Llegaría entonces el puente más largo del año del primer fin de semana de Diciembre. Jorge Brassens y Vic Suarez habían programado desde hacía algún tiempo pasarlo en su casa de Arrechea, en el pirineo navarro. De modo que Jorge se pasaba por la clínica a primera hora de la mañana de ese mismo viernes. Fátima leía un papel que tenía el membrete de la Seguridad Social que podría hacer referencia a los sistemas de apoyo a enfermos terminales recluidos en su domicilio particular, en tanto que Javier se encontraba en su posición habitual.
Jorge Brassens cogía con su mano la de su primo y le preguntaba:
- ¿Qué tal has dormido?
- Bien –contestaba Javier Arriaga con su débil hilo de voz.
- Aquí se está muy bien –dijo Jorge-. En la calle hace bajo cero, un grado bajo cero.
Un leve estremecimiento se cernía en el agotado organismo de Javier.
- Ahora me voy a la sede, a ver qué hacemos con los saharauis… -anunciaba Brassens.
Fátima aludía entonces a una manifestación de bicicletistas con la que se encontraba el día anterior. Se trataba de un diálogo de besugos: a lo que Jorge se refería era a la interrupción que Willy Toledo y un grupo de saharauis había protagonizado el jueves en el Congreso de los Diputados.
Luego Brassens contó que Vic y él tenían previsto salir de viaje para Arrechea la misma mañana del sábado, porque las temperaturas eran muy bajas y donde no hubiera hielo podía muy bien haber nieve.
Ausente y cansado, Javier cerraba sus ojos.
- Te estás durmiendo –observaría su mujer.
- ¿Y qué pasa? –protestaría el enfermo.
- No te estoy regañando… –empezó a decir Fátima.
- En realidad es una constatación –dijo Jorge completando la frase.
- ¿Quién conduce? –preguntó Fátima a Jorge, volviendo a la conversación anterior.
- Vic –repuso este-. Porque, lo que es, si condujera yo tendríamos de cada 10, 9 oportunidades de pegarnos una torta. Además, Vic conduce muy bien.
- Le pega –dijo Fátima.
La débil voz de Javier se hizo sentir desde la cama.
- ¿Qué dice? –preguntó.
- Que se van a Arrechea –le informaría su mujer.
Luego se produjeron las despedidas consabidas y Jorge Brassens ganaba la calle en dirección a la sede del Partido del Progreso.
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1 comentario:
Amigo te cuento ésto porque sé que te interesa y porque espero tu comentario tu opinión, sencillamente porque eres importante para mi ¿sabes?.
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