martes, 11 de noviembre de 2008

La reparación de una ignominia

La reunión que mantuvimos el lunes 27 de octubre con la representación del Frente Polisario en España se podría haber celebrado en una “jaima”, en pleno desierto del Sahara, si no fuera porque la dirección del movimiento nos recibía en el salón de un piso popular de Madrid, a dos pasos de la plaza de Antón Martín. Sobre la mesa, platos con pistachos, botellas de agua y latas de cerveza que a esa temprana hora del día –las 10’39- ninguno de los presentes probaría. Claro que, mediada la reunión, un dulce y denso té nos recomponía el organismo, incorporado al trabajo después de uno de esos extraños fines de semana que nos vienen deparando las instituciones europeas con sus recurrentes modificaciones de horario.
Había que realizar un esfuerzo de serenidad, que sin embargo la propia dignidad de nuestros interlocutores hacía relativamente fácil: nos encontrábamos ante la presencia viva de la consecuencia de una cobardía histórica, la de una dictadura que agonizaba junto con su dictador y que abandonaba a su suerte a un pueblo mirando hacia otro lado, incumpliendo las resoluciones de Naciones Unidas.
Bucharayu –corbata de listones marrones y blancos sobre camnisa blanca- es moreno, tiene la carta alargada y usa bigote. Es el jefe de la representación saharaui en España. Y no apela a los sentimientos humanitarios –“no hay quie ayudar al Sahara porque nuestros niños sean muy guapos”, dice-, se refiere a los intereses de España en la zona –“a ustedes les vendría muy bien la explotación de nuestros recursos naturales, saber que existe un aliado de su país en esos terirtorios, un Estado que hable español”.
Somos nosotros quienes nos referimos a la legalidad internacional conculcada, a la vergüenza de una potencia colonial que abandona con precipitación un territorio y que deja pasar 33 años de ignominia, tendiendo brazos y abrazando a una dictadura teocrática que ha ocupado el territorio donde vive –subsiste, eso sí con dignidad- este pueblo.
Y 33 años son una eternidad de generaciones nuevas que nacen en las “jaimas” de la ocupación, que se alimentan de la comida que les suministran las ONGs, que soportan esta situación con la ayuda que les presta la esperanza a que un día la oportunidad política se ponga del lado de la justicia.
¿Lo verán? No lo sé. Hay mucho escepticismo después de tantos años vividos en la estela que dejan los intereses creados, un rastro que huele mal, a basura podrtda. Pero UPyD está dispuesta a apoyar su causa y se lo decimos.
Muy cerca de su sede, de Atocha, el sábado 15, saldrá una manifestación que sólo pretende llamar la atención sobre este suceso lamentable que se prolonga día tras día con el silencio cómplice del gobierno español. Y también de exigir el compromiso de España con una gente que sucede a la gente que fue española antes de que España se pusiera a murar hacia otro lado, porque tenía que hacer su transición y pretendía para eso mantener tranquilas sus fronteras.
Los españoles de hoy debemos reconocer que hemos contraído una deuda con el pueblo saharaui, en la que incurrieron nuestros gobernantes de 1.975, una deuda vencida sobradamente ya y que ha venido acumulando intereses muy cuantiosos en términos del más lamentable de los oprobios.
Por eso, los hombres y mujeres dse UPyD estaremos allí, en Atocha, con la gente del Sahara, el próximo sábado.

2 comentarios:

Antonio Valcárcel dijo...

Estimado Fernando:

La Ley de Extranjería reconoce el derecho de nacionalidad a los hijos de españoles.
El Sahara fue una colonia de España y que aún hoy mantienen vínculos de lengua común. Muchos de los saharauis aún conservan el D.N.I. (documento nacional de identidad español). La mejor ayuda a los saharauis sería exigir al Gobierno Español que los reconozca como sujetos de pleno derecho en aplicación de la Ley de Extranjería y su obvio reconocimiento de su nacionalidad.
Quisiera exhortar la figura política del Senador Ángel Pulido sobre las campañas que promovió con objeto de reconocer a los judíos sefardíes su derecho a la nación española. Que originó la legislación del Real Decreto de 20 de Diciembre de 1924.

Sin embargo, la principal traba para la celebración del referéndum ha sido el censo de votantes. El referéndum se ha aplazado en varias ocasiones por los recursos de apelación interpuestos por Marruecos en los que exige que los marroquíes instalados en la zona en los últimos años tengan también derecho al voto.
Desde la invasión marroquí, la Monarquía alauí ha inyectado decenas de miles de colonos en el territorio con la intención de acreditarlos como votantes y conseguir de esa forma inclinar la balanza a su favor. A día de hoy, la población saharaui es ya minoritaria frente a la marroquí en el Sáhara Occidental.

La ONU no debe de mantenerse aislada en este conflicto y España mucho menos.

UNAMUNO dijo...

Muchos son los años, muchas son las manifestaciones, muchas son las promesas y muchas son las desilusiones. Desde un principio, todo partido político en la oposición ha hablado, ha apoyado y ha dado buenas respuestas a los saharauis. Nacionalistas, comunistas, socialistas, populares,….han sustentado las demandas de un pueblo sin tierra, de un pueblo sin futuro y sin derechos. Ahora bien, una vez en el poder las tornas cambian y lo que ayer era una injusticia, se convierte en una molesta china en el zapato que impide avanzar.

Difícil sería mostrase abiertamente contrario en este tema con nuestro vecino Marruecos, ya que demasiados son los intereses económicos, geopolíticos y sociales que se verían afectados al tomar una posición claramente favorable a los saharaui. Pensemos que la mayor parte de los países occidentales, incluido los estados Unidos, apenas han levantado la voz para solventar la ignonimia que los saharauis sufren. Se puede decir sin temor a equivocarnos que Marruecos nos los tiene bien cogidos. Hasta ahora todos los gobiernos de España se han visto presos del temor para con en el tema del Sahara y los saharaui, y no creo que esto cambie, sea cual sea el partido que gobierne. Colocando en un lado de la balanza los intereses económicos que se podrían generar por la explotación de los recursos naturales del Sáhara, siempre y cuando tuviesen éxito (petróleo y fosfatos, básicamente), y del otro lado los intereses económicos generados en el intercambio comercial con Marruecos que superan los 5000 millones de euros al año, marcan claramente una barrera difícil de superar para cualquier gobierno español. Somos el segundo socio comercial de Marruecos, por detrás de Francia, y de ello viven muchísimos españoles y marroquíes.

A pesar de todo ello, las personas de calle sentimos un aprecio por el tesón y pundonor del pueblo saharaui, al igual que nos sentimos culpables por el abandono al que les sometimos. Ello nos lleva a apoyarles con acogidas temporales de niños, operaciones quirúrgicas de casos graves, entrega de material, apoyo económico, etc., pero eso si, siempre a nivel individual, de organizaciones, de ayuntamientos, de autonomías, nunca a nivel de estado propiamente dicho. A todos nos gustaría que los saharauis pisasen en libertad las arenas del Sáhara, pero la realidad es otra y por desgracia el interés del estado (que debe velar por los intereses generales de los españoles) es una apisonadora sin freno.
A menudo entre quien dirige el estado y quien compone la mayoría del pueblo, se muestra una clara disensión de opiniones y el tema del Sáhara es un ejemplo de libro.