jueves, 14 de noviembre de 2013

La Garúa de Bracacielo (11)


"Con estos bueyes hay que arar", habría dicho sin duda Manuel Fraga al observar el paisanaje que formaba el aguerrido grupo coordinado por Ronnie San Bonifacio.
Y se pusieron a ello, echando mano de cuantos concursos disponían.
Ronnie lo hizo con un arquitecto, a quien había frecuentado en sus tenidas masónicas. Se trataba de un proyecto delicado, Ávila era tierra rigurosa donde las hubiera y las temperaturas podían llegar a oscilar más de treinta grados entre las máximas y las mínimas, lo que afectaba bastante a los materiales a emplear.
El proyecto arquitectónico no es para descrito en estas páginas pero fue unánimemente elogiado por todos los impulsores del proyecto.
Por parte de Barrientos la tarea consistía en explicar en las altas instancias del PP la noticia y recabar su apoyo. Parecía claro que la más preclara voz abulense en ese partido era la de su secretario general y numero 2 en la organización popular, Angel Acebes. De modo que esa fue la primera llamada del político bilbaíno.
Acebes recibió a Ronnie y Federico en su despacho de la calle Génova. Un algo destartalado "dos piezas", con un saloncito en el que habían situado una reducida mesa redonda con cuatro sillas desde la que se imaginaba un atiborrado despacho repleto de expedientes y documentos.
Acebes es hombre afable y como tal se comportaría. Recibió la novedad con interés aparente, no quiso implicar a su persona o partido con el proyecto, pero no se podía decir que no estuviera correcto.
Hombre que no producía impresiones espectaculares, sobrio y contenido siempre, en el momento de la despedida tuvo  el secretario del partido de gobierno una palabra con Barrientos que este quiso recibir como muestra de afecto.
- Así que te veremos más por aquí.
Pero Madrid es muchas veces un edificio construido en loor y honor al culto social. Y además que no era el territorio en el que se enclavaría el proyecto.
Y este si era el caso de Ávila.
Las referencias de la prensa local indicaban que el siguiente paso a dar era en dirección a la Diputación de Alava, presidida a la sazón por Segundo Ovejero, un robusto castellano, entrado en años y que constituiría una especie de tipo del castellano clásico, si hubiera que encarnarlo en ser humano alguno.
La propuesta que llevarían a Ovejero sería de orden algo más concreto: una vez anunciada la pretensión, los tres mosqueteros de la Fundación -Barrera se añadía al grupo- pedían al presidente que les financiara un DVD para la promoción institucional y empresarial de la iniciativa. Después de reunidos los pre-patronos con todo el arco político abulense (PP, PSOE e IU), don Segundo accedía a otorgarles 30.000€ con ese objeto.

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