viernes, 2 de septiembre de 2011

Intercambio de solsticios (230)

Se trataba de una trampa. Y Cristino Romerales la percibió desde el primer momento: ellos, Cardidal y compañía, sabían perfectamente que tenían retenido a Bachat. ¿Dos horas? ¡Un siglo para decir lo que podían haberle contado desde el primer momento!
En rigor debería activar la segunda fase del plan de acción. Pero Romerales era muy consciente de la importancia que su presidente otorgaba a las formas. “Eso es lo que verdaderamente nos distingue de los demás, Cristino”, le decía Sánchez. Ese respeto que le impedía ahora poner alguna de sus tanquetas en los límites de Chamartín, con la orden conminatoria a sus autoridades de que liberaran con carácter inmediato a su jefe de policía.
Las formas… tan importantes en la política, siempre que fueran cumplidas por todos. De lo contrario, eso se parecería bastante a luchar contra una banda terrorista: ellos se aprovechan del Estado de Derecho, que también a ellos protege; en tanto que lo destruyen con sus atentados, secuestros y chantajes varios.
En eso consistía la grandeza de la democracia, paradójicamente, en sus propias debilidades; en su amparo por igual a todos los ciudadanos, incluso a quienes no creen en ella.
Romerales activó el “walkie-talkie” que había entregado a Vic Suarez:
- ¿Hola?
- ¿Qué tal Vic?
- Bueno… Jorge está tranquilo, ya sabes, relativamente. Pero yo estoy muy preocupada.
- Sí. Estamos en ello. Esta misma madrugada saldremos de dudas.
- Ya. Supongo que no me puedes decir nada más.
- No por este medio. ¿Está Jorge?
- Sí, dormitando, el pobre. Aún se resiente de la paliza que le han dado. Pero te lo paso.
Jorge Brassens cogió el “talkie” muy rápidamente.
- ¿Qué tal Cristino?
- Bueno. Veremos cómo transcurre la noche.
- ¿Necesitas ayuda?
- De momento no. ¿Cómo te encuentras?
- Dolorido, pero pasará. Los que no se irán tan fácilmente serán nuestros amigos…
- Estamos en ello.
- De acuerdo.
- Hay una cosa que me preocupa, Jorge.
- ¿Algo más?
- Sí, tu seguridad. Esta gente, me lo has dicho muchas veces, es implacable.
- Bueno. Nosotros no estamos en condiciones de movernos. Ni siquiera tenemos coche…
- Bien. deja que vea ese asunto. ¿Notáis control policial?
- Eso es seguro.

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