Llegaba ya el vigésimo día desde su ingreso y, aunque muy debilitado, el organismo de Javier Arriaga se encontraba en situación estable. Su hermano Jorge –médico de profesión- informaba a Brassens de su estado de salud.
- Nadie sabe lo que puede durar. Una semana, un mes… Lo cierto es que tiene el corazón de una persona de 52 años y aguanta.
De modo que los médcos de la clínica empezaban a pensar en darle de alta y que volviera a su casa, sólo para que allí terminara todo.
Hay un concepto en los servicios sociales modernos –y muy especialmente en la sanidad- por el que la economía debe presidirlo todo, incluido ese orden de la vida que se refiere al derecho de enfermos y familias a una salida de la vida acorde a sus deseos, cuando estos son razonables. No parecía en este sentido que el trastorno que pudiera suponerle a esa enorme estirpe que empezaba con sus dos hijas y seguía de seis hermanos Arriaga –y cuñados-, de trece hermanos de Fátima –y cuñados- y demás allegados, primos, sobrinos, amigos… pudiera concentrarse de modo medianamente ordenado en su casa, de modo que la función de su mujer –más que la de ocuparse de su marido- fuera la de establecer un turno de visitas en torno al lecho de un moribundo.
Pero, como quiera que la atención que se le dispensaba a Arriaga consistía solamente en la dispensa de cuidados paliativos, la maquinaria administrativa del establecimiento empezaba a funcionar con ese objetivo.
La actitud de la familia fue evidentemente negativa, también la del paciente, que como ya se ha dicho contaba aún con una lucidez más que extraordinaria.
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1 comentario:
Mira sabes lo que tiene prioridad, la sanidad, deberiamos crear un sistema sanitario a nivel mundial para poder conocernos más unos a otros, porque como sabrás la sangre humana es roja en todo el mundo.
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