Bilbao, 20 de febrero de 2003.
Querida Lorsen:
Retorno a mi cuasi-diario carteo contigo. El lunes me di un pequeño respiro y fui al cine. La película era “Dolls”, ambientada en el Japón actual. Algo complicada y lenta, pero tenía escenas maravillosas. Pero para nada se merecía las tres estrellas que le había otorgado “El Correo”.
El martes viajé a Madrid para dos reuniones políticas, relacionadas con el PP vasco: El balance de las dos ha sido bastante positivo.
Luego viajé directamente a Barcelona. Me hospedé en el Círculo Ecuestre y cené en casa de los Companys. Le he regalada a Bárbara –tu “prefe” una caja de plástico con pinturas tuyas. Le dije que la presentación no era una maravilla, pero que no había facturado nada, que en Bilbao quedan todavía cosas y en Arrechea alguna más. Y que si las quería serían todas para ella. A su vez, Bárbara me entregó una carta que no me había cursado por correo. Es muy bonita y denota una gran sensibilidad en esa niña-mujer, de modo que te la transcribo a continuación:
“Querido Jorge:
Sé que una justificación no es el mejor modo de empezar a escribir, pero ya que ni las palabras ni mi poco extenso vocabulario van a ayudarme a expresar lo que siento, es disculpándome como me veo obligada a empezar.
Una niña que iba a empezar a ser mujer y una amiga que tenían sus papás. Así es como empezaba una bonita historia de amistad, admiración y aprendizaje.
Ella me enseñó desde algo tan sencillo como el bocadillo de pan bimbo con chorizo pamplonica, que pasó a ser mi base alimenticia durante meses, hasta el poder ver la vida desde unos ojos diferentes.
Fuerte, valiente, cariñosa, artista y otras mil cualidades son las que definen a Elisabeth Von Lorensen, mi Lorsen; y yo, su prefe.
Hoy aprendo lo duro que es perder a una amiga, y es ahora cuando me lo he planteado, que he descubierto cómo esta gran mujer ha influido en mi vida.
Llámame egoísta, pero una de las cosas que más rabia me da de que haya partido, son todos aquellos planes que teníamos y ya no podremos cumplir juntas.
Jorge, ahora te toca a ti, con el apoyo de toda esa gente que te quiere y la queria a ella (y nosotros los primeros) ser fuerte y seguir adelante con el mismo entusiasmo que ella tenía.
Recibe un abrazo muy fuerte y otro para Pilar: sois el mejor regalo que Lorsen pudo tener, y será como dárselo a ella”.
Como puedes ver, en esa cualidad que tenías de no dejar indiferente a nadie –más que nada, de despertar el cariño hacia tu persona en casi todo el mundo que te trataba- ha calado también en esa mujer que me recibía con esa expresión de niña madura, los ojos tristes, la mirada a veces perdida, consciente de que en esa casa ha sido siempre la persona a la que nadie ha cuidado de verdad. Y tú, que lo percibiste, como percibías inmediatamente todos los males que tenían su origen en el corazón –no en vano te fuiste porque ya no tenía fuelle para seguir latiendo- la adoptaste para ti, la llamabas “mi prefe”, y ella supo que contigo tenía ese añadido de afecto que necesitaba. Hoy es ya una mujer que cuenta con naturalidad cómo una caída suya en la nieve, en la que estuvo a punto de romperse las costillas, tenía muy poca importancia al lado de una enfermedad de Alfonsito.
Este también está muy bien, aunque sus notas son pésimas.
La cena transcurrió en medio de un homenaje callado a tu persona. La mesa bien puesta, con manteles, paneras, vajilla tipo María Weiss, copas de cristal grueso. Y la comida era la que nos gustaba a los dos: esas patatas con bechamel y queso, “escalopas” –con guisantes y pimientos, y, para postre, un helado de nata con chocolate caliente. Pasé de este último y probé una gota del helado. Luego, Alfonso y yo, tomamos un poco de whisky.
Licus se autoinvitó a Arrechea. Y quedamos que ese día encargaría una misa por ti en Roncesvalles, y que convocaríamos a la gente del pueblo que quisiera venir.
Un beso.
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2 comentarios:
No es por nada, pero Dolls es una de las mejores películas que he visto en mi vida y Takeshi Kitano uno de mis directores favoritos.
Cuando la cena es maravillosa es que las personas que nos acompañan son queridas, porque lo de menos en ése caso es el menú.
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