jueves, 14 de marzo de 2013

Cecilia, entre dos mares (y 55). Cecilia, decide (V)

Abrió la puerta. De espaldas, a ella, que contemplaba las casas grises del extrarradio, estaba un señor vestido con un traje gris a rayas blancas. "¡Otro contratiempo desagradable!", pensó. Había reservado para ella sola el departamento y se lo tendría que advertir. - Usted perdone... - La que tienes que perdonar eres tú -dijo el señor aquel sin dejar de mirar hacia la ventanilla. Me he permitido el atrevimiento de acompañarte a este viaje. Entonces se dio la vuelta. Pero Cecilia ya había reconocido su voz, tantas veces pronunciada junto a sus oídos junto a su boca... Cerró la puerta, se apoyó en ella y se echó a reír. - Este viaje... Y alguno más que se nos ocurra, Cecilia. Un largo túnel se abrió ante ellos. Afortunadamente, la bombilla titubeó, proyectando sobre ellos, apenas una luz amarillenta. Cecilia le besaba y le preguntaba por cosas y más cosas, y le volvía a besar...

1 comentario:

Sake dijo...

El amor es lo suficientemente caro como para aprovecharlo cuando aparece.