miércoles, 25 de julio de 2012

Intercambio de solsticios (409)

Pero no todas las iniciativas, probables e improbables, procedían de Paula. Como se ha dicho, Raúl Brassens acudía su casa acompañado de un notario. De la inspección practicada por ambos se deducía que no estaban a la vista los documentos que hacían referencia al primer divorcio de Raúl, que nada tenían que ver con Paula, como es lógico. Eso ya lo sabía Raúl, pero le interesaba que ese dato constara en el acta notarial. No aparecieron tampoco dos relojes: un Cartier de pulsera y un reloj de oro de bolsillo que había pertenecido a su padre y a su abuelo. Llegado el mes de septiembre, el notario requería oficialmente a la argentina a que devolviera documentos y relojes. NPersonada, en tiempo oportuno, la porteña en la notaria señalaba: - Las carpetas han aparecido en el garaje. De modo que los documentos estaban a salvo y, entregados al notario, estarían muy pronto en poder de Raul. En cuanto a los relojes, Paula mentiría una vez mas: - No me acuerdo de ellos. Ya se podían dar por perdidos. No se agotaba en esa la iniciativa de Raúl Brassens y su renovado equipo en el proceso de su separación/divorcio. Se lo decía Jacobo Bono: - Tienes que recuperar lo tuyo. Y era suya la mitad de la renta correspondiente al alquiler del bajo comercial que ahora albergaba a una hamburguesería. De modo que Raúl se dirigió hacia el local con un documento cuya recepción hizo firmar al arrendatario, lo que este hacía sin oponer resistencia alguna. A partir del mes de octubre deberían pagarle unos 900€ por ese concepto. Pero la más importante de sus iniciativas no estaba entre estas. Reunido con sus asesores jurídicos, Raúl Brassens llegaba a una conclusión de gran interés. Pero hagamos un poco de historia. El chalet familiar que adquirían en su día Paula y Raúl en régimen de sociedad de gananciales, procedía en su mayor parte del importe de la venta de un piso que era de titularidad privativa de Raúl. Lo que le dijeron sus asesores era que ese crédito no tenía sentido que se practicara sobre la nueva vivienda, pero sí que se planteara respecto de la sociedad de gananciales. Es decir, que en el momento en que se produjera la ruptura de la sociedad de gananciales, con el divorcio, la sociedad devolvería a Raúl Brassens el importe de la cantidad inicial que aportaba este para la compra del chalet más los intereses anuales del Banco de España. Era, según le dijeron los abogados una demanda que los jueces estimarían favorablemente. Y que dejaría la parte que Paula se llevaría por la operación extraordinariamente reducida”, pensó Raúl.

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