jueves, 31 de enero de 2008

Una mirada interior

"El bar de Zampa" es un lugar especial, como lo ha sido siempre su propietario. Es un establecimiento público, por lo que a nadie se le impide el acceso, no hay cartel que diga que "en este local se reserva el derecho de admisión" y a ninguna de las personas que se les ocurra asomar sus narices se le observa con cara rara -y eso que este país está fabricado en la osadía de los intrusos y la arrogancia de los que se supone que llegaron antes-. Pero es "de Zampa", así que viene a ser una prolongación del salón de su propia casa, con sus libros, sus discos y sus fotografías dee las playas de la Guinea Ecuatorial donde pasara los primeros años de su vida. Uno se diría en presencia de la posada de "la Jeanne", en la célebre canción de Brassens, y en ella:

"On est n'importe qui, on vient n'importe quand,
Et comme par miracle, par enchantement,
On fait partie de la famille"

Pero Zampa no es brasseniano, es dylaniano; que son dos bardos universales. Unidos en relatar el amor y la desesperanza, el primero antesala del segundo; una alegría remansada que sin embargo anuncia la inminencia de las aguas turbulentas del desamor.

Era un domingo, después del mitin del Arriaga. Cuatro personas en derredor de la barra y hay una conversación que debuta siempre con todo recién llegado. Estaba Margarita -permítanme evitar la referencia exacta de su nombre: no he pedido su permiso para mencionarla- y nuestro coloquio giró sobre el acto del Arriaga al que ella había asistido. Margarita aludía a la libertad de expresión, las coerciones con que se asedia a este derecho y la necesidad de la paz. Luego nos referimos a la condición humana, al amor, la poesía y a la realidad de los hechos que pervierten los buenos principios que quizás algún día tuvimos.
Fue una conversación tan inesperada como grata. A la salida, Margarita me ofreció un DVD para que lo viera. Le prometí que así lo haría. Y lo hice el día anterior al que se escriben estas líneas.
Es un escenario en el que interviene un orador ante un reducido grupo de personas. Es un buen orador. Es un tipo de raza india, muy moreno, rollizo de cara y de ancha cabeza. Habla en inglés.
La primera intervención que contenía el disco me pareció en exceso cargada de moralina. "Este es un tele-predicador", me dije a mí mismo. Pero había en él algo especial, una cierta profundidad en su relativa simplicidad que me llevaría a seguir el visionado restante.
Y me reuní finalmente con esas ideas que proceden de la sabiduría oriental y que en nuestra tradición cristiana no hemos sabido encontrar, quizás porque un buen día a un ejército de hombres se le ocurrió convertirse en mediadores entre Dios y las restantes personas que no habían obtenido la imposición de manos por la cual podían oficiar en nombre de ese Ser Supremo.
Recuerdo que hace ahora cinco años viajé a China y que me interesó mucho su filosofía, especialmente su mirada interior, los principios contrapuestos del "yin" y del "yang" y la serenidad íntima como respuesta a los innumerables conflictos que nos acosan a lo largo de nuestras vidas.
Después, he querido viajar a la India, pero tanto mis circunstancias personales como las climatológicas de ese país en el momento del año en que podía producirse el desplazamiento me lo desaconsejaron. Por otra parte, no quería hacer el viaje de un turista que sólo pretende hacer una foto del Taj Majal, otra del río sagrado de Benarés y obtener alguna estampa adicional de la pobreza local en Calcuta; todo ello unido a la adquisición de algún recuerdo que colocar en las estanterías que les significan como gente de lo más universal y que han conseguido a un precio irrisorio, lo que los convierte por lo visto en eficacísimos negociantes, además -una lanzaroteña de origen bilbaino, amiga mía, califica con acierto a esos especímenes humanos de cabritos, o más bien de la versión más fuerte de esa especie animal que no repetiré.
Me gustaría relacionarme -siquiera de forma tangencial- con los modos orientales de pensar el ser humano. Insisto. Además que soy tintinista de convicción y se me va la imaginación detrás de las pagodas tibetanas. También he de decir que me impresionaron la espiritualidad unida al sentido de la ética personal y la dignidad del Dalai Lama cuando intervino en el Parlamento vasco y que se lo dije a él mismo. Pero no existen programas de mano a consumir en quince días con filosofía oriental incluida, nadie ha sido capaz de cocinar y vender un "fast food" mental de esas enseñanzas.
Pero hay posibilidades que nos permiten acercarnos a estas versiones de la espiritualidad, aunque tengo para mí que nuestra cultura occidental basada en el consumo desmedido y en la competitividad a ultranza no resulta ambiente propicio para el desarrollo de esas propuestas. Le ocurre al pensamiento "zen" lo que a los espíritus que pueblan las selvas africanas, que al contacto con la "civilización" occidental se disuelven como un azucarillo en una taza de té y si es cierto que el "vídeo mató a la estrella de la radio" no es menos cierto que la materia hace trizas al espíritu con bastante mayor facilidad que al contrario.
Anoche tuve el privilegio de escuchar a Marachi -así creo que se llama- desde el cómodo sofá de mi casa. Me habló de lo maravillosa que es la vida, de la necesaria mirada hacia mi propio interior, de la juventud permanente de mis sentimientos.
Era como el Buda que decía:

"Vosotros mismos debéis ser la llama que os ilumine".

O, en versión de Marachi:

"Dentro de ti está la necesidad de ser feliz, y está también la felicidad. Dentro de ti están las preguntas, y están todas las respuestas".

Fue un toque de atención que quizás me permita encender la llama a que se refería Buda.
Porque es verdad que la oscuridad nos rodea de tal manera que confundimos los objetos y les adjudicamos propiedades que de las que carecen, en tanto que no se nos ocurre encender la lamparita que nos hace vernos, conocernos, sentirnos y amarnos -¿por qué no?- a nosotros mismos, como representantes de una humanidad que se repite maravillosamente en cada una de las personas, que son -somos- un proyecto sagrado para la felicidad.
Supongo que en ese camino y con esos instrumentos resulta fácil deslindar lo importante de lo que no lo es. Y establecer propuestas de acción que de verdad sean útiles: la utilidad de nuestros sentimientos más auténticos y puros -por no contaminados.
Gracias, Margarita, gracias Zampa por crear todos los días ese maravilloso espacio de encuentro.

miércoles, 30 de enero de 2008

"26 ENE": LA REVÁLIDA

Recuerdo que volvíamos emocionados del acto fundacional de Unión, Progreso y Democracia, un 29 de septiembre, en que Rosa Díez y Fernando Savater explicaron las razones del nuevo proyecto flanqueados por dos lugartenientes de las emociones: el verbo sarcástico del juglar Boadella y la pausada palabra del escritor y liberal Vargas Llosa -el izquierdismo de este último quedaba a lo que parece definitivamente enterrado en la "Catedral" de su conversación-, cuando Nico Gutiérrez -una especie de andante osadía bilbaina reciclada ahora en dueño de casa rural en Palencia- con su resolución característica me anunció más que me propuso:
- La presentación del partido la tenemos que hacer en el Arriaga.
A continuación me explicaba sus razones: UPyD había nacido en el País Vasco, muy ligada a la Platafprma ¡Basta Ya!, y sus dirigentes nacionales lo seríamos en gran medida vascos. No podíamos lavar nuestras conciencias con un acto político al uso: teníamos que dar la campanada.
Era un 29 de septiembre y todavía nos la prometíamos fácil. Habíamos superado el estío acompañados por una prensa que esperaba impaciente nuestra decisión final constituyente, de modo que alimentamos la célebre serpiente de verano en singular combate con el famoseo que doraba sus pieles bajo el sol mediterráneo.
Pero las primeras lluvias del otoño enfriaron nuestro optimismo: los actos que montaba el partido para Rosa Díez en toda España -Madrid aparte, desde luego: “de Madrid al cielo”- no pasaban de congregar a unas 150 personas, todo lo más. De modo que la propuesta empezó a calificarse de "fantasía bilbaina" y que en el peor de los casos era mejor invertir el orden de los factores -empezar por las presentaciones provinciales para terminar con la regional- confiando en que el producto final fuera razonable en cuanto al éxito del acto. Así que empezamos con una rueda de prensa en Álava -para la "petite histoire": fue en esa ocasión cuando Mikel Buesa hizo pública su calificación de "pufo" vasco en relación con el cupo-; la presentación en un mitin en Bilbao -con la primera salida del armario upeydiana de mi antigua compañera y antagonista en el Parlamento Vasco Katy Gutiérrez- y una mesa-coloquio con Carlos Martínez Gorriarán en San Sebastián -primera aparición política pública de Marisol Cruz, según ella misma me manifestaba.
Pero el acto en el Arriaga se cernía cual espada de Damocles sobre nuestras cabezas. Me lo decía Juan Luis Fabo blandiendo su dedo acusador a medio camino entre la prevención de un bondadoso agente del orden y la amenaza bíblica de las postrimerías mundiales:
- El acto del Arriaga se va a hacer, no pienses lo contrario. Ya hemos pagado 1.200 euros.
Era como mencionar la palabra "comida" en la cabaña que servía de cobijo a Charlot en "La quimera del oro". Cuando Juan Luis habla del vil metal y toda la fraseología con él relacionada -créditos, bancos, avales...- se mesa los cabellos y asoma a sus labios un rictus de tristeza infinita.
Y en eso se nos iban las Navidades y presentábamos a los cabezas de lista al Congreso el 12 de enero en Madrid. Era la fortaleza de los débiles, como he dicho en otra ocasión y resultó un acto espléndido. Madrid es una plaza de ciudadanos vibrantes y entusiastas y más de mil personas nos congregábamos en el teatro Alcázar.
De regreso a Bilbao, armados de tacos de octavillas, de un escaso presupuesto de comunicación y con una preocupación cierta -que no es lo mismo que una cierta preocupación- nos lanzamos a la calle en las tres capitales vascas, en tanto que nuestros compañeros del resto de España montaban autobuses y coches para asistir al mitin.
En otro comentario de mi “blog” he comentado lo que significaron para mí los repartos anunciadores de este mitin así que procuraré no castigar a mis amables lectores. El caso fue que mi velada del viernes 25 resultó particularmente lamentable: en mi sueño, un escenario desangelado acogía mi solitaria presencia, no había atril, ni bandera, ni siquiera un cartel que mencionara el nombre de nuestro partido. Sosteniendo un micrófono inalámbrico que recogía mi distorsionada voz según la opinión del artefacto -seguramente influída por el nacionalismo, porque resultaban aquéllas palabras mías en el recuerdo del sueño melifluas, erráticas y ambiguas-, desarrollaba mis ideas a un auditorio desolado en que las calvas superaban las de mi despejadísima cocorota. No había sombra de la grácil figura de Rosa Díez, e gesto irónico de Fernando Savater brillaba por su ausencia y nada se sabía de Antonio Elorza, Álvaro Pombo, los cabezas de lista de Álava y Guipúzcoa y mis compañeros de Vizcaya y del País Vasco no se habían hecho presentes. Para colmo, los escasos concurrentes al desconcertante acto consultaban ávidamente sus relojes y dirigían sin descanso sus miradas a la salida del patio de butacas en unánime y solidaria voluntad de abandonarme en cuanto se les presentara la menor de las oportunidades.
Desperté bañado en mi propio sudor. Encendí la luz de la lamparita de la mesilla de noche y lentamente comprobé que los objetos familiares estaban mayormente en su sitio, incluyendo la camisa usada del día anterior tendida junto a la silla en que deposito las perchas de las chaquetas que aún no he colgado en el armario y los jerseys y chalecos que ordeno sólo cuando siento espanto ante mi propio desorden -lo que me ocurre en contadas ocasiones.
Pude reconciliarme finalmente con el sueño y todo lo bueno que puedo decir de este último es que no recuerdo ahora nada de él.
Hacía un frío pelón esa mañana de sábado, despejada y dormida aún. Me iba por la calle en dirección al teatro Arriaga con uno de los "banners" del acto en bandolera. Un antiguo compañero del PP sorprendía mi deambular despistado por la plaza de Moyúa.
- Luego voy a veros -me dijo- y os voy a votar. Los buenos somos siempre los que nos vamos –añadió, enunciando una extraña regla general que hubiera sido ampliamente amonestada por el propio Bertolt Brecht en su apócrifo poema sobre la dedicación revolucionaria..
Una vez que reanudaba mi marcha hacia ese punto de no retorno en que se había transformado para mí el lugar del mitin me preguntó: "¿Eso que llevas es un violín?".
Me encontraba demasiado tenso como para improvisar una respuesta ocurrente asó que sólo le expliqué de lo que se trataba.
Llegado al teatro accedí por la puerta de atrás. Subí las escaleras y entré por una puerta que decía "escenario". Avancé unos pasos y me topé con un espeso cortinón. Busqué el espacio de apertura y pasé por él.
Lo primero que observé fue el alucinante espectáculo de un patio de butacas absolutamente vacío. Paco Pimentel organizaba los detalles, a la vez que con una mirada de grave prevención me advertía:
- Hay como 700 butacas. Va a costar un huevo llenar esto.
Marisol Cruz llevaba unos días arrastrando su catarro -no es un decir: enardecía ella misma sus miasmas a base de cenas y de copas- me anunciaba que los candidatos debíamos presentarnos en el hotel Ercilla, donde nos esperaban los restantes intervinientes.
Allí nos fuimos y allí estaban Rosa, Savater, Elorza, Pombo, Martínez Gorriarán, Maica y Fernando Cózar, este último con la cámara de fotos en ristre.
Alguien sacó a relucir el nombre del Presidente del Gobierno, supongo que Álvaro Pombo dirigiéndose a Antonio Elorza por su excelente artículo reciente titulado "El bulldog". La conversación derivaría hacia mi amigo Nicolás Redondo. Fue entonces cuando Savater nos contaría una anécdota acaecida cuando Fernando presentaba a Nicolás como candidato a Lehendakari.Zapatero le habló de filosofía. Le dijo que leía a Kant y lo entendía, que leía a Hegel y lo entendía. Pero que no entendía lo que pasaba en el País Vasco.
- Tú sigue leyendo filosofía. En cuanto a la política vasca haz lo que te digamos Nicolás y yo -le espetó.
Está claro que no siguió su segundo consejo. Dudo mucho que lo haya hecho alguna vez con el primero.
Subimos en los coches. Me acompañaba Carlos Martínez Gorriarán. Recuerdo que el camino se me hizo muy largo y una pesada capa de silencio nos envolvía a los dos. Era sábado y las calles me parecieron abarrotadas de vehículos. Nunca he percibido una ordenación del tráfico más caótica que la de aquél día.
Llegados al teatro, El coche de Rosa no estaba aún. Ella misma llamaba para decir que aparecería enseguida.
Llegó y entramos. Eran las doce y cuarto cuando avanzábamos por un patio de butacas repleto. El objetivo principal lo habíamos resuelto entre anuncios, octavillas y autobuses de toda España. Los oradores teníamos que hacer el resto.
Y creo que gustamos.

Mi impresión es que en la corta historia de UPyD el acto del 26 de enero podría pasar como el de la reválida vasca de nuestro partido. De aquí partían nuestras reflexiones estivales que se proyectarían al conjunto de España. Y han vuelto a Bilbao en la forma de un proyecto vigoroso y convincente.

domingo, 27 de enero de 2008

Texto -ampliado- de la presentación de candidaturas de UPyD en el País Vasco

Hace exactamente dos sábados, UPyD presentaba sus candidatos al Congreso de los Diputados en un acto en el que pretendíamos hacer de la necesidad, virtud; de la aparente debilidad, la verdadera;fortaleza de las semanas, años, incluso.
Porque... ¿cómo es posible que un partido que se crea un 29 de septiembre; que dos meses y medio después -un 13 de diciembre- tiene que presentar una campaña de bonos reintegrables porque no hay ningún banco que le preste dinero; pueda hacer un acto el 12 de enero con los 52 cabezas de lista al Congreso?
La respuesta a esa pregunta está en el hastío que está produciemdo la vieja política en toda España, con unos partidos que sólo piensan en ellos mismos, unos partidos que se han convertido en agencias de colocación de ellos mismos.
Pero la respuesta a lo que ya hemos conseguido en menos de 4 meses está también en el País Vasco, en Bilbao. Está aquí, entre nosotros. En todo lo que hemos hecho juntos en el Foro de Ermua, en Basta Ya, en la Fundación para la Libertad... y en UPyD que no es, en este trozo de España, sino una continuidad, una consecuencia natural de todos estos movimientos cívicos: hacer de la necesidad, virtud, de la debilidad no nacionalista, la fortaleza constitucional; de los pocos días y las escasas semanas, meses y años de pasos firmes, adelante, en nuestro camino hacia la libertad.
Y en ese acto del 12 de enero, en Madrid, algunos compañeros explicaron la razón de su presencia allí, de su candidatura al Congreso o al Senado.
A mí me gustaría explicar qué hace un antiguo militante del PP en este partido, que llama a la unidad en el progreso y la democracia.
Y para explicar eso es preciso hacer un poco de historia, sólo un poco. Hoy hemos escogido para nuestra presentarnos el teatro Arriaga de Bilbao. Un edificio que inauguró, hace unos cien años, un alcalde liberal y progresista que se llamaba Gregorio Balparda.
Era liberal y era progresista. El liberalismo bilbaino sólo puede ser progresista porque es una posición política que nace sitiada por los carlistas. Los liberales defendían una España sin fronteras y con libertades y los carlistas querían la vieja España de los fielatos y los privilegios, lo mismo que los nacionalistas, que son sus descendientes, pero con la diferencia de que no sólo no quieren una España de españoles iguales ante la ley, sino que pretenden seguir en una Euskadi subvencionada por el resto de España.
Y Balparda, un liberal progresista, pactó con Prieto, que era "socialista a fuer de liberal". Y los monárquicos de Bilbao no presentaban candidatura a las elecciones a Cortes, para que saliera Prieto; y los socialistas no la presentaban en la margen izquierda, para que saliera Balparda. Y socialistas y monárquicos pactaban porque querían impedir el auge del nacionalismo, al que temía Prieto, no por nacionalista, sino por reaccionario.
Hasta aquí la historia, hasta aquí la explicación. Porque en este país -en España- hablamos demasiado del pasado y demasiado poco del futuro. Hay mucha memoria histórica; mucho recuerdo de si se manipuló o no el 11M, por quién se hizo y hasta qué punto. La guerra civil pasó, los jueces han hablado y ahora toca hablar del futuro y del presente. De una sociedad vasca dividida, desintegrada y enfrentada; tan dividida, desintegrada y enfrentada que se pretende que sigamos dando vueltas a la misma rueca de la noria de siempre -lo que somos los vascos, nuestra identidad- mientras dejamos escapar los trenes del futuro. O discutimos sobre si es posible que una banda de asesinos pueda determinar nuestra legalidad futura. Algunos de los que estamos aquí -por edad, no por otra cosa- hemos luchado desde las fábricas, desde los centros de trabajo, desde las universidades... nos hemos batido por una legalidad democrática en contra de una legalidad antidemocrática, que era la legalidad de la dictadura franquista. ¡Y no peleado por una ley basada en la libertad para simplemente incumplir la ley, para convocar referendos ilegales o para sentarnos con terroristas para discutir nuestro futuro!
Hemos venido a ser políticamente incorrectos, a llamar a las cosas por su nombre; a proclamar nuestras ideas sin complejos... A criticar los comportamientos insolidarios de los partidos nacionalistas, pero a criticarlos también cuando esos comportamientos los practican los grandes partidos nacionales.
Y no vamos a construir teorías de plástico sino de hierro o de acero cortén como las esculturas de Agustín Ibarrola. El que habla euskera que lo hable, con naturalidad y sin arrojarlo contra el vecino; el que no lo habla que no lo hable. Miren ustedes, yo he vivido 52 años en el País Vasco y no he necesitado nunca del euskera para hacerme entender, y ahora, con 52 años, no lo voy a aprender. Y que conste que a mi hija le entusiasma el euskera y a mí me parece fenomenal
Termino ya..
Este teatro Arriaga ha visto muchas cosas, una guerra civil, unas inundaciones que socavaron sus cimientos y algunos discursos que luego se los llevaría el viento. Hoy presentamos el nuestro, nuestro proyecto, que viene para quedarse, como Bilbao, al que no consiguieron doblegar los carlistas, como los ciudadanos del País Vasco, a los que no conseguirán vencer los nacionalistas para quedarse, con la ayuda -espero- de todos ustedes.

sábado, 19 de enero de 2008

Like the disappearing dreams of yesterday

Escucho la voz aguardentosa de Johnnie Cash recitando su castizo paseo de un domingo por la mañana, cuando las campanas de una iglesia cercana llamando a la oración le recuerdan los sueños del ayer que desaparecen irremediablemente. No desaparecen -sueños y actitudes- para los que vivimos en el País Vasco, lamentablemente.
Ayer mismo, un grupo de asociados a UPyD repartíamos por vez primera en Bilbao panfletos de nuestra organización para convocar a los ciudadanos al acto de presentación de candidaturas que tendrá lugar el próximo día 26 en el teatro Arriaga. La cita de entrega tuvo lugar, primero, en la plaza de Moyúa, junto a la boca del metro; la segunda, en las puertas de acceso a esos grandes almacenes que no se citan, pero a los que acude todo el mundo, especialmente en rebajas y ante la evidente desaceleración -¿crisis?- económica.
Ya hacía bastante tiempo que no había repartido propaganda por la calle. Mis últimos años como militante del PP me situaban en el ostracismo político, de modo que la última campaña electoral -las municipales de 2.007- las pasaba dedicado a otras tareas.
A mi me parece que los repartos de propaganda política resultan uno de los aspectos más interesantes de la vida política. He participado en debates parlamentarios, lo he hecho en dialécticas televisivas o radiofónicas, he dado conferencias de prensa, pronunciado mítines... ¡Veinticinco años dan para mucho! Toda la actividad política me resulta interesante todavía, pero debo reconocer que muchos de los actos -especialmente los pre-programados- resultan en ocasiones artificiales -"de plástico", como decía mi mujer-. No courre así, sin embargo, con la entrega de publicidad política en la calle. Y es que en un país en que cada vez más la política se ha convertido en un experimento de laboratorio, elaborado siempre a espaldas de los ciudadanos, el reparto permite el contacto con la gente, la espontaneidad de la persona que con tu octavilla en la mano te pregunta sobre lo que le has dado y -muchas veces- hace sus comentarios al respecto.
No creo que salió mal. Loyola Careaga -otro de los asociados que tomaba parte en el reparto- me decía que había gente que se paraba a leer con interés lo que decíamos en el dorso del panfleto: el nuestro es un proyecto nuevo y la gente quiere informarse. Es verdad que había también gente que lo rechazaba abiertamente y hasta una señora que, cuando le dije que éramos de UPyD, el partido de Rosa Díez, espetó: "¡Jesús, el partido de Rosa Díez!", como si tuviera que repetir una jaculatoria para mantener al mismísimo Satanás a una prudencial distancia.
Me impresionó sin embargo la actitud de un joven. Moreno, el pelo pegado al cráneo, delgado y de estatura intermedia. No sólo rechazó el papel. Dirigió su mirada hacia mí y de sus ojos surgieron destellos de odio. Un odio de esos que se diría hunde sus raíces en la prehistoria de la humanidad... vasca, en esos dos mil años que presume a veces el lehendakari Ibarretxe que tenemos de edad los vascos. El odio a lo español.
Pero ese odio esconde de forma más que evidente una enorme inseguridad. Detrás de esos ojos inyectados en sangre, esa sangre que alguno de sus amigos han podido seguramente derramar en los cuerpos de la gente inocente, de los ciudadanos de uniforme o sin uniforme, de la gente que ha luchado y sigue luchando por la libertad de todos -incluída la del sujeto aquél que con mirada torva sostenía la mía, impresionado ante la virulencia de su odio... vasco a todo lo que no es como el tipo de vasco que a él le parece genuinamente vasco.
Es la inseguridad ante un mundo abierto que llama a la apertura a las mentes y a las gentes, la desconfianza ante el riesgo, el temor a lo desconocido, la sola confianza en el terruño y el hogar materno falsamente protector. Todo ello envuelto en un orgullo vano, un pseudo-complejo de superioridad y una falsa nostalgia ante los tiempos que se fueron, esos "disappearing dreams of yesterday" que hoy canta Johnnie Cash.
No escribo hoy al chico que me dedicaba ayer unos segundos de su odio. No me va a leer. No le interesa lo que le puedo contar. Pero debo decir que esos tiempos no existieron nunca y que en cualquier caso no volverán. Que el "home, sweet home" sirve para poco más que como motivo de adorno de algunos felpudos en las casas de determinados anglosajones.
Comprendo que es más complicada la globalización y la diversidad que la pequeño aldea y la familia tradicional, es más difícil el mundo que la cuadrilla. Pero es más real y está más en el futuro.
No soy optimista respecto de este muchacho, de tantos otros que como él pasean por los alrededores de los grandes almacenes de nuestras ciudades vascas. Son sus sueños y no son evanescentes.
Quede su odio para él y los suyos. Sobre el odio no es posible construir grandes cosas como la que hoy en día estamos intentando.

jueves, 17 de enero de 2008

Dar paso a los indios

En la tarde de ayer recibía la llamada de un comprometido votante a UPyD en Bilbao.
- Eres un precursor -me dijo-. Lo que está pasando en el PP confirma lo que decías, que derrota hacia la derecha, como dicen de algunos toros.
La situación que vive en la actualidad el Partido Popular tiene diversas lecturas, por supuesto, algunas de las cuales me propongo repasar en este comentario.
Está el caso de la sucesión de Rajoy, como elemento fundamental, Sobre la base de que el actual presidente del Partido Popular no ganara las elecciones del próximo 9 de marzo -o no pudiera gobernar- este se retiraría de la p0lítica quedando así abierta la necesidad de proveer de un nuevo líder para la formaciónj conservadora. Para ese puesto se han venido postulando, de una manera más o menos inequívoca, la Presidenta de la Comunidad de Madrid y el Alcalde la capital de España. El regreso de Rodrigo FRato de sus altas ocupaciones en Washington abría también una especulación sobre el eventual interés del anterior Vicepresidente del Gobierno en ese mismo sentido.
Y Ruiz Gallardón tenía una ventaja evidente en relación con su competidora: la de la compatibiloidad legal de su cargo con el de diputado, cosa que no le ocurría a Esperanza Aguirre.
Dicen los mentideros políticos que ha sido esta la que ha frenado las expectativas del Alcalde al postularse ella misma como candidata.
Yo creo que esta es loa primera lectura del asunto. La clave no sería ideológica sino que tendría que ver más con una lucha por el poder dentro de una organización que, como dijera en su día el comentarista francés Dennis Jeambar, vive -como todas las derechas- en una permanente tormenta de personas.
Pero no deja de haber una lectura que tiene que ver con las ideas. Es verdad que Ruiz Gallardón ha sido en el Partido Popular uno de los representantes de la moderación, del discurso no crispado, de la cercanía -incluso- a los medios de comunicación que menos caso hacían a la cúpula dirigente de su partido. Iba por libre. Y en ese partido "ir por libre" no deja de ser una imperdonable osadía.
Y entonces me planteo la tercera lectura que tiene este asunto: se trata de la forma en que los partidos políticos tradicionales tienen en España de resolver sus diferencias internas. Rajoy ha zanjado las discrepancias sobre su sucesión manteniendo apartados de la misma a los principales contendientes, dificultando así la misma sucesión de su persona. No ha abierto ningún proceso de consulta a la base de su partido al respecto. Claro que, hacer o intentar hacer primarias en el PP -o algo que remotamente se le parezca- es cosa poco menos que imposible. Yo mismo lo intenté en el caso de este partido en su organización local de Getxo para elegir el candidato a la alcaldía y poco menos que me condenan al más marginador de los ostracismos.
Pero es que tampoco en el PSOE eso es ya posible. El presidente Zapatero decide a los candidatos de Madrid como si esa fuera una de sus atribuciones más intransferibles, como su propio carné de identidad.
Las bases de sus partidos -del PP, del PSOE, de la gran mayoría- quedan condenadas por lo tanto a la posición de aplaudientes en los mítines y de sedentes en las mesas electorales en extenuantes jornadas de sol a sol.
No es eso lo que dice la Constitución. No son los partidos instrumentos para la participación política de los españoles. Son banderines de adhesión, pequeños -o grandes- ejércitos en los que todo está distribuido de antemano: los jefes, jefecillos y lugartenientes de camarillas y derivados.
Por eso resulta necesaria la aparición de una nueva política en España. Porque ya los modos y las formas determinan un contenido viciado.
Reformar la ley electoral, desde luego, abrir y desbloquear las listas; pero pantes es preciso promover una verdadera participación en los partidos políticos; por lo menos de sus afiliados, si no de sus simpatizantes, como está ocurriendo en estos momentos en el proceso de selección de los candidatos a la presidentecia de los Estados Unidos.
Más allá de la "petite histoire" -que dirían los franceses- del asunto yo me quedo con esta tercera lectura, que los indios también deben contar en política.

miércoles, 2 de enero de 2008

Ibarretxe, siempre el mismo -también por Navidad

La felicitación navideña o de fin de año del Lehendakari se parece como una gota de agua a otra a la de las demás ocasiones. Esta de 2.007-8 se ha referido, como era de prever, a su consulta prevista para el año en curso y supongo que habrá caído entre nuestros conciudadanos con el mismo hartazgo con que el campo recibe las tormentas secas cuando se encuentra ahíto de agua.
Ibarretxe es el hombre predecible de la política española y el extraño mutante de la vasca. Nunca se sale del guión, pero nunca su guión coincide con las necesidades de quienes deben sortear las dificultades cotidianas en el complicado ejercicio que significa vivir todos los días.
Y en su discurso de Navidad se encuentra una vez más todo ese repertorio que parece increíble que se repita tanto. Uno se cree a veces que se encuentra en medio de la dictadura franquista, tomando vinos por el Casco Viejo de Bilbao y clamando por la recuperación de las libertades conculcadas por el régimen franquista -que, por cierto, esa fue la única contribución democrática de muchos nacionalistas en el antiguo régimen del dictador- y no en un sistema en el que nos disponemos a votar cada muy poco tiempo.
Los vascos acabamos de votar nuestras Juntas Generales ý Ayuntamientos en el pasado año de 2.007, votaremos a nuestros representantes de la soberanía nacional -esta sí- en el mes de marzo y seguramente lo haremos a nuestra cámara vasca antes de que concluya este "trascendental" año democrático. ¿Votaremos también un referendum de autodeterminación? A otro la respuesta.
No basta con eso. El lehendakari ha repetido también esa expresión que se refiere al "problema de los vascos". Y eso señala una distancia cuasi absoluta entre lo que dice el máximo representante de las instituciones en el País Vasco y lo que este humilde ciudadano piensa acerca de las cuestiones que nos afectan, de nuestros problemas. En mi opinión no existe "el problema", sino los problemas. Son estos muchos y tienden a hacerse prácticamente innumerables. A esa larga lista que se llamaba vivienda, hipotecas, empleo... se le va uniendo peligrosamente la del recrudecimiento del terrorismo, la desaceleración -léase crisis- de la economía o el propio Ibarretxe que se va convirtiendo en uno de los problemas recurrentes que tenemos los vascos.
Pero me impresiona la capacidad endogámica que tienen los políticos, especialmente los nacionalistas, pero también los que representan a la otra vieja política de los antiguos partidos nacionales, cuando se refieren a los problemas o al "problema", y es que tienen muy poco que ver con los que de verdad afectan a los ciudadanos. Son más bien los suyos. Para Ibarretxe el problema se llama derecho de autodeterminación o a la independencia, o dicho en otros términos a que los que no somos nacionalistas le dejemos el terreno libre para que haga del País Vasco-Euskadi-Euskalerría un Estado Libre Asociado, que es el proyecto más depurado de autonomía subvencionada de los que existen. Para el PSOE el problema se llama PP, y se trataría de su desaparición inmediata -o al menos para las elecciones del próximo mes de marzo, de modo que Zapatero pueda seguir siendo presidente otros cuatro -¿más?- años más. Para el PP el problema se llama PSOE y la táctica consiste en asestarles todos los golpes posibles a través de la negociación con ETA, de modo que el problema no es que se hayan o no mantenido negociaciones con la banda asesina, sino quién las haya realizado.
Benavente se refería al "tinglado de la antigua farsa" en su obra de "Los intereses creados", y esa es la realidad de la política actual,. Una obra que se desenvuelve hoy ante la más absoluta indiferencia de los espectadores . Votan a la contra, esto es, en contra de Ibarretxe o de Rajoy o de Zapatero.. Y sólo para que no gobierne aquél que mayores antipatías se ha granjeado entre la opinión.
Es en este contexto cuando un grupo de gente desembarcada de las costas desencanto con la vieja política -si se me permite la licencia- nos hemos decidido a sumarnos a una nueva organización política. Se llama esta Unión, Progreso y Democracia. Y frente a discursos vacíos y recurrentes sólo pretende que en lugar de los problemas edndogámicos de esos dirigentes y de sus partidos se sitúen los verdaderos problemas de la gente.
¿UPD, un partido más? No, procuramos hacer un partido diferente.