Hay 3 aspectos del reciente debate de política general que me interesaría resaltar.
El primero, el cara a cara Zapatero-Rajoy. No hubo novedad en él. Sonaba tan a "repe" que apenas si fue el tercer debate electoral, eso sí, despejando las tensiones de los 2 primeros, las "niñas" y las "buena suerte". La política española está anquilosada, es aburrida y se hace sólo en interés de los 2 principales contendientes. PP y PSOE nos piden el voto para "que se vayan" o para "que no vuelvan" y luego -nuevos mefistófeles- se apoderan hasta de nuestras almas.
El segundo aspecto es el relativo al debate Zapatero-Erkoreka -el portavoz del PNV-. Este se pareció bastante al cariño que puede sentir un oso cuando te abraza y a la sensación de fragilidad, vecina al desfallecimiento final, que presumiblemente experimentas en esos amorosos -para la bestia- momentos. El PSOE le quiere al PNV, aunque sólo le proporcione cándidos arrumacos que adjudica en forma de dolorosos zarpazos. Y su organización vasca pretende además gobernar con el partido nacionalista, sólo que mandando. Zapatero le vino a decir a su contendiente que el nuevo Estatuto lo harían ellos y Erkoreka -según el símil musístico por él empleado- no le ganó a la pequeña ni a la grande, carecía de pares y ni siquiera pudo envidar a juego siendo mano Zapatero. Y se retiraba pesaroso y corrido a su escaño. "Cuando no entran cartas es que no entran", venía a decir. Lo cierto es que él no era más que un "sparring" dedicado a entrenar al descomunal cuadrípedo que cuando se eleva sobre sus 2 patas traseras es como para echarse a temblar. El tiempo dirá si el oso se zampa la miel de los vascos o debe retirarse a la caverna e hibernar durante los próximos 4 años euskaldunes.
Y el miércoles por la mañana se abrieron las puertas del Congreso y entró el aire fresco de la calle. Era Rosa Díez que le contó a su ex jefe las verdades del barquero. Nada nuevo para quienes compartimos proyecto con ella, pero toda una revolución para nuestra apoltronada clase política. Una denuncia de esta España construida -¿destruida?- a base de retales de intereses superpuestos, donde la emulación no equivale al progreso sino a la práctica de la rapiña sobre el patrimonio común de los españoles, aludiendo al derecho pero basándose en el privilegio y ejerciendo la insolidaridad.
Rosa fue breve y concisa -carecía de tiempo- pero dejó en sus cortos minutos levantada y dispersa la hojarasca de las largas horas anteriores.
A las 2 Españas de Machado oponíamos nosotros una tercera. Y esa fue la España que habló en el Congreso en la voz de una mujer vasca, valiente y -a poco que se empeñe- universal.
viernes, 11 de abril de 2008
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4 comentarios:
El discurso de Rosa fue importante y esclarecedor además de magnífico en su brevedad.
El duelo dialéctico psoe-pp ya no interesa.
No hay nada como echarse flores!
Estimado Fernando:
Hay vientos frescos que entran en las Cortes y se hacen cortesanos. Juan Antonio Labordeta entró con "todas las banderas rotas sobre la mesa" y salió cortesano y con un país en la mochila.
Espero que Rosa Diez ejerza una oposición férrea y antioxidante. La España que propugna es la España de todos y sus votos no pueden valer seis veces menos que los votos de los nacionalistas.
Entre Rosa Díez y yo nos une la cuna de un valle de hierro; ella de Gueñes y yo de Galdames, además de unirnos UPyD. Que duda cabe que sus palabras en las Cortes tienen su eco mezclada con otros ecos mas nefastos de un 23 F; y de voces muertas y vivas que viven excelentemente por un puñado de votos de unos ciudadanos bombardeados mediáticamente en pro de dos caballos ganadores: PSOE Y PP. La voz de Rosa Díez rebota en la bóveda del hemiciclos rompiendo muchos tapones de cera de pabellones auditivos con exceso de cerumen.
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