lunes, 12 de mayo de 2014

Conversación en Florencia (6)


- Te queremos. Alfonso. Por si no lo sabes te lo digo...

- Vale. ¡Ahora toca la declaración solemne de amor fraterno! Pero me temo, querida, que hoy no es domingo y además creo que no toca... Aunque te confieso que lo mío no son las liturgias religiosas...

- Todos hemos hecho las cosas mal. Pero esa no es razón suficiente para que nos castiguemos permanentemente...

Da Vircunglia la observa durante unos largos segundos, después niega con la cabeza antes de contestar.

- También es una buena manera de presentar excusas la tuya. Ahora parece que yo he sido el culpable de la ruptura...  Después de todo, era lo que has dicho antes.

- Está bien. Quizás hayamos sido el resto -dice Angélica, que está dispuesta a tragarse todo el orgullo, que hacia tiempo que había perdido, con tal de que Alfonso dé, siquiera un ápice, su brazo a torcer.

- ¿Y qué hay entonces? ¿Acepto unas disculpas que además no me presentan en toda regla y aquí paz y después gloria?

- Se trata de arreglar las cosas. Mamá está preocupada...

- ¡No faltaba más! ¡Seguro que le diréis que me he vuelto raro...!

- No le decimos nada. Te lo aseguro.

- Razón de más para que lo considere así.

- Tienes que volver, Alfonso... Por mamá, pero también por nosotros. Quizás por ti mismo...

Da Vircunglia vuelve a permanecer en silencio durante unos segundos. Su respuesta en este caso es más bien una crónica de los acontecimientos.

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