lunes, 23 de enero de 2012

Intercambio de solsticios (310)

- Bueno. Parecía que había un principio de acuerdo entre los hermanos –indicaría Brassens.
- Eso parecía, en efecto –dijo equis.
- ¿Y el siguiente capítulo?
- Fue un correo de Leonardo Jiménez –inidcó equis-. En él, suscribía la propuesta de su hermano Raúl. Si bien creía que había una posibilidad alternativa, como podía ser el trueque del “alquiler”, ponía entre comillas esta palabra, por la cuida nocturna de su madre, lo cual, siempre según Leonardo, ahorraría un nuevo sueldo. Y añadía que se trataba nada más que de una sugerencia.
- ¿Quién haría el trueque? –preguntó Brassens.
- Estaba claro: Eugenia.
- ¿Y qué dijo esta?
- Volveremos a ello –dijo equis-. Pero no adelantemos acontecimientos.
- Sigue entonces.
- Sigo. Según el correo de Leonardo,en función de la evolución de la situación económica de su madre cabría considerar otras opciones. La primera sería la de optar por la fórmula de una interna, que sería menos costosa que la cantidad que se le pagaba a la doncella. Y la segunda, que consistía en que cada hermano pagara una cantidad mensual –aparte del uso de la casa de Valladolid. Según él pensaba, con una canidad de 100 euros per capita se podía conseguir una cantidad adicional que mejorara sus ingresos.
- Ese era el correo de Leonardo. Parecía razonable la propuesta…
- Pero no todos estaban de acuerdo, como luego verás –aseguró equis-. Pero la siguiente noticia venía en un correo enviado por Gonzalo.
- ¿Y qué decía?
- Vamos a él. Estaba fechado el 26 de abril, o sea, cinco días después del correo de Leonardo. Decía que acababa de colgar el teléfono con el padre de la posible compradora. Que, en resumidas cuentas, había sido una conversación muy cordial en la que la nueva oferta es de 400.000 euros, escrito en negrita. Que había demostrado un claro interés en la adquisición, aunque también había jugado la scartas correspondientes para dar la sensación contraria.
- Bueno. Al fin tenían una buena noticia.
- Sí –asintió equis-. Gonzalo seguía diciendo que le indicaba el agente que su comisión era del 3%, que este había admitido que si la diferencia era pequeña, podría “acomodar” su comisión rebajándola un poquito.
- Bien, también.
- Y seguía. Que, en ese momento, el plan urdido por Alberto y por Gonzalo era llamar al comprador el miércoles siguiente, estaban a lunes, y citarles para el lunes próximo, con la idea de cerrar en esa cifra de 400.000 euros además de la comisión del agente y si se sacaba algo por encima, si se llegaba a 415.000 o 420.000, mejor.
- Ya.
- Y seguía diciendo que los dos hermanos no contemplaban rechazar esta venta por la dificultad de encontrar otra opción razonable.

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