viernes, 25 de enero de 2013

Cecilia entre dos mates (36). Cecilia no se niega (IV)

Ya no cenaba con Begoña. Quizás fuera excesivo para ella, desde luego que para él resultaba mejor, porque daba lugar a menores episodios de tensión. Así que, cuando llegaba Iturregui a su casa, se encontraba dispuesto en el comedor su servicio, bajo un cubreplatos, la merluza frita de la cena, y el vino, en una escancia de cristal tallado. Begoña dormía en una de las habitaciones para los invitados, alegando, como causa para ello, unos repentinos dolores de cabeza, que sin embargo nunca antes había padecido y que la obligaban a dormir con la ventana cerrada, la persiana echada y la puerta bajo llave. De esa forma pasaban días, a veces toda una semana, sin verse; sin oírse, sin hablarse. En ocasiones, cuando se encontraban en un pasillo, les sorprendía contemplar la cara del otro, su forma de andar, el breve y cortes saludo que se daban...

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