- No sé qué decirte –empezó Cardidal, observando directamente a su teórico subordinado.
 Juan Carlos Sotomenor repasaba unas notas en las que parecía existir una relación de nombres. No contestó a su en apariencia jefe.
 - Tampoco sé si me escuchas –siguió, en el tono amargo que caracterizaba su más reciente discurso, Leoncio Cardidal.
 - No sé si te escucho –dijo el jefe de la policía de Chamartín embebido en sus reflexiones-, pero te oigo.
 - Entonces a lo mejor te queda algo de lo que digo… Me pregunto qué hago yo en este asunto… -dijo Cardidal.
 - ¿Qué haces tú en qué asunto? –preguntó distraidamente Sotomenor.
 - En esto que te traes entre manos –dijo Cardidal, en quien el enfado iba progresivamente ganando a la amargura.
 Sotomenor dejó en un lado de su mesa el papel para encararse con el Consejero.
 - ¿Tú has visto lo de Jacobo Martos? –le preguntó.
 - ¿Lo de Jacobo? –contestó asombrado Cardidal con otra cuestión.
 - Sí, lo de Jacobo. ¿Has visto cómo está?
 - Claro –observó el Consejero-. Le hemos apartado de la presidencia efectiva del Distrito.
 - Dirás mejor que le “he” apartado de esa presidencia –matizó Sotomenor.
 - Bueno –concedió Cardidal-. Está claro que sin ti no se podía haber realizado el golpe de estado, pero me admitirás que ha sido un trabajo en equipo.
 - Si lo quieres ver así… -observó con displicencia cierta Sotomenor.
 Cardidal pareció satisfecho con las medias palabras de su segundo. Así que continuó.
 - Bueno. Creo que tendríamos que ir a por Brassens –afirmó.
 - No sé qué manía te ha entrado con lo de Brassens –protestó Sotomenor-. Ya te he dicho que los que iban a por Brassens están volviendo a la base.
 - Pues se les puede decir que vuelvan. Es decir… -empezó Cardidal.
 - Sí, ahora les vamos a tener como una peonza –indicó Sotomenor-. No va a ser así, además…
 - … Que creo que deben volver a la casa de Brassens y traerlo detenido hasta aquí –terminó Cardidal.
 - … Que son necesarios para la operación que tengo prevista –concluía a su vez Sotomenor.
 Los principales responsables de Chamartín se habían interrumpido entre sí. Apenas habían comprendido lo que uno y otro decían.
 Se hizo un largo silencio que Cardidal rompió finalmente ante un Sotomenor que se había vuelto a concentrar en sus listados.
 - Tengo que decirte que no autorizo esa operación –declaró finalmente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario