miércoles, 25 de abril de 2012

Intercambio de solsticios (352)

- No voy a consentir, seguía la mujer de Leonardo, que pase un sólo minuto de su tiempo disgustado por algo (trampas, zancadillas o similar) que injustificadamente le provoque nadie, especialmente vosotras dos, que sois a quienes va dirigido este e-mail –proseguía equis su narración. - ¡Vaya con la nueva cuñada! –exclamó Brassens. - Ya ves. Y seguía diciendo que ya veían, que estaba dispuesta a calmar las aguas y actuar “socialmente” delante de su madre siempre que fuera necesario, pero quería que tuvieran claro que en todo momento apoyaría a su marido y estaría a su lado, hombro con hombro ante todo el mal juego que se produzca. - ¿Eso era todo? –preguntó Brassens. - En cuanto a lo que decía su correo sí –repuso equis-. En realidad, ella no esperaba respuesta. Pero, seis días después, Carmen Jiménez, desde la cuenta de correo de Eugenia, dirigían un mail al nuevo matrimonio. - ¿Y qué les decían? - Que tras el mensaje de ella habían pensado despacio, como, escrito así, pediros disculpas y explicaros nuestra situación. Ante todo querían darles las gracias por hacer que el día del cumpleaños de su madre fuera un día muy feliz para ella. Seguían diciendo que disfrutaron todos de estar juntos los 8 hermanos y sus familias (los que pudieron acompañarles), agragaban. Hacía mucho tiempo que esto no ocurría. Y fue una comida de familia que recordarían siempre. Fue muy generoso y cariñoso de parte del matrimonio de Leonardo Jiménez el esfuerzo de venir a compartirlo. - Un poco de palmadita en la espalda, para empezar –sugirió Brassens. - Seguía con que estaban encantadas de que estuviera la mujer de Leonardo en la familia y junto a este al que evidentemente ella hacía muy feliz, porque era evidente que ambos eran muy felices juntos. - Una felicidad reiterada. - Sí –asentía equis-. Y luego decían reconocer que su organización de la celebración no fue buena y que eso estaba claro. Que las dos hermanas lo prepararon durante mucho tiempo… - Razóin de más para que lo hubieran hecho correctamente. - Que lo comunicaron a todos los hermanos con mucha antelación, pero que luego no lo recordaron adecuadamente. Que eso no era una disculpa, pero era que estaban Eugenia y ella con muchos problemas personales y laborales que se mezclan a nuestras otras obligaciones familiares y hacen que no hubieran controlado adecuadamente la comunicación de la celebración y sus detalles. - Era un lenguaje muy político. - De casta le venía al galgo –observaría equis-. Querían decirles firmemente que todos y todas los hermanos… - … Y hermanas. - No, eso no decían. Que todos los hermanos y sus parejas eran muy importantes para ellas, que el error no significaba una situación de falta de aprecio o de cariño.

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