viernes, 27 de noviembre de 2009

Crónica de un Congreso (III)

Sábado, 21

En mi crónica anterior había pasado por alto que, después de aprobada la gestión me fui hacia la sala de la comisión que se me había asignado y que efectivamente correspondía con la de Reforma de la Constitución. Allí elegimos la mesa tras lo cual salí para casa.
La mañana siguiente, Madrid amanecía frío y limpio en su claridad, aunque la ciudad ya va acumulando suciedad y polvo de tantas semanas en que la lluvia no acaba de hacer acto de presencia entre nosotros.
Llegué directamente a la sala de la comisión, donde ya los delegados se afanaban en preparar sus intervenciones y la mesa explicaba el procedimiento. David Ortega. el ponente, me saluda con su expresión característica:
Maestro Maura. Llega usted tarde.
Apenas habían pasado 10 minutos desde la hora prevista del inicio de la reunión –las 9-. El tiempo necesario para saludar a los compañeros que te paran por el camino, explico.
Las enmiendas se van sucediendo y el ponente las va encajando con buen estilo integrador. Agradece cada una de ellas y el ritmo de su aprobación progresa de forma razonable.
La presidenta espera a que transcurran un par de horas antes de ofrecer una pausa para el café. Es el momento que elijo para ir a votar.
Las terminales que aloja el “hall” del Palacio de Conresos permiten una razonable afluencia de votantes, pero el procedimiento del voto electrónico cuenta con sus dificultades, en especial para quienes hemos nacido en el mundo de las tecnologías viejas –o de las no tecnologías- y me hago un pequeño lío con la contraseña y la tarjeta del “rasca-rasca” que la descubre como si esa fuera la lotería de UPyD, según la cual, el voto siempre toca.
Y se trata de una votación larga. Varios óraganos nacionales y, entre ellos, nada menos que 150 miembros del Consejo Político. La democracia es labor que requiere su tiempo cuando la elección está abierta, lo mismo que resulta simple –demasiado, quizás- cuando las alternativas están cerradas y bloqueadas.
Cuando regreso a la sala de comisiones, UPyD ha resuelto ya la reforma de la Ley Electoral. Muy pronto llegará el asunto seguramente más espinoso de este Congreso: la definición de la forma de Estado, o la cuestión del “Estado Federal”.
La ponencia ha preparado una transacción que pretende aproximar posturas en relación con las formuladas por los distintos enmendantes. La presidenta abre 3 turnos a favor y otros 3 en contra, en orden a favorecer el debate. Yo asumo el primero a favor. Lo harán después Ramón Marcosd y Rafa Calduch.
Mi intervención empieza asgurando que estamos en el punto más importante de todos. Aquél que se evocaba de forma incesante por los reunidos en el hotel Costa Vasca de San Sebastián en la primavera de 2.007 y que encendería el semáforo verde de la Plataforma-Pro. Y es que, 30 años después de aprobada la Constitución, y desvirtuada esta en muchos de sus aspectos, debido principalmente a las estructura piramidal y no democrática de los partidos políticos, una ley electoral que defiende y representa en las mayoría de las ocasiones más a los territorios que a las personas y a un Estado de las Autonomías que era, ya desde su inicio, una formulación ambigua y sin apenas referencias comparadas. Todo esto nos ha conducido a una situación como la que vivimos ahora, en que los Estatutos de tercera generación han desembocado en la institución de la bilateralidad, de los acuerdos entre una determinada auronomía y el Estado, que es característica de los Estados Confederales. Y que no es sino un jaleo, un guirigay. En este sentido –agregaría- la ponencia en su enmienda de transacción aboga por un “Estado fuerte”, que sin embargo, no constituye nada más que una expresión ambigua y que no constituye una categoría jurídico-política. Por eso pide un “Estado Federal”. Ya sé que existe lo que se llama la “trampa de las palabras”, según la cual las palabras pueden expresar algo diferente de lo que en realidad significan. Pero yo siempre recuerdo la explicacióni que me repetía mi profesor de Derecho Político, don Pablo Lucas Verdú –discípulo a su vez de Tierno Galván- cuando yo estudiaba Derecho, hace desgraciadamente ya muchos años. “Recuerde usted Maura –me decía Lucas-, federar es unir…”
En ese momento, una voz en el fondo de la sala me conmina a que concluya mi intervención. “Yo soy siempre muy respetuoso con la mesa…”, digo. Y la presidenta me pide que vaya concluyendo. Y acabo diciendo que eso es precisamente lo que quiere nuestro partido, defender “lo que nos une”.
Se suceden las 5 intervenciones restantes. Y se produce la votación: 48 síes contra 41 noes y 7 abstenciones. Hemos ganado.
Dada la hora, la mesa liquida con premura el resto de las votaciones.
Hacia las 2 y media salgo al “hall” del Palacio de Congresos. Ahí me espera Félix Sánchez Montesinos y nos vamos a comer -segovianos y bilbaino- al restaurante que frecuentábamos en la época de nuestra sede nacional en la calle Orense. Allí están Rosa, Beatriz Becerra, Carlos Martínez Gorriarán y Sinforoso. La portavoz se interesa por lo que ha ocurrido en la comisión.
Después de comer regresamos al Congreso, al salón de plenos, donde se van sucediendo los diferentes debates, que se salvan sin problemas y con un generoso turno en contra que la mesa –Félix del Cura, un magnífico presidente- ha habilitado generosamente.
Mencionaré alguna cosa en lo que se refiere a este trámite.
- En cuanto al debate de la resolución de reforma de la Constitución, cabe señalar la pobreza –siempre desde mi particular punto de vista, claro- que tuvo el turno en contra a la misma. A veces parecían más bien los argumentos vertidos en una discusión de barra de bar que los acostumbrados en un partido “ilustrado”, como el nuestro.
- En lo que se refiere a la ponencia de Estatutos, debo señalar que me entristeció que el Congreso no aceptara el criterio de la ponencia por el cual los simpatizantes puedan participar en las primarias para la elección de los cabezas de lista por UPyD a las diferentes instituciones. Pero en eso consiste la democracia.
- Y para terminar, que la intervención de Nacho Prendes –el ponente de la Comisión de Organización y Estatutos- con posterioridad a la del candidato alternativo, Valia Merino, merece ser tenida también como una importante pieza de oratoria. Nacho empezaría agradeciendo el tono del candidato, si bien no que lo hiciera en aquel momento. Con un tono de creciente calentamiento, Prendes fue explicando lo que de acuerdo con los textos que manejaba habían sido las prácticas del grupo opositor, llegando a lo que en nuestros tiempos de universidad se tenían por “prácticas leninistas”: reparto de los disidentes en “uve”, “uve doble”; quejas e interrupciones, voto disciplinado… Y hasta la utilización en correos y comunicaciones de términos abiertamente ofensivos contra la dirección del partido. Nacho Prendes fue muy aplaudido y felicitado.
Realizada la votación de los Estatutos –con papeleta-, charlo con José Luis Ainsúa y con otros compañeros. Más tarde, la mesa da cuenta del apretada victoria en la adopción de la ponencia de reforma de la Constitución y que la comunicación de los resultados de las elecciones a los órganos de decisión se demorará, de modo que suspende el Congreso hasta la sesión de clausura de mañana en que se dará cuenta de los mismos.
Salgo con Rafa Calduch y una multitud está abandonando el Bernabeu –también ha sido tarde de partido-. Estoy a punto de iniciar el regreso a casa cuando un compañero del servicio de orden dice que los delegados tenemos que volver al auditorio.
Así lo hago y engarzo una conversación con Alvaro Anchuelo hasta que la mesa ofrece la información que estaba prevista. Pero se retrasa en ello más tiempo que el prometido.
El resultado supone una abultada victoria de nuestras tesis: un 80% de los votos.
Con el buen sabor de boca correspondiente, salimos otra vez Rafa calducho y yo del Congreso. Esta vez sí, con destino a casa.
Son ya más de las 11.

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