miércoles, 23 de abril de 2008

El "embajador" del Tíbet

Thubten Wangchen llega tarde a la cita. Me dicen que ha dado una charla en la cárcel Modelo y que tiene el móvil desconectado y me sorprende la información: cuesta trabajo imaginar a un monje tibetano utilizando un instrumento tan poco oriental, en apariencia; pero deduzco provisionalmente que el Kipling que decía "Occidente es Occidente y Oriente es Oriente y nunca llegarán a unirse" quedó tan atrás como la Inglaterra victoriana en esa "Britannia rules the waves", a pesar de que siga siendo su himno nacional. Y como Wangchen -el director de la Casa del Tíbet de Barcelona, una especie de embajador de su país en España- se retrasa, para hacer tiempo me recluyo en la biblioteca donde hojeo un par de libros de fotografías de ese país. Al fin llega. Wangchen viste la túnica azafrán clásica de los monjes tibetanos y saluda. Entra en la oficina para analizar su agenda de ese día y de allí sale la secretaria para preguntarme sobre el tiempo de nuestra entrevista. "Una media hora", le digo. Wangchen sale de la oficina y entrega algo que se diría un brebaje a un fornido individuo que le esperaba también. "Estamos con ustedes -le dice-. Cataluña está con ustedes" y me quedo pensando en cómo los nacionalistas son capaces de franquear abismos políticos, históricos y humanos -en apariencia insondables- para encontrarse con otros. Pero no me dura mucho la reflexión, porque Wangchen me invita a entrar. Me siento ante el mismo escritorio abigarrado de papeles en el que Sisi y yo mantuvimos una conversación con su pupilo Ngawang semanas atrás. Wangchen es un hombre afable, pero se le nota atareado, en una lucha permanente para dominar su agenda, tan contagiado del "stress" occidental que se diría incapaz de retener un tiempo para dedicarlo a la meditación trascendental. ¿En la lucha de civilizaciones ganó la nuestra?, me pregunto sin tiempo para contestarme.
Le digo que conocí al Dalai Lama en la época de Ardanza, cuando yo era parlamentario vasco, y contesta. "¡Ah. Mañana estoy con el Lehendakari". (Cuando escribo estas líneas, he tenido la oportunidad de leer esa "perla" a la que tan acostumbrados nos tiene Ibarretxe: "Respeto a España como el Tíbet respeta a China", me pregunto si el lehendakari se siente semejante al Dalai Lama y pienso en que la política "española" de esa región hoy vinculada a China quizás sea bastante mejorable).
Paso a formularle mis preguntas.
Fernando Maura. ¿Qué opina usted acerca de la acusación según la cual todos estos disturbios han sido alentados por la CIA?
Thubten Wangchen. El Gobierno chino dice que es la CIA para que quedemos mal.
FM. ¿Cuál es su opinión acerca de lo que se dice de los incendios, asesinatos... que se han producido por parte de los tibetanos?
TW. Incendios sí. Puede que en algún comercio haya muerto quemada alguna gente que se quedó dentro. China habla de 18 muertos chinos, pero ha habido 156 tibetanos que han perdido la vida. Hoy mismo hay un toque de queda en Lhasa y los monasterios están sellados. Además, el Gobierno chino ha dado permiso para disparar contra los tibetanos. Se trata de una revuelta integral, no sólo de la parte que China considera como autonomía del Tíbet, sino de todo el Tíbet.
FM. ¿No resulta un tanto paradójico que una gente tan partidaria de la no violencia, como son ustedes, recurran a medios violentos para conseguir sus fines?
TW. Los tibetanos no somos santos, somos humanos. Nuestra paciencia ha durado 50 -49- años. Ha llegado al límite. China se comprometió ante el Comité Olímpico Internacional a respetar los derechos humanos. Es una pequeña violencia. Hay militares chinos que se disfrazan de monjes tibetanos, se mezclan en los incidentes y van armados: les fotografían para involucrar a los monjes.
FM. ¿Cómo ve el futuro?
TW mueve la cabeza en señal de negación antes de contestar: Los gobiernos occidentales no hacen mucho por los intereses que tienen con China. Pero somos optimistas. Quedan 3 meses para los Juegos Olímpicos y todavía hay tiempo para negociar con el Dalai Lama la autonomía del Tíbet. Ya está claro que la inauguración de los Juegos va a ser un fracaso porque muchas autoridades -Sarkozy, Gordon Brown...- no van a asistir.
"Nada dura por siempre -me dice Thubten Wangchen antes de que un respetuoso pero prolongado silencio dé por concluida nuestra entrevista-. La India tuvo que esperar 150 años. Nosotros llevamos 50".
Son más de las 13'30 cuando salgo de allí. La puerta principal está cerrada ya y debo abandonar la casa por la puerta de atrás. La calle me deslumbra con la claridad mediterránea de Barcelona. Dejo atrás la calle Roselló para tomar un taxi. "Calle Aragón, 47", le digo al conductor antes de hundirme en mis pensamientos. Tíbet y la India, China y Gran Bretaña; violencia, no-violencia y violencia... Todas las ecuaciones parecen fallar en algún punto.

1 comentario:

Maria Seco López dijo...

Segun lo que escuché de un monje tibetano, dalai lama recomienda que se informe a todo el mundo de la verdad de la situacion que viven.
Desecha la violencia pero los jovenes monjes estan que trinan.
La informacion es basica, mucha gente pensaba que el Tibet era la reserva espiritual del mundo.