellas músicas, de perfumes bañadas,

El Mistral y la Tramontana,

Presidirán los ecos de mi última siesta,

Villanellas y fandangos de los días de fiesta,

Las tarantelas y las sardanas.


Y toda vez que mi cabeza decida reposar,

Una ondina se vendrá gentilmente a arrimar,

Carente de vestido ni ajuar,

Debo pedir perdón previamente a Jesús,

Si se acuesta por encima la sombra de mi cruz,

Como una pequeña y póstuma felicidad.


Pobres reyes faraones, pobre Napoleón, 

Pobres grandes desaparecidos que yacéis en el Panteón,

Pobres cenizas de consideración.

Envidiareis un poco al eterno veraneante,

Que navega sobre las olas, durmiente,

Que pasa su muerte de vacación.


Versión original


La Camarde qui ne m'a jamais pardonné

D'avoir semé des fleurs dans les trous de son nez

Me poursuit d'un zèle imbécile

Alors cerné de près par les enterrements

J'ai cru bon de remettre à jour mon testament

De me payer un codicille


Trempe dans l'encre bleue du Golfe du Lion

Trempe, trempe ta plume, ô mon vieux tabellion

Et de ta plus belle écriture

Note ce qu'il faudrait qu'il advînt de mon corps

Lorsque mon âme et lui ne seront plus d'accord

Que sur un seul point, la rupture


Quand mon âme aura pris son vol à l'horizon

Vers celle de Gavroche et de Mimi Pinson

Celles des titis, des grisettes

Que vers le sol natal mon corps soit ramené

Dans un sleeping du Paris-Méditerranée

Terminus en gare de Sète


Mon caveau de famille,, hélas n'est pas tout neuf

Vulgairement parlant, il est plein comme un bufet d'ici que quelqu'un n'en sorte

Il risque de se faire tard et je ne peux

Dire à ces braves gens "poussez-vous donc un peu"

Place aux jeunes en quelque sorte


Juste au bord de la mer, à deux pas des flots bleus

Creusez si c'est possible un petit trou moelleux

Une bonne petite niche

Auprès de mes amis d'enfance, les dauphins

Le long de cette grève où le sable est si fin

Sur la plage de la corniche


C'est une plage où même à ses moments furieux

Neptune ne se prend jamais trop au sérieux

Où quand un bateau fait naufrage

Le capitaine crie "je suis le maître à bord"

Sauve qui peut, le vin et le pastis d'abord

Chacun sa bonbonne et courage


  • Et c'est là que jadis à quinze ans révolus

À l'âge où s'amuser tout seul ne suffit plus

Je connus la prime amourette

Auprès d'une sirène, une femme-poisson

Je reçus de l'amour, la première leçon

Avalais la première arête


Déférence gardée envers Paul Valéry

Moi l'humble troubadour sur lui je renchéris

Le bon maître me le pardonne

Et qu'au moins si ses vers valent mieux que les miens

Mon cimetière soit plus marin que le sien

Et n'en déplaise aux autochtones


Cette tombe en sandwich entre le ciel et l'eau

Ne donnera pas une ombre triste au tableau

Mais un charme indéfinissable

Les baigneuses s'en serviront de paravent

Pour changer de tenue et les petits enfants

Diront "chouette, un château de sable".


Est-ce trop demander sur mon petit lopin

Plantez, je vous en prie une espèce de pin

Pin parasol de préférence

Qui saura prémunir contre l'insolation

Les bons amis venus faire sur ma concession

D'affectueuses révérence


Tantôt venant d'Espagne et tantôt d'Italie

Tous chargés de parfums, de musiques jolies

Le Mistral et la Tramontane

Sur mon dernier sommeil verseront les échos

De villanelle, un jour, un jour de fandango

De tarentelle, de sardane


Et quand prenant ma butte en guise d'oreiller

Une ondine viendra gentiment sommeiller

Avec moins que rien de costume

J'en demande pardon par avance à Jésus

Si l'ombre de ma croix s'y couche un peu dessus

Pour un petit bonheur posthume


Pauvres rois pharaons, pauvre Napoléon

Pauvres grands disparus gisant au Panthéon

Pauvres cendres de conséquence

Vous envierez un peu l'éternel estivant

Qui fait du pédalo sur la vague en rêvant

Qui passe sa mort en vacances

Vous envierez un peu l'éternel estivant

Qui fait du pédalo sur la vague en rêvant

Qui passe sa mort en vacances.


Hasta aquí el último testamento poético de Georges Brassens. Pero -todo hay que decirlo- el poeta y cantante francés no se tomaba excesivamente en serio a sí mismo, y en una entrevista que concedió, a propósito de éste asunto, dijo:


“Te señalo que me da igual ser enterrado en la playa de Sète. Lo he hecho sólo para divertirme”.




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