Juan Carlos Sotomenor interrumpía su marcha hacia la sala de reuniones, golpeando levemente a su número dos.
- ¿No has notado algo raro? –preguntaría de repente.
- ¿Qué cosa? –inquirió Santiuste a su vez.
- Nos ha llamado como si estuviera en su casa, con toda tranquilidad…
- ¿Cómo lo iba a hacer, entonces? ¡Si al único que se lo podía impedir lo tiene bajo control!
- Sí –manifestó Sotomenor-. Bajo control… pero no lo puede mover de allí.
El jefe de la policía de Chamartín reemprendía la marcha, justo para detenerse sólo unos pasos más allá.
- ¿Y piensa que lo va a tener así toda la noche? ¿Hasta que nos sea posible llegar a por él?
- ¿Piensas que…?
- Pienso que, definitivamente, lo ha capturado Romerales. Y que está jugando un doble juego…
- No. Si a desconfiado no te gana nadie –observaría Santiuste.
Sotomenor observó atentamente a su inmediato subordinado, alzóla barbilla como acostumbraba cuando estaba a punto de pontificar y dijo:
- Mira, querido. Aquí no hay nadie que engañe. Todos estamos aquí por el interés. Sea por el dinero o por lo que fuera. Este tinglado no sería posible si no fuera por eso.
- Y Caldera no es una excepción a esa regla…
- ¡Figurate! ¡Lo hemos reclutado de entre ese grupo que asaltaba la embajada de Cuba y se hacía fuerte en sus despachos… -recordaría Sotomenor.
- Pero decía que él era uno de los manifestantes del 15 M…
- ¡Te vas a creer que todos los del 15 M eran unos santos por el hecho de serlo… Mira, yo no me creo de la misa la media.
Santiuste miró gravemente a su jefe, pero no contestaría a sus últimas palabras.
- Bueno. Tenemos una ventaja en todo esto. Nosotros sabemos lo que está ocurriendo, pero Romerales se cree que nos hemos tragado el anzuelo.
- ¿Y?
- Tenemos que soltar un poco de cuerda. Como cuando nos íbamos de pesca los veranos.
- ¿Y cómo se hace esto en este caso?
- Primero vamos a decirle que nos disponemos a organizar un grupo que recoja a Romerales y a Caldera… pero les vamos a decir que todavía no los tenemos en la comisaría, de modo que nos harán falta de media hora a hora y media para establecer el dispositivo…
- ¿Y se lo va a creer?
- Me da igual si se lo cree o no –proclamó Sotomenor después de mover nuevamente su barbilla-. Lo cierto es que, antes de que concluya el plazo, daremos buena cuenta de ellos.
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