viernes, 13 de noviembre de 2009

Intercambio de solsticios (42)

Historia de Adelfa (2)

Ahí empezó todo. Entonces, mi hermana, se fue a vivir conmigo, en donde ella tenía su novio, que era unas casas más abajo. Y luego, entre mi hermana, su novio y yo, nos escapamos y fuimos a Gabón, porque yo tenía unos meses. Yo salí de ahí con 4 meses de vida. Mi madre se enteró de eso. Y luego vivimos en Gabón.
A la edad de 5 años empecé a ir a la guardería. Una mañana me enfermé en la clase, y mi hermana fue a recogerme. (Sinceramente va a ser muy difícil redactar todo eso porque no es mi idioma el español y es muy difícil traducirlo todo). América dijo que yo no tenía nada y que no pasaba nada. Entonces, a lo largo del curso, fui yo siendo víctima de una enfermedad, aparentemente que no tenía nombre. Y mi hermana llamó a mi madre y le dijo: ‘Es que Adelfa no duerme. Siempre dice que viene un helicóptero que le va a llevar’. Dice mi madre: ‘¿Cómo va a decir una niña que le va a llevar un helicóptero si esa niña nunca ha visto un avión, ni un helicóptero?’ Dice: ‘Pues, si quieres, vente por acá y velo tú’. Entonces mi madre llegó. Al parecer, cuando llegaba a las tres de la madrugada, me despertaba y recogía mis cosas, y yo decía que me iba, porque iban a venir a buscarme gentes con helicópteros que tenían mucha luz, por cierto. Entonces ¿qué pasa? Llegó un momento en que yo ya no quería comer. Yo ya no comía porque decía que me iba a ir.
Meses después, mi madre se dio cuenta que, entre médico y médico, no había solución. Me recogió, me llevó a mil curanderos, al sur del Congo, al norte de Camerún. Bueno, en Guinea no hablemos, en todos los sitios. Porque, en Guinea mismo, precisamente, en toda esa época estaba prohibido pues hacer medicina tradicional y de una manera abierta. A una mujer-pigmeo, al sur de Congo, la dije: ‘Esa niña ha nacido dos veces, y está posiblemente para volver a morirse, porque se queja del trato. Y, si no tenéis mucho cuidado, se morirá’. Y mi madre dice: ‘Ya que ha nacido ¿por qué tiene que morir? Yo la quiero mucho. Y la quiero tener conmigo’. Entonces, pues, era una enfermedad, muy, muy complicada, que desgraciadamente mis hijos hasta hoy en día siguen padeciendo (…)mucha explicación, pero, hace sufrir mucho, la verdad. Pero yo, ahora mismo no siento nada, no sé nada. Pero, a lo largo de mis años, siempre he sido muy enfermiza, de cosas bastante raras, que, hay veces que te ves como víctima; otras veces dices: ‘a lo mejor me ha tocado a mí y tengo que aguantarme, cuando (…)’ Bueno, la cuestión está en que, cuando me curó un poquito, mi madre me volvió a llevar a Gabón. Ya tenía ya alrededor de 7 años, porque habíamos pasado 2 años de curandero en curandero. En Gabón me dejó. Esa vez me quedé con mi hermana, para hacer el colegio. Y mi hermana tenía ya 15 años. La encontró embarazada. Cuando mi madre me acompañó a mí. Le dije: ‘Vente al pueblo a dar a luz’. Y mi madre dijo: ‘Entonces (…) y yo’. Entonces nos fuimos otra vez al pueblo. Entonces, empezó ahí otro calvario. Mi hermana dio a luz a un varón. Y empezó en que mi padre acusaba a sus hijos que fueron ellos los que (…) los nietos de él (…) Santiago, que es el hermano mayor de mi madre, le dijo: ‘Antonio, no digas tonterías, porque nadie puede matar a uno de los tuyos. Todo el mundo lo sabe lo que está pasando. Así que ten cuidado porque es mi hermana y yo no quiero volver a ver otro muerto’.
Fuimos a (…) y, una tarde que mi hermana vino cansada del trabajo, y me dijo: ‘¡Adelfa! ¿Has comido?’ Y le dije: ‘Sí’. ‘Pues voy a comprar un pan, porque tengo hambre’. Entonces me fue a comprar un pan, porque yo ya había venido de clase (…) Y cuando yo venía lanzadita con el pan, hay una esquina, antes de llegar a mi casa, que, como hay charcos de agua, ahí en el suelo, siempre. Me tropecé a una señora mayor. Porque yo tenía mucha prisa. Yo iba corriendo y ella venía muy tranquila (…) Me tropecé. Y el pan se me cayó en el suelo. Y se me quedó mirando, y me dijo: ‘Ven conmigo y vuelve a coger otro pan, porque la culpa ha sido mía’. Volví, y me dijo: ‘¡Qué guapa eres! ¿Y quién eres?’ Y yo: ‘(…) dicho que no hable con extraños’. Entonces volví. Y al estar en casa con mi hermana. Y esa señora, que ya era bastante mayor, unos 49 años, vino detrás de mí, y dijo: ‘¿Aquí vives?’ Y le digo a mi hermana: ‘Me ha seguido cuando traía el pan’. ‘Pues, si te sigue, por algo será’. Dice: ‘¿Y qué quiere, señora?’ ‘No. Esta niña me parece muy guapa. Y yo tengo varios varones, todavía sin casarse. Me gustaría que se casara con uno de mis hijos. Tengo uno. Pero tengo también sobrinos’. Y mi hermana dice: ‘Es pronto (¿joven?) para casarse’. Se rió un poco y se fue.

1 comentario:

Sake dijo...

¿Porqué enfermamos? ¿son bichos que nos invaden? o convertimos en bichos lo que entendemos por mala intención o ¿es la mala intención el mal bicho?.