miércoles, 28 de marzo de 2012

Intercambio de solsticios (340)

- Y Santiago Jiménez seguía diciendo que esa solución, no hacer nada, en definitiva, era la mejor –explicaba equis-. Y lo decía por las siguientes razones…
- A ver reponía Brassens con cierta curiosidad.
- Porque no creaba ninguna ansiedad en su madre y su vida continuaba sin sobresaltos.
- Eso siempre piensan los hijos de los padres cuando estos están mayores, que cualquier novedad les produce una especie de “stress”…
- Ya –concedía equis-. La segunda, que no era necesario reducir salarios, porque su madre ya tenía dinero.
- Cosa que no se justificaba demasiado…
- También en eso estoy de acuerdo contigo –repuso equis-: la señora de Jiménez seguía viviendo por encima de sus posibilidades.
- ¿La tercera de las razones?
- Que si su madre tuviera 70 años los argumentos de Santiago Jiménez se parecerían a los de Raúl. Pero tenía 90, lo que cambiaba completamente la situación.
- Bueno. Todo es como el cristal a través del cual se miran las cosas…
- La solución de no hacer nada –continuaba equis- no requería de contribuciones de los hermanos en función del uso.
- También eso se lo había cargado…
- Lo cual, y pasamos al siguiente argumento, que durante 9 años no requería de una contribución igualitaria de los hermanos…
- ¿9 años?
- Eso decía Santiago…
- ¡Cada vez cambiana más las cifras!
- De hecho, siempre según el menor de los hermanos, todos los miembros de esa familia lo estaban pagando de forma equitativa a través de su herencia que iba desapareciendo progresivamente…
- Progresivamente y despilfarrando…
- Creo que eso no lo decía Santiago –ironizaría equis-. Seguía este diciendo que era importante que en la casa de Valladolid se tuviera cuidado con los gastos que fueran evitables con facilidad. Por ejemplo, que fueran los hermanos quienes pagaran los gastos del 90 cumpleaños de su madre…
- El chocolate del loro…
- Eso mismo. Luego, Santiago se despedía diciendo que a lo mejor el correo había resultado algo largo, aunque él así lo había preferido.
- Bueno –dijo Brassens-. Con eso terminaba el correo de Santiago. ¿Y qué venía después?
- El 28 de abril de ese año 2.010 escribía Alberto, el segundo de los hermanos.
- Vamos a ello.
- Según Alberto, el cruce de opiniones estaba resultando esclarecedor, pero que el punto de consenso no aparecía demasiado claro, lo cual invitaba a dejar las cosas como estaban, creyendo que estaba todo resuelto, cuando el horizonte a medio plazo no se presentaba tan halagüeño como aparentaba…

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