Bilbao, 20 de marzo de 2003
Querida Lorsen:
Como ves he anticipado mi carta semanal unos tres días. Últimamente te escribía todos los sábados para ponerte al corriente de lo ocurrido durante la semana. Pero hoy me siento ante el ordenador impulsado por un afán de comunicación que sólo creo que puedo satisfacer por este medio, sólo contigo.
Es curioso cómo somos las personas de frágiles, cómo carecemos de la previsión suficiente para anticiparnos a los hechos –quizás para fabricar pequeñas o grandes corazas que nos protejan de las amarguras que comportan-. Lo digo porque el domingo pasado volví un poco desilusionado de mi visita a Pilar. No te preocupes. Tu hija está bien, por lo menos desde el punto de vista en que yo la percibo, más allá de lo que digan los instrumentos, además que ya no le ponen antibióticos. El día anterior le llevé una revista que iba dirigida a su nombre, de la organización “Intervida”, me parece, la misma a través de la cual nuestra hija apadrina a Gloria, su ahijada peruana. Como quiera que me dí cuenta de que ayer miércoles era 19 de marzo, día del padre, y que tú siempre tratabas de implicar a la niña en ese festejo –testimonio como siempre de tu cariño hacia mí, que sólo cedía ante la adversidad de tus depresiones- se me ocurrió, leyendo la revista, que a lo mejor Pilar me podía regalar –de la manera en que ella puede regalarme cosas- dos niquis para la semana santa, que como creo que te he anunciado pasaré con tu hermano Enrique y su familia, en Huelva. Pero Pilar se negó a eso, incluso no permitió que me llevara la revista para hacer el encargo.
Los días han pasado y he llegado a la conclusión que esta fecha le evoca a ti -y a mí, claro- pero en todo caso le recuerda a la familia que un día fuimos y que tu partida ha roto de una manera definitiva. Hay un “collage” que tú me hiciste en el año 2001, también para el 19 de marzo, en el que se dice: “EN EL DÍA DEL... PADRE/ DE MI PAPI TE DESEAMOS TODA LA FAMILIA... MUCHÍSIMAS FELICIDADES!!!”
En el montaje que hiciste sales tú abrazando a Bècaud, Pilar sonriendo pegada a tu mejilla y el muñeco al que llamábais Willy. Cuando recoja de Molcris las cosas que he encargado les pediré que me enmarquen ese recuerdo... Y he pensado en colgarlo en nuestro cuarto.
El día del padre pasó entonces como un duro recuerdo de tu ausencia, de tu capacidad para construir una familia unida aunque nuestra hija viva hospitalizada, yo entre la ceca y la meca, Bècaud -¡ay, ya tan lejos de mí durante la semana!- y tú tantas veces ausente, sumida en tus sueños profundos.
Es una familia que se ha roto con tu despedida: un padre que tiene una hija que no quiere felicitarle el día del padre –¡y eso que yo tenía que hacer un esfuerzo muchas veces para acercarme al hospital, que apenas le daba importancia al asunto!-, una niña que no aceptó pasar la tarde de Navidad conmigo...
No sé si hice bien. Ayer pude haberme desplazado hasta Cruces para recibir un beso suyo, para tratar de reconstruir ese espejo roto ahora de tu “collage”. Pero no me atreví. Y eso que no tuve que ir a Arrechea para recoger el “diskette” con mi novela –lo tenía en Bilbao- y aproveché para corregirla durante la mañana. Por cierto, Mónica Oriol se equivocaba: No hace falta cambiar de coche para ir a Navarra si se trata de un día solamente. También te diré que hablé con Charo y que hay gente que le dice que está interesada en comprar la casa. Le he dicho que nada de eso, que además la voy a poner a nombre de Pilar, hasta donde le corresponda legalmente. Así me costará más desprenderme de ella. Aún recuerdo tus palabras en nuestro último viaje a Arrechea: “Jorge. Esta casa no la venderemos nunca, ¿verdad?” No. Espero que no, guapa.
Pero hoy estoy triste, y una lágrima parece que quiere caer de mis ojos en un gesto que yo creía superado. Pero, cuando he llegado a casa, después de un pleno monográfico, no he querido asistir a la presentación de la Fundación para la Libertad en Getxo, me he puesto a leer un libro de canciones de Brassens y de pronto he recordado que aún disponía de unos minutos para escribirte antes de ver las noticias. Ha estallado la guerra contra Irak, una guerra que se estaba gestando cuando tú ibas perdiendo relación con este jodido mundo. No sé si te sonará a algo el asunto, pero ahora es el acontecimiento del día, de mañana, de pasado, del futuro más inmediato.
Hoy, ayer, esta semana... He vuelto a notar tu ausencia de una forma muy pesada. El dolor es una losa que me empuja en el estómago y me encuentro mal.
Porque, si hubieras pasado por esta vida de una forma menos generosa, menos amable... tu ausencia en estos momentos no sería tan horrible. Pero ahora, cuando te has ido, descubro pequeños fragmentos de lo que tú eras, y lo hago no sólo como un concepto de lo que ya sabía muy bien: que tú me querías de tal forma que nadie me ha querido ni me volverá a querer jamás. Y eso lo voy viendo en cada cosa que descubro de ti, por ejemplo, en un papel de agenda, que conservo encima de la mesa, una nota en la que me decías, “PARA EL MÁS GUAPO DEL MUNDO DE Pilar –que firmaba acompañando tú su mano- y mamá. P.D. LOS TRES ESTAMOS HASTA LOS _ _ _ _ _ _ _ RELLENAR”.
Esa lágrima, que no acaba de caer, me dice que estoy solo, que estoy triste, que mi familia se ha roto y que ya nada ni nadie la podrá recomponer. He comido –como casi todos los días de pleno- con Carlos Urquijo, y me he mostrado bastante inseguro en cuanto a mis apreciaciones. Pero creo que no lo habrá percibido demasiado.
Ayer intervine en el Comité Ejecutivo del partido y Jaime Mayor dijo que estaba al cien por cien de acuerdo conmigo. Mi sugerencia era que no había que hablar más del pacto con los socialistas y que había que atacar al nacionalismo vasco y a la propuesta de Ibarretxe.
Se rumorea que Enrique Villar dimite, que se postula el marido de Begoña –la secretaria-, pero creo que a lo mejor me podría tocar a mí. Sería un mal momento –a once meses de las elecciones, sin nombrar al sucesor y con una guerra en la que Aznar se ha implicado hasta la médula y en contra de la opinión pública- aunque creo que lo aceptaría si me lo propusieran. Sería una forma de salir del anonimato, y, después de todo, el futuro nunca está escrito.
Susana Chávarri, la mujer de Álvaro Chapa, está embarazada. Los dos están muy ilusionados con la noticia. Quizás nazca un nuevo niño vasco y español que tenga la oportunidad de construir un futuro en paz y en libertad en esta misma tierra.
Como ves tu recuerdo me acompaña siempre, mucho más cuando me encuentro mal, cuando percibo tan amargamente tu ausencia, cuando te digo –como hoy- que te quiero y que no hablaba a humo de paja cuando te dije que nunca me separaría de ti, a pesar de todos tus malos momentos. Y no lo digo ahora como una justificación.
Volveré a ver a Pilar el sábado. No sé si mi estado de ánimo será el de hoy. En ese caso será una visita obligada. Quizás me encuentre mejor y vaya animado para recuperar su sonrisa, y no acordarme más del día del padre. Porque era también –tú lo hiciste así- el día de la madre. Y su madre ya no está. ¡Pobre! Ella debe por fuerza sentir a veces su propia orfandad y tu adiós.
Permíteme entonces que te diga, en mi nombre y en el suyo: “PARA LA MAMÁ MÁS GUAPA DEL MUNDO, EN CUALQUIER DÍA DEL AÑO. TE QUEREMOS Y TE RECORDAREMOS SIEMPRE. Pilar y papá”.
Las lágrimas, desordenadas ellas, han empezado a brotar. A lo mejor ese era el objetivo de esta carta: liberar su salida.
Un beso muy grande.
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1 comentario:
Vamos anímate debes hacerlo debes conseguirlo porque debes saber que si no consigues dejar escapar el llanto de tu corazón podrás romper otras partes de tu cuerpo.
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