martes, 7 de agosto de 2012

Intercambio de solsticios (418)

Llegado el día y personado Raúl en la hamburguesería que la sociedad de gananciales tenía arrendada, pudo cobrar sus 900 euros. En esa guerra de escaramuzas, había ganado una nueva batalla... Pero Raúl Brassens -que contaba para ello con la opinión favorable de su abogado Cobo- proseguía infatigable con su operación de ahogo económico a Paula. Y a los recortes que ya había establecido se le sumaban ahora la sustitución del Canal Plus de su piso de veraneo por su actual apartamento madrileño y las anulaciones del seguro de contenido de la tienda de Paula y del teléfono de la localidad costera de Cataluña. Cada vez que Raul notaba un cargo en su cuenta analizaba el beneficio del contrato que generaba en su persona o la de su hija esa anotación bancaria y actuaba en consecuencia. Pero Paula seguía intentando minar la moral de su todavía marido en el ámbito que ella dominaba y que no era otro sino el de su común hija. Llegado el fin de semana posterior al cumpleaños de Raúl, este había organizado una celebración a la que había invitado a Susana y a sus hermanos residentes en Madrid. Pues bien, Susana no podría asistir: tenía que estudiar. Resultaba difícil para Raúl lidiar con aquella situación. Susana -él lo sabía muy bien- no era responsable de sus ausencias, pero no tenia Raúl a quién quejarse que no fuera ella misma. De modo que algunas veces sería la niña quien recibía ciertas dosis de amargura procedentes de su padre. Se lo dijo su vecino del pueblo costero catalán, con su acento del norte de Europa y sus voces de incredulidad que anunciaban algún aparatoso gesto, invisible para el teléfono. - Paula estuvo aquí. El pasado fin de semana. Con tu hija y una chica morena... Los contactos con los que Raul contaba en aquella plaza le dijeron que no la habían visto. Eso les hizo sospechar. Estaba el propio Raúl con su hermano Jorge y Vic, su cuñada, en el coche de esta viajando hacia la localidad navarra de Arrechea. - ¿No estará pensando en alquilar el piso? -preguntaría Vic. Y es que muchas mujeres poseen un sexto sentido que las permite penetrar en las mas ocultas intenciones de las personas -especialmente si se trata de otras mujeres. Se trataba de un supuesto altamente improbable, dado que su marido podría desmontar la operación o -en todo caso- exigiría el pago de la mitad del arrendamiento. Pero Jorge Brassens se conectó a internet a través de su móvil e investigó si en la pagina de "El Idealista" aparecía un piso que tuviera esas características. No encontraría nada. ¿Se trataba de otra pista perdida? No estaba claro. Lo único que sabían en aquella historia era que no había que dejar cabo suelto por investigar... Y Raúl continuaba con su política de reducción de los pagos a la argentina. Ahora les había correspondido su turno a los seguros de los coches. Paula tenía en su garaje dos vehículos: el que usaba ella de forma particular -un Suzuki- y el Toyota que se había llevado con artes no demasiado loables del pueblo catalán escenario de sus en un tiempo vacaciones conyugales. Raúl trataba de cancelar el impacto en su economía de ese dispendio, por una parte y obligar a que Paula pagara su seguro si no quería resultar denunciada, por la otra. Así que hablaba con su agente de seguros y le pedía que diera de baja el seguro del Toyota y que dejara la cobertura del Suzuki limitada al seguro obligatorio -aún se encontraba este en período de financiación y era Raúl quien había firmado el contrato. - Así se haría, le confirmaron.

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