Jacobo Martos negó hasta tres ocasiones con la cabeza, se mesó con sus manos los negros cabellos y la blanca barba e hizo un rictus de tristeza antes de proclamar:
- Entonces no entiendo muy bien cómo es que estamos en el mismo equipo.
Dos buenos actores para una representación en la que sólo los dos formaban el público. Leoncio Cardidal también se tomaría su tiempo antes de declarar:
- ¿Un equipo? Quizás esto fuera un equipo al principio, Jacobo. Cuando te dirigiste a la asamblea de Chamartín y provocaste esa votación chanchullera que nos puso a todos aquí. Provisionalmente, claro, como han sido todas las cosas en este país, antes y ahora, boyante o destrozado. Lo provisional transformado en permanente…
Jacobo Martos lo observaba impasible. Nadie sabría muy bien si le interesaba el discurso de “su” Consejero de Interior o estaba pensando en otra cosa. Porque generalmente el Presidente de la Junta de Chamartín acostumbraba más al ordeno y mando que al diálogo, aunque de sus acendradas maneras se pudiera deducir lo contrario.
- … Eso era al principio –continuaría Cardidal ante la falta de interrupción de “su” Presidente-. Hoy ya sólo eres una especie de Rey de este barrio. Pero un Rey sin otra función más que moderar los debates, dar la palabra a unos y a otros. O sea, una figura meramente representativa.
- No es así como yo concibo mi presidencia –observó Martos.
- Pues así son las cosas. Te guste o no.
Había concluido la reunión. Leoncio Cardidal abandonaba el reducido despacho y la incómoda silla y salía hacia la estación sin despedirse.
Como si las noticias corrieran o como si se hubieran hecho eco de los micrófonos supuestamente instalados por la gente de Cardidal en el despacho de Martos, los guardias con que este se encontró a su paso se cuadraban ante su jefe. El Consejero de Interior sonreía satisfecho y asentía con la cabeza ante sus respetuosos saludos.
Ya era de dominio público que en el despacho de Jacobo Martos, en esa reunión entre el Presidente de la Junta y el responsable del orden público, se había oficiado una suerte de incruento golpe de estado con traspaso de poderes reales incluido.
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