miércoles, 25 de enero de 2012

Intercambio de solsticios (312)

Bilbao, 27 de Diciembre de 2004.

Querida Lorsen:

Esta es la tercera Navidad que paso sin ti. Es verdad que los recuerdos han suavizado su capacidad de daño, pero por otros motivos me encuentro mal. Steinbeck decía que el éxito y el fracaso son sólo estados de ánimo, creo que también la felicidad y la tristeza. El caso es que ahora me sitúo en ese segundo rango.
Pero no te escribo para contarte mis penurias. ¡Has tenido tú tantas que te podrías hasta morir de risa! –sé que nunca lo harías.
Es la Navidad de Pilar lo que te quería contar. El viernes anterior –17- me reunía con las “profes”, a petición suya. Me extrañaba que tardaran tanto en llamarme, porque yo les había pedido la entrevista ya desde el mes de septiembre, como acostumbro todos los trimestres. Lo cierto es que me cuentan que Pilar no se encuentra bien desde la crisis de finales de ese mes. Está más cansada, le cuesta poner atención en los temas y muchas veces tiene que ser Itziar la que haga las cosas que antes hacía ella o dedicarse a otras –leer cuentros, por ejemplo-. Y eso que a Pilar le gusta las clases y cuando veía que Itziar no se presentaba –por unas obras que han hecho en la escuela de Cruces- me pedía que les insistiera en que fueran a darle clase.
Y es verdad que se cansa bastante antes que en otras temporadas, tenga o no unas buenas constantes –como ahora las tiene-. La pendiente hacia el final, aunque de forma gradual, se sigue produciendo.
Pero su Navidad ha sido grata. Recibió los regalos de su padre con una enorme sonrisa y la excitación de todos los años. Pero antes de las nueve de la noche ya estaba yo saliendo del hospital. Ayer –Navidad- tuve un momento con ella de especial ternura y alegría, cuando le acariciaba con el dedo su ceja derecha y la parte inmediatamente inferior a su ojo. Ella puso su sonrisa más radiante y me enviaba besos muy suaves. Esa ha sido mi Navidad. Todo lo demás sólo valdría para olvidarlo, si pudiera.
A veces siento como si te hubieras aburrido de mí, de Pilar. Como si te hubieras instalado definitivamente en ese espacio de descanso que se te negó en vida. No quiero hacerte por eso ningún reproche, pero me gustaría que volvieras a ocuparte de nosotros. Te necesitamos, ahora más que nunca.

Te quiero.

1 comentario:

Sake dijo...

Porqué pones ése gesto huraño si sabes que por una sonrisa tuya yo muero, ¿cuantas vidas puede salvar una sonrisa?, si lo supieras sonreirias.