miércoles, 23 de noviembre de 2011

Intercambio de solsticios (274)

- De modo –prosiguió equis-que se despidieron en la puerta de la cafetería. Los dos hermanos Jiménez se dirigieron hacia el garaje en el que Raúl tenía aparcado su coche. Había ofrecido a su hermano acercarle a su casa.
- A lo mejor en ese momento fue cuando Leonardo Jiménez expuso a Raúl su teoría –avanzó Brassens.
- Lo intentó, efectivamente –contestó equis-. Pero Raúl Jiménez era una persona de escasos reflejos y aún estaba abrumado por lo que había visto.
- ¿Y qué dijeron en ese viaje?
- Poca cosa. Raúl se refirió a una anécdota. Por lo visto, la familia de Vicente tenía algún misionero en su amplia nómina. Una vez organizaron una misa en una de sus casas y el cura les debió cantar las cuarenta.
- ¿Ah sí?
- Debió decirles que había una obsesión muy clara en la familia de Vicente, que era la obsesión por el dinero. Y eso no debió gustar demasiado a los allí congregados.
- Supongo que no –aceptó Brassens-. A nadie le gusta que le revelen su lado más oscuro.
- Bien. De modo que resolvieron quedar para otro día. Otra vez en el despacho de Raúl Jiménez.
- Y… ¿qué pasó entonces?
- Que Raúl explicó a su hermano que había hablado con el detective y que le había dicho que era conveniente esperar algún tiempo.
- Supongo que entonces Raúl podría explicar a su hermano lo que pensaba –dijo Brassens.
- Sí. Le vino a decir que había llegado el momento de hacer público lo que habían hecho al conjunto de sus hermanos. Primero lo explicarían y después tendrían una reunión entre todos.
- Era bastante lógico.
- Bien. Por lo tanto Raúl empezó a hacer un juego de fotocopias del informe, una para cada hermano y Leonardo habló con el otro hermano que vivía en esa misma ciudad.
- ¿Y cómo se desarrolló esa conversación?
- Bien. Como era de esperar. Además que el terreno estaba abonado para que tuviera el efecto pretendido.
- ¿Qué quieres decir con eso? –preguntó Brassens.
- Nada en especial. Leonardo explicó con todo lujo de detalles la historia de lo ocurrido. Alfonso, su hermano, le interrumpió para comprender exactamente lo que no entendía en un primer momento. Luego afirmó que le parecía bien que se vieran todos los hermanos para tomar una decisión. Después agregó dos cosas más:
- ¿Y qué dijo? –preguntaría Brassens.
- Lo primero, que a lo mejor habría que contar con algún otro de los hermanos de Vicente, a pesar de la negativa de Salvador y de Francisco. A lo que Leonardo contestó que cabía esa posibilidad, pero que convendría someterla a la decisión de los hermanos.

No hay comentarios: