martes, 10 de julio de 2012
Intercambio de solsticios (398)
- Bueno, jefe. ¿Qué hacemos?
Juan Carlos Sotomenor apartaba su oreja del móvil y observaba a Bachat, la expresión interrogativa, esperando instrucciones.
El saharaui titubeaba.
Nuevamente Sotomenor demandaba instrucciones.
- Que vengan aquí -susurraría Bachat.
- ¿Jefe? ¿Está usted ahí?
- Pues nada. Venid hacia la comisaría.
- Como usted quiera.
- Que vayamos para comisaría -explicó el conductor del Porsxhe.
- ¿A comisaría ha dicho? ¡Qué raro!
- ¿Qué pasa? ¿Crees que el jefe se va a dejar sorprender? ¡si a este no hay quien le pille!
- No te olvides que nos hemos ido de estampida. Y a lo el ñor se han ido todos de allí.
- ¿y qué quiees decir con eso?
- Que a lo mejor solo están el saharaui ese y el jefe.
- ¡El saharaui! ¿Crees que se va a liberar ese tío con la manta de hostias que le hemos dado?
- No. Desde luego que no es lo más probable. Pero habrá que andar con cuidado.
- Bueno. Y ahora a esperar, supongo -declaró el jefe de policía de Chamartín.
- Si. Pero no les vamos a esperar aquí -respondió su interlocutor.
Romerales enarbolaría una especie de toalla blanca que había surgido de no se sabia qué parte de su organismo.
- Ahora haz destellos -le ordenó a De Vicente.
De esta forma se aproximaron a la entrada del aparcamiento de la sede de Chamberí.
Una ráfaga de proyectiles que procedían de las más variada gama de armas saludarían su llegada.
- ¡Estáis locos! ¡haces el favor de parar esta insensatez! -exclamó una voz que surgía de una calle contigua.
- ¿Quien está ahí? -preguntó Damián Corted, una vez que había vuelto el silencio.
- Jacinto Perdomo-se identificaría la voz.
- ¡ah, Jacinto. Ten cuidado. Vienen a por nosotros.
- Que no. Se trata del coche de Paco. Ahí debe venir Cristino con los Brassens
- Acércate, pero con cuidado. Si no me equivoco va a volver el jaleo -manifestó Corted.
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