La canción que trae por causa esta nueva visita a las composiciones de Leonard Cohen formaría parte de su álbum."Songs of Love and Hate", publicado en el año 1971. A decir de alguno de sus críticos, se trata de uno de sus álbumes más oscuros y emocionales. En lo que se refiere a este tema en concreto, hubo quien aseguró que era como introducir entre la cubierta y el disco de vinilo una cuchilla de afeitar, toda una invitación al suicidio.
Antes que canción -o en todo caso, porque las composiciones de Cohen son siempre poesías- Avalanche era eso, un poema que figuraría en su libro "Parásitos del Paraíso". Del álbum Songs of Love and Hate, y en especial de Avalanche, se ha dicho que es un disco que destila una violencia atroz, obscena e inevitable. La desnudez que provoca este trabajo no es cómoda, ni reivindicativa, ni exhibicionista, sino imprevista y desconcertante. Una desnudez que encoge, de la que resulta urgente el recubrimiento de un abrigo.
Toda la vida, todo el amor pende de un frágil hilo en esta canción. Se diría que las relaciones entre los seres queridos se revisten de un barniz tan tenue que la dureza de los materiales primitivos se impone sobre la tintura exterior.
Se desprende de Avalanche una rara sensación de distancia, confundida por la urgencia del contacto, por una declarada innecesaria relación que, sin embargo, se concreta en la necesidad de mantenerla. El amor, el deseo, son impulsos contradictorios, y a veces se resuelven en límites muy imprecisos: un poco menos equivale a la exigencia de una mayor dedicación, un poco más es algo demasiado parecido a la exageración y al empacho.
El narrador del poema se sumerge también en la contradicción fundamental, lleva una fea joroba pero está subido a una colina de oro, es un inválido que precisa de alimento y vestido pero en realidad no los necesita. Existe también un vago desprecio hacia su amante, que no le ha subido al pedestal, porque él mismo es el pedestal. No acepta sus normas, no admite el menor síntoma de humillación, antes bien, él es un ser superior que reconoce el engaño de su amante (“no te envuelvas con harapos, porque sé que no eres pobre”).
El poeta -en la parte más terrible de la canción- se refiere al dolor propio que no admite comparación con el ajeno, es sólo la sombra de su herida, le advierte. Lo que le ofrece son apenas migajas de amor, que le son indiferentes. Aun así dice que la desea y la necesita. Sobre él lleva su cuerpo… ¿o será éste su propia joroba?
Pero vayamos al texto de la canción.
Bueno, entré en una avalancha
Que cubrió por entero mi alma
Cuando no soy este jorobado que ves
Duermo debajo de la colina dorada
Tú que quieres conquistar el dolor
Debes aprender, aprender a servirme bien
Me golpeas por accidente
Siempre que desciendes a por tu oro
El inválido que vistes y alimentas
No está muerto de hambre ni de frío
Él no reclama tu compañía
No al menos en el centro, en el centro del mundo
Cuando estoy sobre un pedestal
Pienso que tú no me elevaste hasta allí
No tengo por qué seguir tus reglas
Y arrodillarme, grotesco y desnudo
Porque yo mismo soy el pedestal
Por causa de esta horrible joroba que estas contemplando
Tú que quieres conquistar el dolor
Debes comprender lo que me convierte en un ser grato
Las migajas de amor que me ofreces
Son precisamente las que he dejado atrás
Tu dolor no acredita nada aquí
Es sólo la sombra, la sombra de mi herida
He empezado a desearte
Yo que carezco de ambición
He empezado a necesitarte
Yo que carezco de necesidad
Dices que te has alejado de mí
Pero puedo sentir cómo respiras
No te vistas con esos harapos por mí
Yo sé muy bien que no eres pobre
Ahora no me amas de una manera tan salvaje
Ahora, cuando sabes que no estás segura
Ha llegado tu turno, querida
Es tu cuerpo lo que llevo encima.
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