Bilbao, 15 de abril de 2003.
Querida Lorsen:
Como ya te explicaba en la despedida de mi anterior carta, tenía la esperanza de que mi semana posterior fuera más positiva. Es verdad que estos meses han resultado muy duros para mí, que a tu ausencia se ha unido un largo período de tiempo sin apenas oportunidades de tranquilidad –apegado a este duro Bilbao de todos los días, que tu sufrías de forma tan triste- y padeciendo esas mezquindades de la vida que agregan al sufrimiento una especie de desazón, formando en su conjunto un cóctel bastante amargo.
El lunes tuvo lugar una cena de “¡Basta Ya!” de Getxo, en la que hemos decidido hacer un abordaje de la libertad en la playa de Ereaga o de Las Arenas. Saldrán del mar cuatro o cinco “zodiacs”, cargadas de personas independientes o de partidos políticos –yo me empeñé en que hubiera algún nudista, ya sabes la campaña que ha hecho Zarraoa contra esta gente de Azkorri-. Llegarán a la playa y luego se leerá un comunicado –lo hará el marino José Luis Ugarte o Santiago González- y después empezará a buzonearse un folleto en contra de los nacionalistas que nos vienen gobernando en ese pueblo.
El martes tuvo lugar una comida con Kepa Aulestia –en el grupo de Nacho Olaso- al ya han abandonado los nacionalistas. Poca gente y un ánimo sólo regular por parte del invitado, para quien la situación vasca –de empate entre nacionalistas y no nacionalistas- es irreversible. Seguramente que tú hubieras estado de acuerdo con él. Para ti la solución en este país era simplemente imposible.
El miércoles salimos para Hannover, vía Frankfurt. Cenamos en el hotel –que es un Sheraton construido sobre la fábrica de tintas y plumas “Pelikan”. A la cena asistió el embajador de España, que le conocía mucho a José Areilza y era sobrino de Lucía de la Peña.
El jueves tuvo lugar propiamente la visita de la delegación a la feria, que es impresionante. Hubo una rueda de prensa en la que Ignacio Etxeberría –que es director de Indumetal-, como Presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao introdujo el asunto y lo hizo con un enorme respeto institucional. Hablaron él, el Diputado General de Vizcaya –que se encontraba bastante cariacontecido por su desplazamiento del poder-, el Viceconsejero de Industria, el Presidente de la Comisión parlamentaria y también el embajador. Todo resultó fenomenal, y yo le felicité a Ignacio por la forma en que había llevado el asunto. Luego retornamos a la visita para concluir con un almuerzo. En la mesa que se nos había reservado había unas banderitas de España y de la feria –creo-. Y yo le dije a la representante del PSOE en la delegación:
- Creo que a más de uno le va a producir una urticaria nada más que vean esto.
Pero cuando me di la vuelta para dejar el abrigo –nevaba en Hannover- un camarero ya estaba retirando todas las banderas.
Yo comí prácticamente en silencio, hasta que el presidente de la comisión, atento a mi actitud, me preguntó:
- ¿Qué te pasa, Fernando, que estás tan callado?
- Pues ya que me lo preguntas te lo diré –contesté-: Si yo me siento en una mesa en la que no hay ningún símbolo no hago ninguna protesta; en el caso de que hayan puesto unas ikurriñas también como con toda tranquilidad, la ikurriña no es mi bandera, pero la respeto porque además forma parte del Estatuto; pero si lo que hacéis es retirar una bandera por la que siento un afecto especial, una bandera que nadie ha puesto ahí para molestar, el primer impulso que tengo es levantarme e irme. No lo he hecho porque me considero una persona tolerante.
A lo que Hormaetxea, el segundo de la delegación nacionalista, dijo:
- Pues yo, que soy tan tolerante o más tú, si te hubieras marchado no me habría molestado por eso.
Ya ves que se trata de una anécdota, tras la que se esconde la particular visión que algunos nacionalistas tienen del país. No les ofende, no, ¡cómo les iba a ofender!, que abandonemos nuestro país. Lo comprenden, lo admiten, incluso lo alientan, porque la verdad es que les sobramos.
El pleno del viernes fue bastante suave. Sólo tenía una pregunta a Madrazo, que no me salió mal del todo. Hablé con Jaime Mayor y le dije que R. C. me estaba puenteando. Me dijo que ese mismo día le nombraban para algún puesto oficial en el Ministerio de Hacienda y me aseguró que hablaría con el Presidente de SEPI, como efectivamente hizo. Luego me acerqué al hotel donde estaban los Areilza y asistí al mini-debate entre Herrero de Miñón y el profesor de José. Después nos pusimos en marcha hacia San Sebastián. Cenamos en Recondo y el día siguiente salimos hacia Motrico, donde tuve la oportunidad de conocer la casa solariega de la familia, repleta de recuerdos y libros sobre el almirante Churruca, la batalla de Trafalgar, la maqueta del barco... Es más un museo que una casa. Son cinco pisos que dan a la calle, comunicados por una escalera que se encuentra al fondo de la casa. Los salones, escritorios, bibliotecas... están orientados hacia el exterior, los dormitorios son muy pequeños –todas las camas inmensas y con dosel, el cuarto de baño a un lado, abiertas hacia su correspondiente salón. El último piso da a un jardín, en el que está recortada una flor de lis.
El ambiente en Motrico es bastante regular –alcalde de Batasuna-, y la familia no sabe muy bien qué hacer con la casa, aunque en el momento presente no tienen apuros para mantenerla en buen estado, e incluso rehabilitarla.
Comimos en Getaria, en Kaia –Talai-pe estaba cerrado-. Y regresamos a San Sebastián. Los Areilza fueron a hacer talasoterapia –recuerdo que tú y yo lo hicimos en Biarritz con los Aznar-Oriol-, mientras que yo le visitaba a la tía María Victoria Zavala que está de traslado hacia una casa mejor orientada, con vistas a la Concha. Sabes que ella acaba de quedarse sola, porque el tio José murió poco antes de que tú te fueras. Cuando se encontraba en la puerta de su casa, despidiéndome, me dijo:
- Tú te recuperarás más pronto que yo.
Pero los cuatro meses y medio que he pasado no se los deseo a nadie –pensé.
Luego cenamos a base de tapas en un bar del barrio de Gros, coincidiendo con un nieto de José María Pemán, que es arquitecto, y su mujer.
El domingo nos fuimos a Burguete. La ausencia de Alfonso Pérez-Brassens nos hizo replantear la visita al Chillida-Leku hasta que se encuentre totalmente repuesto.
La casa de Arrechea está relativamente bien, aunque conviene darle alguna mano de pintura en algún sitio –por ejemplo, en la barandilla del porche-. Comimos en el Gárate, donde nos encontramos con Josefina Sagüés, con José María, Miriam, el otro hijo de ellos y un nieto.
Luego nos fuimos paseando a Roncesvalles, donde oí la misa del Domingo de Ramos –una hora y media-, la primera que tú seguiste en Arrechea. Cuando cantaron el “Salve Regina”, mis ojos permanecieron clavados en la imagen de la Virgen y me preguntaba –lo mismo que Georges Santayana: “Ya que Dios no existe, ¿por qué tenemos que perder la devoción por la madre de Dios?”-. Te reconozco que al final me brotó una lágrima de ese ojo malo que tengo y que ya que no ve por lo menos sabe dar cauce a mis sentimientos.
Volvimos a Arrechea por el Camino de Santiago y de ahí regresamos a Roncesvalles para cenar en La Posada. Txiki nos invitó a una copa y charlamos mucho sobre la historia del lugar, hasta el punto de que casi nos hemos conjurado a escribir una historia que más o menos se titule: “El prior de Roncesvalles”.
El día siguiente habíamos previsto hacer el paseo de la “Fuente de la teja”, pero el viento era tan fuerte que cambiamos de plan. Los Areilza se compraron unos patés en el super, luego fuimos a la tienda de los recuerdos -donde yo me llevé algún libro, bastante caro, sobre la historia del lugar- y fuimos a Pamplona, a Josetxo, donde creo que nunca llegaste a comer, aunque le conociste a Ricardo, el dueño, tío de los de La Posada, que estuvo una vez en casa.
Luego los Areilza me depositaron en una gasolinera, donde me esperaban los escoltas.
Volví a Bilbao con tiempo suficiente para cenar con tu padre, que cumplía 87 años. Les he dado todas las fotos y litografías de tu madre, excepto una que se la voy a regalar a tu hermano Enrique.
Esta mañana he estado con Pilar, le he dado de comer, y la encuentro muy bien. Mañana volveré a verla.
He recogido de Arrechea tus trabajos inacabados de mis abuelos maternos. Se los he dado a mi madre, con el compromiso por su parte de enmarcarlos y de colgarlos.
Ahora estoy con Bècaud, hasta que llegue la hora de una reunión que tengo en la sede de Getxo, a la que le llevaré.
El jueves me voy a Sevilla, donde me recogerá tu hermano para llevarme a Huelva. El lunes saldré para Córdoba, donde me encontraré con Eloy García.
Te escribiré a la vuelta.
Un beso.
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1 comentario:
Necesitamos nuestros símbolos y solamente como muletas porque ¿qué seria de nosotros sin ningún apoyo, pues simplemente nos derrumbariamos. Yo tengo un apoyo y éste es UPyD.
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