A finales de los años '80 la situación política del centro-derecha en España era caótica. Su principal expresión -Alianza Popular- no había encontrado aún el liderazgo necesario y a los que se referían al "techo de Fraga" -el porcentaje máximo de votos obtenido por su fundadpr- les respondían otros aludiendo al "suelo de Fraga", del cual tampoco caía el ex Presidente de la autonomía gallega, cosa que sí les ocurría a otros.
Fue en ese momento cuando algunos componentes del sector más centrista de aquélla amalgama de siglas que eran el PDP y el Partido Liberal -o más apegados a la realidad, Ramón Rabanera participaría en alguna medida en la iniciativa- y capitaneados por Jaime Mayor nos decidimos a impulsar un proyecto nuevo para este espacio político en el País Vasco.
El escenario elegido para ese intento fue el peor de los imaginables: las elecciones municipales del '87. Hacer nacer de la nada a un partido y conseguir un millar de personas -algunas que tuvieran además tirón electoral en sus municipios- dispuestas a presentarse como candidatos y además por un partido que no le hacía ascos a la españolidad del territorio vasco era más o menos como aquélla serie de televisión que llevaba por título "Mission Imposible". Estoy seguro que quienes hayan seguido de cerca la gestación del proyecto de UPyD no podrán sino darme la razón.
Había, sin embargo, dotación presupuestaria para ese proyecto. Diferencia de no poca importancia en relación con lo que ahora estamos promoviendo algunos.
Pero recupero el hilo de la narración. Alianza Popular acometería muy poco más tarde una renovación en profundidad de su mensaje, sus ideas, su liderazgo y sus siglas: la refundación del PP. Los restos de nuestro trabajo en aquélla tentativa vasca se incorporarían a ese nuevo proyecto.
Algunos de los actuales líderes del PP vasco parecen beber en las fuentes de hace ya 20 años -dice la canción que "no es nada"- y piden una aproximación a la organización más regionalista, con alguna semejanza con sus socios navarros. Son declaraciones hasta ahora acalladas por la dirección del partido, pero que parecen cobrar alguna amplitud, no en vano el PP vasco ha perdido 29.000 votos con respecto al año 2.004, 59.000 de municipales de 2.003 a municipales de 2.007 y 118.000 de autonómicas a autonómicas.
No se ha explicado muy bien por quienes así opinan ni el contenido ni la forma en que eventualmente se produciría esta operación. Pero, para resultar creíble, habría de contar a mi juicio con los ingredientes siguientes:
Un nuevo mensaje que transmitiera un "corpus" doctrinal diferente. Seguramente más regionalista, por no decir que deudor en alguna medida de las tesis nacionalistas, si bien más moderadas -nuevo Estatuto, por ejemplo-. Trataría de recoger para esta posición política las tesis que el nacionalismo más soberanista está arrojando por la borda en su deriva radical. Claro que eso supondría un alejamiento de sus tesis más clásicas para abrazar lo que no ha sido sino el gradualismo nacionalista, repleto de metas volantes hasta el logro de sus objetivos finales: la territorialidad y el derecho de secesión.
Para ser creíble ese proyecto debería contar con otras personas diferentes a los actuales dirigentes del PP vasco, algunas procedentes de los viejos partidos nacionalistas y aledaños, algunas simplemente captadas de sus puestos de trabajo o de sus ociosidades para emprender esta tarea.
Junto a esta última está el liderazgo. Dejo apuntada la cuestión sin ulterior comentario, porque es asunto que siempre levanta ronchas, aunque no sea sino corolario obligado del punto anterior.
Esa nueva organización refundada debería -parece lógico- disponer de nuevas siglas y renegociar su "status" con la organización nacional de su partido, lo que abriría seguramente el melón de la fragmentación del PP. ¿A quién se le podría negar el derecho a practicar el mismo desgajamiento?
Son materiales para la reflexión, que dejo apuntados desde mi conocimiento de aquélla vana intentona del '87. En ella se habían puesto sobre la mesa todos los aspectos que he reseñado. Aún acometidos en su conjunto no estaba muy claro que no fuera sino una operación y no un proyecto diferente. Y es que la credibilidad -lo sabemos en UPyD- no resulta cosa fácil de transmitir si uno no ha quemado previamente las naves.
Todo mi respeto a las iniciativas de los otros partidos. Nosotros, a lo nuestro, que seguirá siendo la libertad y la igualdad ante la ley de todos los españoles.
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3 comentarios:
Profunda reflexion tu entrada de hoy, y aun mayor la qeu puede producir.
No obstante me parece qeu lo que quieres hacer es desplazar al PP de su posicion actual para ocupar con UPyD el sitio que el PP ocupa ahora. Esa es mi opinion.
Creo que todo el mundo puede estar de acuerdo en una cosa: En el Pais Vasco o en Euskadi o en la CAPV o como se le quiera llamar, hay espacio, e importante además, para un partido político de derechas y que aunque vasco, o precisamente por serlo, no haga ascos a lo español.
Partidos de derechas o conservadores, existen en todos los paises de nuestro entorno. Su razón de ser responde a una necesidad sociológica elemental: La representación de una parte nada desdeñable del electorado, que responde a esa sensibilidad.
En el Pais Vasco hay una tradición liberal de industriales y comerciantes, heredera por ejemplo de aquel glorioso Consulado de Bilbao cuyas reglas fueron la base de la legislación mercantil de España y de todo América latina.
Ahora bien: ¿Recoge el actual Partido Popular esas sensibilidades y esa tradición?
Personalmente me produce profunda inquietud los abrazos efusivos de los dirigentes del actual PP con personajillos en busca de hacer fortuna como Alcaraz, más propios de la España picaresca del siglo de oro, o incluso con activistas del peor matonismo extremista, y aún delincuente, como Ynestrillas.
No tienen sentido los constantes mensajes y guiños de la actual dirección del PP a la extrema derecha, entre otras cosas por que la extrema derecha no tiene otro partido al que votar, y al menos desde un punto de vista mínimamente práctico habría que dirigir los esfuerzos a otro lado, por ejemplo, al centro, que es donde está el caladero de votos que según el momento, pueden decantarse al PSOE o al PP.
¿ A qué se teme? ¿A la aparición de un partido ultra tipo Le Pen? Sería en todo caso un partido
minoritario y quizá hasta útil para marcar diferencias.
Hace falta una derecha amable, con sentido integrador de la convivencia, que se aparte de la bronca continua y del populismo fácil. Una derecha que huyera de los calentones mediáticos y que ofreciera una imagen seria y solvente de profesionalidad y honestidad política y personal.
Ya se que lo que digo es muy subjetivo, pero me temo que con los Acebes, Zaplanas, Arenas, etc. etc. no se va a ninguna parte.
Por poner un ejemplo en positivo, nadie duda que Ramón Rabanera sea de derechas. Incluso sus antecedentes históricos, son por decirlo gráficamente, del ala más derechista de la derecha. Sin embargo es un hombre de una amabilidad y una corrección extrema, que le han granjeado la simpatía y admiración incluso de sus oponentes políticos. Desgraciadamente, algunos de sus seguidores en Álava, jovencitos con aire de lo que en Madrid se llama niños de Serrano, paseándose por los bares de copas de Vitoria con ostentación de escoltas, así como la profusión de fachitas ágrafos sin ningún perfil profesional que invadieron el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación
de Álava, echaron por tierra toda la labor paciente y el buen sabor de boca que dejaron el propio Rabanera, y algunos de sus colaboradores como Juanchu Zárate o Antonio Aguilar.
Es muy significativo, que desde que Mayor Oreja dejó Vitoria, las labores de captación y proselitismo que aquél organizaba cesaron bruscamente. Los últimos cinco años de PP en el poder no lograron un solo afiliado más.
Y eso no es casualidad. Cada afiliado más, es un posible rival en listas o a la hora de acceder a un cargo. Y cuando eso es lo más importante, hay que cerrar las puertas del partido como si de un club exclusivo se tratara, a fin de que los que están dentro, puedan todos acceder a algún cargo.
¿Refundar el PP? ¡Llámalo como quieras! Desde luego hace falta un partido conservador pero alejado de la España cuartelaria y cañí de la ultraderecha de los camisas azules de la posguerra, y de los niños pijos del ricito jerezano.
¡Ah! ¡Y el euskera no muerde! Que si se quiere hacer un partido integrador que llegue a todo el mundo habrá que meter la cabeza en todas partes: El mundo obrero, los Sindicatos, el mundo rural, los baserris, las fiestas de los pueblos, el folklore, etc. etc. sin complejos y con voluntad de llegar y de convencer.
No sé si nuestra derecha está preparada o quiere estarlo para todo eso.
@Peter, creo que cada uno tiene la oportunidad de tomar las decisiones que considere oportunas. Por mi parte sólo he recordado lo que se intentó en 1.987 y lo que ocurrió después. A veces parece que las cañas de la historia se convierten en lanzas de futuro, pero no son más que hechos vividos que sólo mueven a reflexionar.
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