Si la frecuencia en las reuniones significa que los países europeos se toman a la Unión que los integra en serio, hay que decir que Europa camina con fuerza hacia delante. No había precedente, en efecto, en la Europa que compartimos: dos consejos ordinarios al año, a los que se sumaban dos extraordinarios; donde los primeros –los ordinarios- tenían siempre un contenido económico. Pues bien, este consejo extraordinario de febrero lo ha sido también económico. Si me permiten el retruécano: nada tiene de extraordinario.
La novedad es que Van Rumpuy quería que este fuera el consejo de la energía y de la innovación, pero los vientos del pacto de competitividad han arrasado sobre los deseos del presidente del Consejo.
El debate era, una vez más, el del reparto de los papeles ante la salida de la crisis. Si se trataba de que esta fuera impulsada por la UE y, como brazo ejecutivo, por la Comisión Europea; o al contrario, que el papel relevante lo asumieran los países, con una CE jugando en paralelo a aquellos.
Abandonado el papel sobre la energía, con los tres países protagonistas de la Unión –Alemania, Francia y Reino Unido, de una parte- y el país del centro y portavoz de otros –Polonia, de otra- esta cumbre demuestra que las decisiones se adoptan fuera de ella: la mencionada “troika” establece las prioridades y los demás países de la Unión las bendicen.
Y la idea del pacto de competitividad consiste justamente en retomar la idea de la Europa de dos velocidades, con un grupo cerrado de países que impulse el proyecto de la Unión. A la “troika” se unirían: Finlandia, un país del este –aún por determinar- y otro del sur –Italia o España.
¿La salida a la crisis? Nacional, por supuesto. Esa era la tesis alemana, que ha triunfado. Los alemanes han puesto toda la carne en el asador respecto del futuro del euro, pero a cambio por supuesto de imponer sus normas: la germanización de Europa.
Y el mensaje a España es que, si somos buenos alumnos, nos abrirán el paraguas. Merkel llegó a España apenas 24 horas antes de la cumbre, emitiendo una señal que no ha pasado inadvertida para Roma, con un Berlusconi enganchado por sus querencias delicuescentes. Y el Gobierno español la recibía como los estudiantes aventajados. Claro que no todo es fácil. A las peticiones de Alemania, España opone dos reservas –por ahora-: la indexación de los salarios a la inflación y no su vinculación a la productividad y la negativa a modificar nuestra Constitución para que en ella figure la imposibilidad de incrementar los deficits públicos. No hay problemas, sin embargo, en la idea de armonizar los impuestos de sociedades a escala de UE.
En cuanto al fondo de rescate, el paso de los 250.000 millones € a los 440.000 no se podía hacer sin más –los especuladores habrían pensado, con lógica, que algún país más estaba a los pies de los caballos…- España pidió una cierta flexibilidad en su aplicación, que ha sido aceptada por Alemania, y eso ha permitido que Portugal recupere un cierto aliento: los países que sean objeto de rescate en el futuro tendrán mejores condiciones que Grecia e Irlanda.
Ahora el objetivo es que Grecia reestructure su deuda con una quita del 20%, que será aceptada por la banca alemana. En cuanto a Irlanda, deberá pasar por esa caja después de sus elecciones.
A todo esto, Francia también puede ser objeto de la especulación y su deuda perder el rango de triple A que ostenta.
¿Y la Comisión? Queda ante una política de hechos consumados de lo que ya se contempla como la “cooperación reforzada” de unos países respecto de los demás. Esa Europa de dos velocidades de que hablábamos. Y, por supuesto, de eurobonos, nada.
Ahora que Zapatero cree que las cosas le están empezando a salir otra vez bien –hay gente que no pierde su carácter ilusorio- el horizonte vuelve a teñirse de negros nubarrones: cuando el próximo semestre cambie el presidente del BCE subirán los tipos de interés. ¿Dónde quedará la posible y, en todo caso, tímida recuperación española con el dinero más caro?
Y la próxima presidencia polaca abre el debate de las perspectivas financieras, que es el próximo presupuesto de la UE. Y en el que España pasará a ser contribuyente neto. Dura poco la alegría en la casa del pobre, como se ve.
Y claro, de lo del norte de Africa corramos un tupido velo. Si esa es la política exterior que nos merecemos los europeos, apaga y vámonos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¡Qué te pasa Europa! ya has descansado bastante y debes despertar de tu letargo porque el mundo te necesita.
@Fer: me gustaría tanto tenerte cerca para charlar de las cosas que veo y en las que estoy involucrada y no sé NADA. O sea, nasti de plasti.
Ya sabes que la política NO es mi fuerte, yo solo sé actuar con el corazón.
Publicar un comentario