miércoles, 6 de marzo de 2013

Cecilia entre dos mares (53). Cecilia, decide (III)

- Don Miguel. La señorita Llosa ha dejado esto para usted -el conserje le entregaba un sobre de color azul cielo, perfumado. Iturregui se sentó en el sofá de cuero rojo y leyó la carta: "Querido Miguel, 'No sé cómo has conseguido que te quiera. Lo he pensado mucho y he llegado a la conclusión de que eres una especie de diablo -iba a decir que de 'diablillo', pero estás hecho de una pasta más fuerte-. Un diablo al que le abres la puerta de tu casa pensado que, con la misma facilidad con que entra, saldrá. Pero, contigo no ha ocurrido eso. Te has quedado, y muy dentro, de mí, además. Yo te quiero, Miguel. Te quiero tanto que no puedo aceptar que sufras por mi causa. Hay algo más, y es ello que la vida me ha traído problemas, cosas que no te he contado, cosas que te he contado... Y lo que sé muy bien es que no me gustaría recordarte como un problema, tampoco como un desamor. Quisiera que fueras feliz, y sé que es muy posible que lo llegues a ser: tienes para eso la capacidad de adaptarte a las situaciones complicadas y sabrás salir también airosamente de esta. Aprende a olvidarme, yo intentaré olvidarme de ti. Gracias por todo lo que me has dado. Gracias por el aire que estoy respirando, que he respirado -aunque sea el de este Bilbao contaminado por el humo gris de la industria y por el barro que se acumula en la calle-. Te quiero y quiero mantener el recuerdo de ti con la dulzura que hemos compartido estos meses".

1 comentario:

Sake dijo...

A veces es mejor guardar un buen recuerdo que mantener lo inmantenible.