viernes, 28 de diciembre de 2007

Ocurrió en... ¿2.018?

Hay años que son míticos. Esos nuevos profetas que son los novelistas nos advierten de la gravedad de los hechos por venir. Orwell nos anunciaba la catástrofe de una sociedad basada en la idea del ojo del "Gran Hermano" y que esa monstruosidad vendría a acosarnos en 1.984. En realidad el antiguo combatiente en las brigadas internacionales de la guerra civil española se equivocaba: su 1.984 había ocurrido ya y tomaba expresión viva tiempo atrás en los regímenes dictatoriales soviéticos y pro-soviéticos.
Hoy se ha vuelto a reeditar -como objeto de culto- la célebre película de Ridley Scott, "Blade Runner". Su acción se produce en una macro poblada ciudad que es Los Ángeles en el año 2.018. La civilización humana ha descubierto un nuevo "Eldorado" en el espacio exterior adonde se dirigen las personas que quieren encontrar nuevas oportunidades para una vida que ya apenas les ofrece ningún aliciente en el globo terráqueo. Pero de ese espacio llegan también los "Nexus-6" o "replicantes", inmejorables robots creados para ofrecer servicio a los seres humanos que escapan de la tierra. Son tan perfectos que llevan incorporado un mecanismo de auto destrucción que les para la máquina al cabo de cuatro años, de lo contrario se harían dueños de nuestro planeta. Y son tan perfectos también que quieren evitar que su vida concluya y buscan a su creador para que les soluciones ese grave dilema. Algunos incluso han sido suministrados de recuerdos, base de una vida cuasi normal, como una especie de terapia contra la depresión de una vida tan exigua. Si tienes recuerdos crees que eres un ser como los demás y cuando se te pare la máquina no serás consciente de que todo fue una grandísima mentira.
Los hombres de 2.018 se han convertido así en creadores, en dioses. Unos dioses que pueden morir a manos de los "replicantes", pero dioses al cabo que programan la vida y la muerte.
Diez años después de este que está a punto de comenzar no sería extraño que algo de lo que dice la película llegara a ocurrirnos. El avance en la investigación podría ponernos en la tesitura de crear seres cuasi humanos de los que podríamos obtener placer y servicios, algo así como ocurría en "el mundo feliz" de Huxley.
¿Cómo reaccionarían los moralistas de la época ante esa situación? Scott no nos ofrece pista alguna en ese sentido. Lo cierto es que la batalla mundial de este principio de siglo se llama reservar los esquemas religiosos al espacio personal de cada uno -ayer mismo, un atentado suicida a cargo de un devoto integrista del Islam acababa con la vida de Benazir Bhutto, en lo que constituye todo un ejemplo de elevar la moral religiosa de unos en el elemento configurador de la "convivencia" de todos.
Es verdad que la Iglesia -las iglesias- no son capaces de evitar los avances de la ciencia. El "Eppur si muove" se ha pronunciado muchas veces y se pronunciará más. La ciencia resuelve problemas y crea otros, lo mismo que el ser humano vive más años pero se tropieza en demasiadas ocasiones con la pérdida de la memoria, de los recuerdos... algo así como un nuevo "replicante" que vive una existencia sin sentido alguno.
Seguiremos buscando el sentido de las cosas y de la vida. "^¿Y aquién vive realmente?", le pregunta a Harrison Ford -el eficaz "blade runner"- una vez que ha concluido su trabajo uno de los encargados de la policía que controla la posible invasión de esos seres.
Es como una especie de cuento de Navidad, pero al revés. En ese año de Dios -o del diablo- de 2.018 todos seremos -lo somos ya- muy diferentes y desiguales. Y a la vuelta de un hospital cualquiera, en la Nochebuena, pondremos una canción de Simon y Garfunkel en la que el célebre dúo canta el bello villancico que habla de la noche sagrada, en tanto que la voz de un locutor cualquiera va ahogando la bondad de la canción simplemente contando las noticias que han ocurrido en el mundo ese mismo día. Hoy, esa canción nos hablaría de Bhutto o de la bomba de ETA en Valmaseda o de las decenas de muertos en Irak.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Presentación de UPyD en San Sebastián

Ignacio Latierro. Era un debate sobre mujeres y derechos sociales. Esos debates, considerados como asuntos de género que, de una manera más o menos inevitable, los grupos parlamentarios adjudican a alguna de sus parlamentarias. Pero -casualidades de la visa- en ese supuesto me lo asignaron a mí, porque yo era el que llevaba las cuestiones de tipo social. Por el grupo en el que estaba Ignacio, el socialista, intervino también otro hombre, Patxi López,
Yo me referí a la condición femenina con el título de una conocida obra, "el segundo sexo". la cual López se preciaba de no conocer. Latierro le amonestaba -más o menos públicamente- al actual Secretario General del PSE porque este sí que públicamente admitía no saber nada de esa obra y que su autora se llamaba Simone de Beauvoir. No será preciso destacar que desconocía también la vinculación entre la autora del ensayo y Sartre y todo lo que daría de sí lo que Henry-Levy llamaría "el siglo de Sarte", existencialismo incluído.
Claro que Patxi López no era aún el máximo responsable del PSOE en el País Vasco -lo era Nicolás Redondo- todavía no se habían celebrado las elecciones de 2.001, y existía en los constitucionalistas vascos la convicción de que estaba próxima la alternativa al nacionalismo.
Hoy día, y también porque creemos que es necesario fortalecer la alternativa al nacionalismo desde el progresismo ha nacido UPyD.
Han pasado desde esa anécdota casi 10 años y volvemos a oír hablar de unidad. El PP acepta marchar en una manifestación convocada por los sindicatos CCOO y UGT, a la que asistía también el Gobierno -que últimamente se reclama de España-. Un gobierno que está activando, ahora, la ilegalización de ANV, que con tanta insistencia le hemos pedido las fuerzas políticas constitucionalistas desde hace más de tres años.
Supongo que nadie pensará que esa "unidad" -que ya desde ahora pongo entre comillas- es fruto de una profunda reflexión entre el partido del gobierno y el de la oposición sobre el deterioro prácticamente absoluto que se ha producido a lo largo de esta legislatura entre los dos principales partidos nacionales y las perversas consecuencias que este deterioro produce en términos de cohesión de país; que sólo supone la creación de barricadas políticas, de revanchismos inútiles.
Y es que:.
- se han dinamitado prácticamente todos los
puentes de encuentro existentes, y se ha roto
el mismo concepto del consenso y su utilidad
para resolver los problemas de mayor calado
que atraviesa la sociedad española y que
exigen precisamente de la unidad de los
partidos.
- el gobierno ha intentado marginar a la oposi-
ción en todo momento, y el PP le ha "entrado al
trapo" siempre que se lo ha tendido el PSOE.

¿Por qué el martes 4 de diciembre el PP asistía a una manifestación con los mismos convocantes y asistentes que cuando en enero de este año, después del atentado contra la terminal 4 de Barajas decidió no asistir?
¿Por qué precisamente ahora -o justo después de Navidad, todo parece indicarlo- el gobierno pretende ilegalizar al instrumento político de ETA, cuando ha tenido todos los motivos para exigir la actuación del Fiscal General del Estado en ese sentido?
Lo saben ustedes igual de bien que los que nos sentamos en esta mesa: porque vamos a entrar muy pronto en campaña electoral -si no lo estamos ya.
Por eso fracasó la manifestación del día 4, porque todo esto se parece a unos fuegos artificiales, sólo que sin la apariencia y la belleza que estos tienen. Porque a los partidos nacionales se les ve venir, no son capaces de tapar sus vergüenzas ni siquiera cuando marchan unidos detrás de la misma pancarta.
Gobierno y oposición volverán por sus fueros, a su guerra sin cuartel, al "quítate tú que me pongo yo"... Y todo eso sin tener en cuenta la solución de los problemas reales de los españoles: el mismo terrorismo, el trabajo, la vivienda o la cesta de la compra.
Y que entre un aire nuevo y fresco en la democracia española.
Como hemos expresado desde UPyD, en una especie de fórmula que dice: más democracia, más igualdad.

Los partidos tradicionales no son capaces de hacerlo, ni siquiera les interesa. Como decía Tocqueville en sus "Recuerdos": "Conservan más la tradición de sus pasiones que sus pasiones mismas". Huelen a pasado -añado yo-, a rancio.
Por eso ha nacido el partido que hoy se presenta. Un partido que se concibió un 19 de mayo aquí, en San Sebastián, de donde han surgido tantos proyectos importantes en la historia de este país, como ¡Basta Ya!, que acabó con la resignación como única respuesta al terrorismo; o como el Pacto de San Sebastián -si se me permite evocarlo- que pusp fecha de caducidad a un régimen que no pudo ni quiso evitar la dictadura como la peor solución que tenía el mal gobierno. Conste que lo digo desde el convencimiento de que la monarquía española, además de que es la forma de gobierno que expresa nuestra Constitución, ha prestado -y lo sigue haciendo- un gran servicio a nuestra democracia.
San Sebastián, un 19 de mayo, en el hotel Costa Vasca. Y hoy, 15 de diciembre, en el Maria Cristina.
Yo no seré notario, pero soy de Bilbao -aunque con algunas gotas de sangre guipuzcoana. Decía mi mujer que algún defecto tenía que tener-. Pues doy fe de que este partido va, a por todas y por el camino que le corresponde, el de la unión de los ciudadanos en el progreso y la regeneración de la democracia.

domingo, 9 de diciembre de 2007

(Basado en una historia real).

Tenía una prevención cierta –que no es lo mismo que una cierta prevención- con esa empresa. Pues la correduría de seguros con la que colaboraba desde que salí de la empresa familiar me pedía que organizara una reunión. Así lo hice. Me acompañaba un tipo bastante pintoresco, un ingeniero un poco loco, con el aspecto de un otrora bien conocido escalador, la nariz curvada como el pico de un loro, la mirada inquiata y os gestos nerviosos.
Nos recibió un tipo escuálido, tímido y desarreglado, al que todas las cosas le caían anchas, desde el traje hasta el edificio donde se encontraba, pasando por el despacho que ocupaba.
Lo primero era presentar la correduría de seguros. En un momento dado, aquel tipo empezó a hablarnos de “Euskadi Punto Kom”, de las acciones que había realizado hasta el momento. Pero el hombre no se sabía bien –ni mal, no se la sabía- la facturación, de la empresa, de modo que hizo lo que debe un hombre que trabaja en una compañía de telecomunicaciones cuando precisa de un dato del que carece en esos momentos –y cualquier otro- esto es, levantar el teléfono. Pero no se comunicaba con nadie, por mucho que el buen hombre insistía en tal extremo. Entonces dirigió su mirada hacia nosotros, su cara era todo un poema.
- El sistema no funciona –declaró.
Luego dio una voz.
- ¡Itziar!
Pero la tal Itziar tampoco estaba en comunicación, con lo que el responsable de la empresa vasca de telefonía integral se tuvo que ir hacia la otra sala, quizás una especie de misterioso arcano, donde encontrar información tan complicada a la par que decisiva.
Ese fue mi primero y paradójico encuentro con Euskadi Punto Kom.

Por razones que no son del caso he seguido a esa empresa con el paso del tiempo. Pero se trataba solamente de conocer su cuenta de resultados –casi siempre fuertemente deficitaria.
Un día recibí la invitación a asistir a una jornada de puertas abiertas organizada por la empresa.
Y allá me fui. Una vez tomado el acostumbrado café, nos pasaron a una sala de reuniones, donde se van presentando, uno a uno, todos los miembros de la dirección de la compañía.
- Este es el director de tal cosa –anuncia el director general-. Es de Algorta. Y tarda en llegar aquí... ¿Cuánto?
- 35 minutos –asegura el aludido.
- Y este –continúa el director- es el responsable de aquello. Es de Ataun, y tarda... ¿Cuánto?
- 45 minutos –responde el responsable de aquello.
- Ese otro es el responsable de lo de más allá. Es de Salvatierra. ¿Cuánto tardas en presentarte en la empresa –le pregunta.
- 50 minutos –contesta este.
- Bien –concluye satisfecho el director de EPK-. Aquí hay gente de los tres territorios. Nuestra obsesión es integrar a toda la gente vasca y que, a pesar de que esta compañía deba tener una sede concreta todos puedan seguir viviendo en sus localidades de origen. Eso nos enriquece.
- Ahora vamos a ver un vídeo... Si no tenéis ninguna pregunta que hacernos, claro.
Y como nadie tenía pregunta que formular –quizás porque no había nada que preguntar, por el momento- el director pulsó la tecla correspondiente y empezó a proyectarse la película.
En pantalla aparecieron dos jóvenes muchachos vestidos a la usanza de los “mendigoizales” –montañeros vascos-: Camisas de franela a diferentes cuadros y pantalones vaqueros de distintos desgastados. Los dos se aplicaban a golpear con unos instrumentos de percusión en una mesa que devolvía esa agresión con un agudo sonido lastimero y molesto. Se trataba de la “txalaparta”.
Una voz en “off” aseguraba que “Joseba y Arkaitz” –que debían ser los nombres de esos dos mozalbetes- consiguen que su música llegue a todo el mundo gracias a Euskadi Punto Kom”.
De repente, el vídeo se paró, haciendo una foto fija. En un primer momento pensé que se trataba de una pretensión del realizador. Pero no era eso, el vídeo estaba mal y el problema se repetiría en numerosas ocasiones a lo largo de su reproducción.
La imagen se desdobló en cuatro –esta vez el vídeo no engañaba: Esa era la idea-. Arkaitz (?) hablaba por teléfono con una señorita. ¿En qué idioma? Lo ignoro, la misma voz en “off” seguía contando que con EPK se podía hablar con todo el mundo. Los otros dos cuadros de la pantalla ofrecían el mapa de un pueblo del Gohierri guipuzcoano –donde eventualmente residirían los artistas- y la capital de Irlanda al otro lado. Siempre según el locutor de la película, “han arreglado un contrato para una actuación de los ‘txalapartaris’”.
- Miles de vascos pueden, como Arkaitz y Joseba organizar su vida a través de Euskadi Punto Kom.
Y se veían imágenes –con frecuencia detenidas por la escasa calidad del vídeo- de personas caminando por una calle congestionada.
Las imágenes proseguían mostrando las excelentes prestaciones de EPK. Un mapa de las presuntas siete provincias vascas apareció surcado por una miríada de trazos de diferentes consistencias que recorrían todos los puntos posibles del mencionado territorio.
Luego, la imagen volvía a los músicos y a su aguda y percutente ejecución.
- Euskadi Punto Kom –terminaba la voz en “off” es la respuesta a los vascos que quieran comunicarse en vasco, en un sistema vasco, con otros vascos y con el resto del mundo.
Un ruido estridente –este no de la “txalaparta”, sino del vídeo- anunciaba la abrupta conclusión de la película.
El director de la compañía volvió a tomar la palabra:
- Como habréis podido ver, Euskadi Punto Kom no pretende haber inventado la rueda. Lo que quiere es que la mejor rueda que exista la podamos usar en Euskadi.
Acompañados de tan sabias palabras salimos de la sala de reuniones, nos hacemos una fotografía y visitamos las instalaciones de Euskadi Punto Kom.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Sobre lo que se siente presentando a tu partido nuevo en tu ciudad

Ocurría el pasado martes. Mis compañeros de UPyD de Vizcaya llegaban a la conclusión de que había que presentar el partido nuevo -no es un partido más, alguien ha dicho que UPD en realidad significa "Un partido diferente"- en Bilbao. Lo haremos el próximo 15 de Diciembre en San Sebastián y a lo largo del mes de enero en Álava y seguramente en el País Vasco, en un acto en el que contaremos con Rosa Díez.
Uno se encuentra ante esa circunstancia como dicen que se sintió Jesucristo en el monte de los olivos, suspirando esas palabras que tantas veces se han repetido después:
- ¡Aparta de mí este cáliz!"
Pero el caso es que pasan los días y ves que el temido momento está a punto de llegar. La verdad es que contaba ya con la inestimable presentación de Katy Gutiérrez. Katy es una antigua parlamentaria de Izquierda Unida, en aquéllos tiempos en que esa formación hacía polítiocas de progreso, no como ahora, en que su principal responsable ha preferido el poder a la consecuencia. De esos tiempos conservo ya dos buenos amigos: José Luis Ainsúa, con quien he mantenido una relación histórica que ha ido desde la distancia ideológica a la comprensión humana. Y es que los parlamentos constituyen lugares de encuentro, donde si uno mantiene una cierta independencia de criterio -complicada, dada la forma en que se la gastan los partidos actualmente- puede llegar a comprender y a acordar más tarde con sus rivales. En este sentido, recuerdo las bellas palabras de uno de los fundadores de la idea de Europa, Jean Monnet: "¿La clave de mi vida? Intentar comprender". Pues biern, a José Luis, se agrega ahora Katy. Los dos implicados en el proyecto UPyD.
Habían venido también Agustín Ibarrola y Vidal de Nicolás, dos amigos, dos compañeros de cárcel, dos ex-militantes del PC, dos luchadores por la libertad... Con semejantes padrinos uno puede pensar en que eso que acometemos ahora va a resultar muy difícilserá difícil sin duda, pero que vamos en el camino adecuado.
En el mes de septiembre escribía yo un artículo que publicaba el diario "El Correo". En él decía que nos corresponde ya a una generación de políticos -la mía- concluir la tarea de pasar el testigo a una nueva generación de políticos, aunque es lo cierto que algunos mantienen por su limpia trayectoria y su dignidad incorruptible la referencia de las cosas que son de verdad justas. Porque la justicia tiene un contenido de intemporalidad, por lo mismo que su contraria, la injusticia, se cierne sobre la condición humana desde la noche de los tiempos..
Cuando veía los rostros atentos de Vidal y de Agustín, sentados en primera fila y atendiendo muy concentrados mis observaciones, llegaba a la conclusión de que ellos -desde una generación que había sufrido y seguía sufriendo- estaban entregando un testigo que, un día no muy lejano, entregaremos nosotros.
Diez minutos antes de que diera la hora del comienzo del acto, sabiamente, Nico Gutiérrez, me apartaba del desolador espectáculo de una sala prácticamente vacía. Charlando con Mari Luz y Agustín, en la compañía de Katy, dejábamos que pasaran esos minutos en que las salas clausuran su vacío por el lleno -¡cuándo tal proeza se consigue!.
Entrábamos por fin en el local, y apenas quedaba lugar para sentarse. Diez mijnutos más tarde, finalizada la presentación dxe Katy, desgranaba yo los objeticos de UPD, al fondo del salón un grupo de personas en pie seguía mis palabras. ¡Los hados que vigilan el paso de los hombres nos habían resultado propicios!
Quizás mis palabras de esa tarde hayan resultado un tanto académicas. Se trataba de un planteamiento consciente, en todo caso. Nosotros no hemos nacido para los mítines convencionales en que se descalifica al contrario y, por medio de este procedimiento, se insulta a la inteligencia de los ciudadanos. En todo caso sólo llegué a contar a cinco ciudadanos que abandonaron el local antes de que concluyera el acto -¿espanmtados ante mi exposición? Seguamente. De haber crecido el contingente abandomista, lo juro por mis queridísimos muertos, habría decretado sobre el aburrido orador, yo mismo, una suerte de muerte rápida a su intervención,
Hay una observación que hacer de ese acto. Me he referido a las personas procedentes de la izquierda que avalaron nuestro proyecto el pasado martes 4, pero estaban también algunas personas procedentes de la derecha más o menos conservadora y liberal. Es verdad que la sociología política vasca -la de Bilbao, en particular- ha consolidado al PP en determinados reductos electorales que se encuentran en los distritos donde vive la gente acomodada, descendientes muchos de ellos de quienes fueron capitanes de la industria vasca del XIX. No votarán otra cosa que el PP. Pero ya se está abriendo una brecha entre ellos. Porque el proyecto que presentamos no está reñido con ninguno de ellos, siemnpre que su concepción de la vida no sea tan cerrada como la de las ostras y su planteamiento respecto de los partidos los haga más sagrados que las religiones que profesen.
Fue importante para mí descubrir que el proyecto de UPyD no es sólo un proyecto transversal de palabra, formulado por cuatro locos que un día nos reunimos en el hotel Costa Vasca de San Sebastián -un 19 de mayo, Nico, para la fiesta del partido-.. Es de verdad un proyecto transversal en la práctica.
Y junto a las izquierdas y derechas, que hunden sus raíces en el siglo XIX y que ya apenas si dicen nada concreto ni resolutivo acerca de las políticas que pretenden impulsar, había gente que nunca se había acercado a un acto de estas características.
No había jóvenes, es cierto., lo advertía Katy Gutiérrez. Pero quizás se trata de que trabajemos en el terreno de las convicciones -a diferencia del oportunismo de otros- para conseguir atraerlos a este proyecto. Y no será fácil, pero depende mucho de los que estamos trabajando en él. Hay demasiada tradición de políticos marrulleros, endogámicos y mediocres como para resolver esta defícil ecuación en un día.
De esa forma, quizás un día, como Agustgín Ibarrola y Vidal de Nicolás, observemos con satisfacción cómo esos jóvenes que no estuvieron en el hotel Ercilla de Bilbao ese 4 de Diciembre de 2.007 se están batienmdo el cobre por lo que consideran que es justo. ¿Cómo se llamará el nombre de ese proyecto? Seguramente que eso es lo de menos.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Presentación UPyD en La Rioja., 21.11.07

Nos hemos reunido esta tarde para presentar Unión, Progreso y Democracia en la Rioja. Y para comunicar a todos ustedes que ya está funcionando la coordinadora de este partido en esta Comunidad Autónoma y para explicarles alguna cosa en relación con este partido nuevo.
Ese es el orden de las palabras, y no por casualidad, Nos gusta llamarlo "partido nuevo" y no un nuevo partido, porque queremos hacer algo diferente.
Cuando nos reunimos aquél 19 de mayo en el hotel Costa Vasca de San Sebastián -lo digo por eso de las efemérides, hay quien quiere que ese sea el día del partido-, había allí gente que trabajábamos ya en partidos políticos, gente que lo había hecho antes -en la transición o en la dictadura- y gente que había luchado por la libertad en un movimiento cívico. Todos, sin excepción, habíamos participado en los actos de ¡Basta Ya!
Y lo primero que salieron a colación esa mañana de un sábado fueron los grandes partidos nacionales. Rosa Díez se refirió al suyo y dijo que había combatido desde dentro de él para que cambiara su actual trayectoria, y nos confesaba que no lo había conseguido. Yo hablé del pepé, y expliqué que estaba convencido de la más absoluta inutilidad del debate en su interior, porque allí no quedaba ni rastro de democracia interna, si en alguna ocasión la hubo..
Todos los que allí estábamos dijimos las mismas cosas; que los partidos en España no cumplen ni siquiera con el mandato constitucional de servir como instrumento para la participación de los españoles. Porque se han convertido en grandes aparatos electorales que se encuentran desconectados de sus bases y atienden solamente a sus servidumbres internas. Son ya sólo conglomerados de intereses -a veces de intereses respetables- pero que en muchos casos empiezan y terminan en sus propios aparatos.
Pongamos un ejemplo: ¿A quién le interesa la reforma de los actuales estatutos de autonomía? ¿a los ciudadanos? Hacen campañas de sensibilización y les votan mayorías aplastantes que no llegan a un tercio del censo electoral.
La reforma de los estatutos, empezando por el de Cataluña, es un error del PSOE, un error gravísimo además, porque establece niveles de relación directa entre Cataluña y el Estado, lo que se llama bilateralidad o relación entre iguales, que tanto les gusta a los nacionalistas, en el modelo confederal.
Pero lo que empezaba siendo un error del PSOE acabó siéndolo también del PP. Porque fue este último partido el que hizo el estatuto del País Valenciano y no el PSOE, y en este estatuto dicen que todo lo que consigan los catalanes también se les dará a los valencianos. Así que estamos en una carrera de locos que, como todas las locuras, puede contar con todos los sentidos menos con el sentido común.
Treinta años después de aprobada la Constitución hacía falta un análisis y hace falta una reforma. Pero una reforma por arriba -por el lado de la Constitución- y no por debajo -por el lado de los estatutos- y no reformando la Constitución por la vía de reformar los estatutos, que es simplemente una barbaridad jurídica y política.
Treinta años después hay que reformar la Constitución pensando en los ciudadanos y no en los territorios. Porque en 1.978, los que hicieron la Constitución consideraban que esa era la oportunidad histórica que tenía España de consolidar la democracia después de dos siglos de golpes de Estado que terminaban en la más cruel guerra civil y en 40 años de dictadura. Así que hicieron una democracia bastante cerrada, con dos partidos nacionales y los nacionalistas en sus respectivas Comunidades Autónomas.
Yo no les voy a enmendar la plana a los "padres" de la Constitución. Sería una osadía por mi parte, además de injusto, porque estoy convencido de que tenían razón. Pero treinta años después parece que está claro, no sólo que no pasa nada por abrir la democracia española, sino que es necesario hacerlo.
Y para empezar, convendrá revisar el Título VIII de la Constitución y las competencias de las autonomías, devolviendo al Estado las de educación, para que España no se encuentre a la cola de los países europeos en cuanto a la calidad de la enseñanza, que lo está. Y para que exista un currículum general y común para los estudios de geografía o de historia o de cultura. ¿Qué ríos se estudian en los colegios? Los que pasan por esa comunidad y los afluentes si sólo pasan afluentes. ¿Qué historia se enseña y qué cultura? Pues a Fernando el Católico si el colegio está en Aragón y a Isabel si está en Castilla. A Picasso si se enseña en Andalucía y las cuevas de Altamira si se está en Cantabria. Estamos enseñando a los niños un sistema de Estados que ni siquiera es el de la Constitución, porque se ha cambiado, se ha pervertido la Constitución a base de transferencias, acordadas primero por los partidos nacionales que gobernaban con los partidos nacionalistas que apoyaban su gestión de gobierno y concedidas después a los partidos nacionales en sus organizaciones territoriales, que no se querían quedar atrás en el reparto.
Y esto ha ocurrido en educación, pero ¿qué está ocurriendo en materia fiscal? Que en el País Vasco y Navarra hay un juego que entre el Concierto y un Cupo -calculado a la baja- da como resultado un privilegio; que en Cataluña se pide que el Estado invierta en base al PIB, porque ellos son más ricos que los demás españoles: o sea, otro privilegio; Andalucía pide que las inversiones se hagan en base a la población, porque ellos son más y en Castilla se piden inversiones del Estado por las hectáreas que ellos ocupan, porque tienen más terreno. ¿Y qué pasa si eso no suma cien sino 140? ¿Quién pagará ese déficit? ¿Nuestros nietos? ¿nuestros biznietos? ¿O nosotros mismos porque lo pagamos en un país que no sea competitivo en la escena internacional?
Unión, Progreso y Democracia nace, entre otras razones, para permitir a los partidos nacionales que gobiernen sin hipotecas de los partidos nacionalistas que se convierten en hipotecas a generalizar para el conjunto de España. Tiene vocación de partido mayoritario, pero nace para el entendimiento con los grandes partidos nacionales y, de paso -y no puntualmente- para que se empiece a desterrar en España el insulto, la descalificación y el menosprecio en definitiva de los ciudadanos a quienes se les quiere presentar la situación siempre con trazos gruesos y además en los asuntos que no están en la raíz de nuestros problemas.
Creemos que 30 años después ha llegado la hora de los ciudadanos. Por eso queremos modificar la ley electoral. Y me detendré en algunod aspectos del cambio que estamos estudiando para incorporarlo a nuestro programa:
- queremos crear un segundo nivel
representativo para el Congreso de los
Diputados, que conviva con el actual de 350
diputados elegidos sobre la base de la
circunscripción provincial. Se elegirían 150
diputados en una lista nacional, que equilibrase
la que ahora es una sobre-representación de
los partidos nacionalistas y regionalistas.
- pretendemos la elección directa de los
presidentes de Comunidades Autónomas y de
los Alcaldes, de acuerdo con el criterio de la
lista más votada, para que no sean los
despachos quienes distorsionen el sentido del
voto de los ciudadanos.
- queremos limitar por ley los mandatos
institucionales, para operar una renovación
política en el conjunto de España, que será
siempre saludable en términos democráticos.
- pretendemos que se impongan las listas
abiertas, previa la democratización interna de
los partidos, para que de esta forma
presenten unas opciones reales de voto a sus
electores.
En una palabra -que son dos:- proponemos una verdadera regeneración democrática en España.
Tenemos y tendremos otras propuestas. No creemos en el diálogo con ETA, no queremos que los jueces sean delegados de los partidos políticos, trabajaremos por invertir la tendencia del calentamiento de la Tierra y el cambio climático, defenderemos líneas de progreso social de fondo que no sean meramente cosméticas -como ocurre con el llamado "cheque bebé"- y que ayuden de verdad a las familias, aspiramos a unas vías férreas bien construidas y que no se caigan porque hay que inaugurar a toda costa antes de las elecciones...
Queremos huir de la demagogia y del discurso hueco, recuperar la idea de la dignidad en la política. Nos podremos equivocar pero lo vamos a intentar.
Y para todo esto, hoy en la Rioja y todos los días en toda España estamos presentando a nuestras coordinadoras territoriales y nuestras propuestas, para que ustedes las mediten y para que las apoyen si les gustan. Queremos hacer un partido nuevo, distinto, no otro partido más. Por eso vamos a trabajar en el terreno de las ideas y de las convicciones. Los que piensen que el actual sistema va bien -o razonablemente bien- son merecedores desde luego de todo nuestro respeto y no pretendemos convencerles, porque el cambio que proponemos es lo suficientemente profundo como para que en él quepan las posiciones acomodaticias. Nosotros no hemos escogido la comodidad sino el riesgo. Sabemos que lo que ofrecemos es toda una aventura, pero creemos de verdad que merece la pena.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Conversación después de "salir del armario"

- ¡Hola, Sandra!
- ¡Hola, Fernando!
- Te he llamado esta mañana…
- … Sí. Pero estaba reunida con una empresa para entregarles un informe de seguridad… Y presentarles la factura…
- ¿Y qué tal eso…?
- Muy bien. Quince mil euros…
- No está mal. Pues yo te llamaba por lo del aniversario,,,
- ¿De boda?
- Sí.
- ¡Pero si eso fue el viernes pasado!
- ¡Vaya! Por lo menos la intención estaba ahí.
- Desde luego, desde luego. Y no te he llamado hasta ahora porque estaba viajando desde Barcelona, que es donde he tenido la reunión, con Juan Flórez…
- ¡Ah!
- Y hemos hablado mucho de ti. Ya te comentaré. Pero, primero, ¿qué tal ha ido todo?
- Bien, Sandra. Creo que más o menos como estaba previsto. El lunes me despedí de mis compañeros del pepé de Getxo…
- ¿Y qué tal te fue?
- Bien. El texto de mi despedida lo he publicado en mi blog.
- Ya lo veré. ¿Y?
- Bueno. Ya verás que fue una intervención bastante poco política. La hice desde el recuerdo de los tiempos vividos y del sentimiento.
- Ya. Bonita, supongo. Ya la leeré.
- Sí. Parece que ha gustado a la gente que la ha leído…
- ¿Y a la que estuvo allí?
- Supongo que también. Luego hubo un par de intervenciones. Muy correctas y subrayando que ahí iba a permanecer la amistad, por encima de todo. Luego tomamos un vino…
- No está mal.
- Hubo hasta quien me dijo que estaba de acuerdo con lo que yo había escrito en “El Correo”…
- Es que estaba muy bien.
- … Y luego me invitaron a cenar.
- ¡Bueno!
- Después estuvo lo del martes. La rueda de prensa y lo demás.
- De la rueda de prensa ya he visto algo, ¿qué tal lo demás?
- Pues mira. Me despedí de dos parlamentarios, uno es del PSE y el otro de EA. Con estos me he llevado siempre muy bien. En realidad se trata más de amigos que de rivales políticos.
- A veces es más fácil con los de otros partidos.
- Desde luego. La clave es siempre que no sean sectarios. Con los sectarios no te puedes llevar bien, aunque se encuentren en tu mismo partido.
- Eso mismo pienso yo. ¿Y qué más?
- En cuanto a mi grupo parlamentario –o a lo que hasta el martes era mi grupo parlamentario- no me despedí de todos…
- Ya me figuro.
- Sí lo hice del asesor jurídico del grupo…
- Felipe.
- Sí. Y la verdad que, aunque es un hombre bastante contenido en su expresión, noté un afecto que para venir de él resultaba algo especial.
- También del jefe de prensa del partido. Al que yo le seleccioné cuando era secretario general. Es un tío majísimo, así que con él todo fue muy fácil y muy cordial…
- No le conozco.
- Supongo que le habrás visto alguna vez en el parlamento… Me despedí también de Ana López de Alcorta, mi compañera de escaño… Y como no estaban ni Salvador Montes ni Juan Arroyabe no lo hice. Pero les llamaré por teléfono.
- Eso fue todo…
- Más o menos. Tuve una conversación larga con la presidenta del Parlamento, que estuvo muy amable, y también me despedí de las secretarias. Del tipo que más me ha hecho la puñeta en estos últimos años, nada. Aunque prácticamente me tropecé con él.
- Ya.
- ¿Y lo sdemás?
- Lo demás, agotador. No he dormido nada, por la tensión, hasta ayer. Después de la rueda de prensa y de la entrega del acta de parlamentario me fui a Barcelona, donde tuve una cena con los compañeros de UPD de ahí, que terminó tardísimo y el miércoles por la tarde estuve en Madrid.
- Pues Juan Flórez y yo hemos hablado mucho de ti durante el viaje.
- Es un buen tío.
- Sí. Es socialista. Pero es un hombre íntegro. A ti te tiene mucha simpatía. Aunque no te creas que has estado presente en todo el viaje.
- - ¡Ja, ja, ja! Supongo que no.
- Los primeros cien kilómetros, hablando de María, que tiene su aquél…
- Ya.
- Los segundos cien, de la gorda. Que no tiene desperdicio…
- Desde luego.
- Y luego saliste tú a colación. Bueno, lo estabas desde el principio, pero antes decidimos que había que degollar alguna otra cabeza.
- Ya veo.
- Juan me preguntaba por la causa de tu decisión. Ya sabes, le dije, derechización, aburrimiento y que no hacías migas con María…
- Y supongo que porque también me hace ilusión este proyecto.
- También, también. Coincidíamos Juan y yo que habíamos perdido un gran político.
- Me regalas los oídos.
- ¡Qué tontería! ¡Si ya sabes que eso es lo que pienso! Así que los siguientes cien kilómetros llegamos hasta Tejero…
- Es curioso. ¿Y cómo fue eso?
- Empezamos por los políticos que nos gustan… Tú, Ruiz Gallardón… De vosotros pasamos a Suárez, y de Suárez a Tejero. Así fue la cosa.
- Es un vericueto un tanto curioso, pero no deja de tener su sentido.
- Te tengo que decir que me llamó el, director de Osalan[1].
- ¿Y?
- Me dijo que tenía que agradecer la actitud del pepé en el debate sobre el, tema. Que tu intervención había sido muy positiva y que las propuestas de resolución estaban muy bien. Y que era consciente de que las dos cosas se debían personalmente a ti y a mi. Creo que vamos a tener una reunión y eso te lo debo a ti.
- ¡Al final va a resultar que hemos hecho un buen equipo!
- Te voy a echar de menos, no te creas.
- Tú con unas propuestas de resolución que tocan aspectos muy concretos de la seguridad laboral y yo con una intervención general que situaba el asunto. Y los dos con un criterio según el cual se debía dar una respuesta positiva a un problema tan grave y con consecuencias dramáticas, de víctimas mortales…
- Bueno. Y aunque no os voy a votar espero que nos sigamos viendo. ¡Ya sabes que ni siquiera voto al partido de mi marido!
- Lo sé. Desde luego. Cuando yo vaya por ahí te llamo. Y si tú vienes por Bilbao dímelo, y procuro hacer un hueco…
- Y quiero conocerle a Rosa…
- Creo que a finales de este mes tiene una intervención en Bilbao.
- Ya. ¡Pero no quiero un saludo entre la multitud, sino un encuentro con ella. Creo que puedo perdirlo. Soy una persona importante!
- Desde luego, desde luego. Tienes razón.
- ¿Y a que no sabes qué?
- Si no me lo dices…
- Que, según Juan, me van a nombrar alguna cosa institucional en el partido. Nos hemos apostado a que en diez años me harían cargo de algo. Yo le he dicho que no…
- Me parece que no resultarías demasiado cómoda. Y ya vez lo que son los partidos ahora. Todo lo que se selecciona son gente mediocre, gente con la que luego pueden hacer lo que les dé la gana…
- Eso mismo pienso yo. Así que ganaré la apuesta.
- Lo supongo.
- Bueno, Fernando. Te dejo, que estoy llegando a casa.
- Un beso, guapa. Gracias por llamar.
- Adiós.
[1] Servicio Vasco de Seguridad y Salud en el Trabajo

martes, 6 de noviembre de 2007

Texto de la rueda de prensa de abandono del PP, del escaño en el Parlamento Vasco y de asociación a UPD

En la tarde de ayer, ante mis -ya antiguos- compañeros del PP de Getxo hice oficial mi baja como afiliado a ese partido. Esta situación se produce con efecto del día de hoy porque, nada más que termine esta rueda de prensa me dirigiré al Parlamento Vasco a dimitir también de mi cargo representativo. Ya sé que jurídicamente no estoy obligado a hacerlo, pero sé también que la ética es siempre más exigente que el Derecho y yo no quiero mantener mi condición de parlamentario ni un sólo día más después de abandonar el partido en cuya lista fui elegido.
En alguna ocasión he puesto de manifiesto que mi dilema se situaba entre mi vinculación con el proyecto que ha venido en denominarse Unión, Progreso y Democracia o marcharme a casa. He optado por colaborar con este nuevo proyecto que es -como dice su portavoz- un proyecto nuevo, por lo tanto diferente...
Sería fácil -y seguramente tendría sobrados motivos para ello- que formulase yo ahora mi particular lista de agravios para con el PP. No lo voy a hacer. Tengo demasiado respeto por buena parte de la gente de ese partido y no considero que esa gran mayoría sea responsable de muchas de las decisiones de sus dirigentes.
Es lo que pienso que ocurre en los grandes partidos españoles: que se han convertido en verdaderos aparatos electorales, desconectados de sus bases. El debate interno no existe y ni siquiera los cargos públicos que no estén en el "aparato" pueden intervenir en las decisiones. Sé bien lo que digo.
UPD nace con el comprmiso de servir de cauce para la regeneración democrática de este país. Es también un partido que ejerce la democracia interna. Por eso es también mi partido.
Después de 30 años largos de democracia, la prioridad no puede encontrarse en los territorios, sino en los ciudadanos. El PP ha seguido -de forma errática además- el camino emprendido por el Presidente Zapatero en la reforma de los Estatutos.
UPD se ha comprometido a reformar la Constitución en una perspectiva igualitaria entre las CCAA, y la Ley Electoral para conseguir que los representantes sean mejores representantes de los representados Por eso también es mi partido.
Tampoco me gusta el discurso catastrofista y monocorde del Partido Popular, su política de apoyo a una guerra injusta, su excesivo seguidismo de la jerarquía de la iglesia, la permanente ocupación de la calle para ejercer desde ella la oposición y el desgaste al Gobierno.
Mis convicciones liberales no se corresponden con un partido que es cada vez más la Alianza Popular de los viejos tiempos.
UPD es un proyecto transversal que une a socialdemócratas y a liberales -Rosa Díez nos llama "liberales igualitarios", a mí me gusta más adjetivarne de "progresista"-. Por eso UPD es también mi partido.
Concluyen aquí dos meses de reflexión. En ese tiempo he hablado con todos los que han querido hablar conmigo: responsables políticos y amigos. A todos ellos les quiero agradecer su consideración y su respeto. De quienes no han mostrado ningún interés sólo puedo decir que el desinterés es recíproco.
Esto es lo que quería decirles. Ahora quedo a su disposición por si tienen algo que preguntarme.

lunes, 5 de noviembre de 2007

A mis -ya antiguos- compañeros del PP de Getxo

(Intervención realizada en la sede del PP de Getxo el 5 de noviembre de 2.007).

Le he pedido a Marisa.Arrúe que me permita dirigiros la palabra en la tarde de hoy. Después de 25 años de militancia en el proyecto que de una u otra manera se ha referido al Partido Popular me he decidido a causar baja en este partido para dedicar mi trabajo a un nuevo proyecto, al que no me referiré demasiado extensamente en esta intervención. Hoy se trata de cerrar un capítulo de mi vida, no de hacer el elogio del siguiente.
Esta es, por lo tanto, una despedida.
Y, como ocurre con todas las despedidas, se agolpan en rni memoria todo tipo de recuerdos. Esa cena de campaña que tuvimos que abandonar precipitadamente porque los terroeistas habían puesto una bomba en una sede electoral, o la otra bomba que -también los terroristas- pusieron en la casa de Pilar Aresti en víspera de la fiesta de Santiago.
Hemos vivido tiempos difíciles, como sin duda los seguiremos viviendo. Tiempos duros para gente también dura. Como Pilo Gana, que organizaba con inigualable eficacia al equipo de interventores y apoderados, lo mismo que hoy lo hace Fortu. O Begoña Castellanos, que fuera mi secretaria durante muchos años.
Y esos recuerdos los llevaré muy dentro de mí vaya a dondequiera que vaya. Mi vida -la más íntima, además- tiene mucho que ver con este partido. Casi se puede decir que conocí a mi mujer en una campaña electoral y que ella se marchó de mi lado cuando yo estaba preparando enmiendas para los presupuestos. Y van a cumplirse este mismo mes cinco años de aquél suceso.
Y hace veinticinco me sumé a un proyecto incómodo y difícil, porque creía que existía un espacio. Y eso que cuando fui co-director de campaña con Mariano Rajoy, en las autonómicas del '90, no había más que dos diputados en el Parlamento Vasco: Julen Guimón y José Manuel Barquero.
Es siempre dramático echar la mirada atrás. Se fue Anneli, Begoña, Pilo, Julen. Se fue también Ramón Churruca, que intentó levantar una posición liberal en un país poblado de intransigencia..
Ahora me sumo a un nuevo proyecto, quizás más difícil e incómodo que aquél al que fui convocado hace veinticinco años. Y lo hago porque creo sinceramente que existe un espacio. No será desde luego fácil, pero mi vida o sus circunstancias me han hecho preferir los retos complicados antes que una existencia sin problemas.
De manera que le hago entrega a Marisa de la carta por la que causo baja en este partido.
Es muy breve. Dice lo siguiente:

"Bilbao, 5 de Noviembre de 2.007.

Querida Marisa,
Te pongo estas líneas para que tengas
constancia de mi decisión de causar baja en el
Partido Popular con efecto de seis de noviembre..
Un abrazo.
Fernando Maura".

Dice la carta que "con efecto del 6". No es un error.Con esta baja va también la renuncia a mi acta de parlamentario vasco. Lo haré mañana mismo. Ya sé que jurídicamente no es obligatoria. Pero en muchas ocasiones el Derecho no dice las mismas cosas que la ética.
A partir de mañana seremos rivales políticos. Una rivalidad que tendrá muchos puntos en común, sin embargo: la defensa de la libertad y de la unidad de España, por poner dos ejemplos muy importantes.
Y más allá de la distancia política está y estará siempre la cercanía que evocan los años vividos. Os tendré siempre como amigos, lo mismo que me gustaría que vosotros me tuviérais a mí por lo mismo.
Muchas gracias y hasta siempre.

viernes, 2 de noviembre de 2007

La representación de los "maketos"

Esto de los "blogs" tiene su gracia. A veces te contesta alguna persona desconocida para ti, te hace su comentario y tú puedes entrar en contacto con ella. Otras veces, esa misma persona entra en contacto con una tercera y se produce una comunicación entre las dos, en el espacio de tu "blog". Ocurre como en esas simpáticas casas abiertas en las que la gente se reúne, aportando cada una sus ideas y un poco de bebida o de comida -para que no se diga-. Eso que los europeos llaman la "posada española" -por estos pagos nunca he escuchado esa expresión- en la que cada todos consumen lo que han llevado a ella.
Es lo que ha ocurrido con Pedro José Chacón, con quien apenas he tenido una conversación, pues rápidamente resultó acaparado por un "blogger" anónimo. Y yo, como esos anfitriones que saben que lo importante es que la gente se lo pase bien en tu casa, dejaba hacer su larga conversación.
Pero hoy me quería referir a la interesante aportación que me hacía Chacón respecto del problema del nacionalismo. Dicha telegráficamente, su tesis planteaba que el nacionalismo se produce como una reacción -social, racista, política- a la irrupción de la inmigración producto de la industrialización del XIX. Y que sólo podrá acabar cuando los sectores descendientes de esa inmigración asuman sin complejos su condición de tales. Es evidente que si me lee Pedro José admito desde ya cualquier rectificación.
No estoy muy seguro que desaparezca el nacionalismo por eso. En estos tiempos de la globalización cultural, en que las hamburguesas de los McDonalds de turno pueden hacer peligrar una buena chuleta con patatas fritas, la identidad local o territorial sirve como dique de contención respecto de los excesos de una sociedad multicultural. Un dique de contención, por supuesto, que viene dado por la propia inseguridad de los grupos sociales aturdidos ante el cambio de unos tiempos en los que ni las religiones ni las ideologías constituyen ya refugio para el buen orden interior. Y eso de "los de aquí" sigue funcionando, lo mismo que el abrigo del hogar propio cuando se pasa uno la semana deambulando por las carreteras, los aeropuertos y los hoteles más variados. Es verdad que en esa pared hay un desconchón, que nunca se ve bien el tercer canal de la televisión o que aún no me he reconciliado con el jarrón que una vez nos regaló tu madre y mi suegra... pero es tu casa y ahí se encuentran buena parte de tus recuerdos.
Es sin embargo sugestiva la tesis de Chacón porque pone el dedo en la llaga cuando se refiere a los "complejos". Es verdad que los inmigrantes pronto dispondrían de representación propia, lo mismo que les ocurría a otors inmigrantes en otros países: se trataba de los partidos socialistas. Otra cosa ha sido que a lo largo de su historia esta representación se haya producido sin complejos respecto de la población antaño originaria de esos territorios. Y eso que han pasado generaciones y dos siglos de historia. ¿Cómo se es vasco o catalán si se proviene de Extremadura o de Andalucía? Simplemente, identificándose con el nacionalismo existente, proporcionándole unas gotas de de reflexión "social" que ya nadie está dispuesto a negar en esat sociedad abierta de principios del XXI que se traga todo lo que puede tragar -y puede mucho, por cierto-. Todos, excepto los "neo-con" disfrazados de liberales que pretenden cargarse de un plumazo todo el modelo de bienestar social europeo e importar el "way of life" americano, con sus muertos a las puertas de los hospitales cuando carecen de seguro o de recursos para ser atendidos dentro de ellos.
Es el caso del PSC catalán o del PSE vasco. Seamos "nacionalistas", aunque eso sí, "de izquierdas". ¡Como si se pudiera olvidar que el origen de esa ideología -el nacionalismo, no la izquierda, se entiende- proviene de la reacción al progreso económico que trajo consigo la industrialización!
Mi amigo, el profesor Eloy García, se refiere siempre a la necesidad de retornar alos clásicos. Y clásico es ya en la historia del socialismo, el líder bilbaino -también "maketo"- Indalecio Prieto que decía temer más en el nacionalismo su origen reaccionario que su nacionalismo.
Y hoy, con eso de los códigos genéticos, resulta que nos vemos bastante condicionados por nuestros orígenes familiares. Uno tiene una enfermedad porque muchas veces simplemente la ha heredado y esa dolencia condiciona buena parte de su vida; y su educación y destrezas también configuran una mentalidad propia que le hace reaccionar de una manera propia y especial ante los acontecimientos de la vida. Uno se mira en el espejo de sus padres, de sus abuelos... para comprender algo de sí mismo, de su comportamiento y, quizás, para reproducirlo.
Y todo eso resulta evidente en los nacionalismos, se vistan de Caperucita Roja o del Lobo Feroz: son reaccionarios, porque pretenden a toda costa conservar los viejos privilegios -a veces inexistentes en la historia, por más que los bien dotados fondos públicos rastreen en los archivos y los documentos más pretéritos- o crear otros nuevos. Y los privilegios son el Antiguo Régimen y los derechos históricos, la sociedad estamental y la más absoluta desigualdad social.
A la virulencia dxe algunos -los nacionalistas- le contestan los complejos de los otros -los socialistas-, creando una suerte de maridaje, de mala transversalidad que supone a la postre un proyecto de regreso al pasado.
Es entonces urgente crear otros instrumentos que permitan recuperar todo lo bueno que había en el proyecto socialista -reformulado por la aceptación de la democracia liberal comno instrumento para el cambio social- y del liberalismo progresista -que aún se resiste a escuchar los cantos de sirena de la derecha conservadora, o que hace como se les aconsejaba a los marineros antiguos: escucharlos, sí, pero al revés de lo que te dicen.

viernes, 26 de octubre de 2007

Universidad de verano. Jornada sobre la memoria histórica organizado por la Fundación Fernando Buesa. Julio de 2.007

Aparte de la proyectada Ley de Memoria histórica, el Gobierno catalán está marcando el paso con el proyecto "Memorial Democrático" y otra ley que regulará la apertura de las fosas comunes de la Guerra Civil. en desarrollo del art. 54 del nuevo Estatut.
Estas ideas parten de un equívoco: el de confundir el antifascismo genérico de los años 30 con la lucha por la democracia.
En esos años, hubo democracias en Gran Bretaña, Escandinavia, Bélgica, Holanda y Checoslovaquia hasta su invasión por el Reich.
Y en España, demócratas había pocos. Hasta quienes militaban en el espacio del centro político como Miguel Maura, ministro de la Gobernación del gobierno provisional republicano -lo ha estudiado recientemente su nieto Joaquín Romero Maura, en la reedición del libro de aquel, prologado por este, "Así cayó Alfonso XIII"-. En los meses anteriores a la guerra pedía Miguel Maura el advenimiento de una dictadura republicana.
¿Podía considerarse como democrática al conjunto de la izquierda de entonces? Desde luego que no lo eran -demócratas- los anarcosindicalistas -huelgas generales y 3 intentonas de insurrección ofrecen suficiente testimonio de ello..
Compartía con estos similar desprecio a la "democracia burguesa" el partido comunista, hasta la política de la promoción de los frentes populares alentada desde Moscú.
El PSOE vivió en su seno casi todas las contradicciones por las que atravesó la República. La intentona revolucionaria del '34, desplazados los dirigentes más moderados -como Besteiro y Saborit- y conducidos por Largo Caballero y un desconocido -como revolucionario, no como político- Prieto, que simplemente intentaron descabalgar un gobierno que legítimamente le correspondía a la CEDA.
¿Y qué decir de la derecha? Los monárquicos de Renovación Española no eran demócratas -ni siquiera liberales-, los carlistas pedían el retorno del Antiguo Régimen y el ejercicio absoluto del poder por el Rey, los falangistas se veian seducidos por el fascismo italiano -a pesar de la obsesión de José Antonio por velar la herencia política de su padre, que no fuera sino un dictador militar con poco ánimo de pervivencia-. La derecha mayoritaria -la mencionada CEDA- aspiraba a construir un poder autoritario y corporativo, a la manera del Portugal de Salazar.
Un delgado grupo de demócratas con denominaciones diversas como azañistas, liberales progresistas y conservadores, radicales, democristianos, catalanistas, un sector del PSOE e incluso del nacionalismo vasco -a pesar de que su posición sabiniana le acercaba a buena parte de la ideología carlista por lo mismo que la alejaba de la aceptación democrática.
Claro que si la II República española era el espacio de la confrontación, de la negación del otro... esa no era sino una situación heredada del régimen anterior. Del inmediato y del previo.
Era por lo tanto la Dictadura de Primo de Rivera que sancionaba la conclusión del régimen liberal previsto por la Constitución de 1.876, debida especialmente al principal hacedor de la Restauración, Cánovas. Una restauración que vería los sucesivos reinados de dos monarcas, don Alfonso XII y don Alfonso XIII y de una reina regente, doña María Cristina.
Especialmente me gustaría detenerme en el reinado del hijo póstumo del primero de ellos. Un mandato significativo en la historia de España, pues se sitúa en el ámbito temporal en que se producen fenómenos tan importantes como la definitiva desaparición del Antiguo Régimen, la industrialización, la aparición de la clase obrera y sus partidos representativos; y, específicamente para nuestro país, la pérdida de nuestras colonias y el nacimiento del espíritu regeneracionista, que se extendió como una gran mancha de aceite por toda la geografía nacional.
De Alfonso XIII -como de la práctica generalidad de los españoles de la época- no puede decirse que no fuera un rey regeneracionista, pero sí que no fue un rey demócrata.
Al utilizar la expresión "rey" unida a la de "demócrata" debo hacer una precisión. No me refiero a una supuesta "monarquía democrática" -que sería algo así como una contradicción en sus términos, una cosa y la opuesta a la vez, un oximorón; sino a la convicción de una persona que recibe un poder, no democrático sino liberal, y que lo dirige hacia una formulación democrática. Algo así como, andando el tiempo, haría su nieto, el actual rey; con la diferencia de que, don Juan Carlos recibiría un poder total, carente de instancias de control y su abuelo no, como veremos a continuación.
Y es que la Constitución de 1.876 era -a decir de los especialistas- una Constitución liberal, sustentada en los dos poderes: las Cortes y el Rey.
Prescindiendo de la suciedad de los procesos electorales vividos a lo largo de toda la época. Caracterizados por el encasillamiento, la descarada intervención de los gobernadores civiles, la manipulación de los caciques y -en algunas ocasiones- la compra de votos o la violencia sobre los electores... la soberanía nacional la formaban el Parlamento y el Monarca. Las circunstancias políticas -y la apreciación que de las mismas se hacía desde Palacio- determinaba el momento oportuno del cambio de gobierno. El rey nombraba como primer ministro al jefe de la mayoría conservadora o liberal -opuesta a la que hasta ese momento estaba en el poder- y le entregaba el decreto de disolución . El "encasillado" haría el resto del trabajo. Obtenida así la mayoría, el Gobierno gobernaba y el rey ejercía el poder moderador, hasta que se produjera la siguiehte crisis ministerial.
Este sistema turnante -al que también se le denominaría como de "turno de partidos"- operó sin mayores problemas con los dos primeros monarcas y con don Alfonso XIII hasta el año 1.909, con ocasión de la "semana trágica" y la caída del "gobierno largo" de Maura, de cuyo inicio este año cumplimos su centenario.
Nombres como Sagasta, Cánovas o el propio Maura significaron, hasta 1.909, una forma de hacer las cosas.
Hay un cambio de rumbo a partir de 1.907. No es cuestión de analizar ahora las circunstancias que motivaron la "semana trágica" de Barcelona. Para quienes tengan interés en el asunto recomiendo el ensayo seminal de Joaquín Romero Maura "La rosa de fuego" y -para que no se me vea demasiado el plumero, con tanta cita familiar- de la excelente novela de Eduardo Mendoza "La verdad sobre el caso Savolta".
Una gran campaña internacional seguiría al proceso y posterior ejecución de Francisco Ferrer Guardia. La misma campaña que en España daría lugar al "Maura no" y a la reacción del "Maura sí" y el nacimiento del maurismo, un movimiento de ideología difícilmente clasificable.
Una vez que don Alfonso cedía a la presión internacional y cesaba a un gobernante que disponía de mayoría absoluta parlamentaria, le ocurría como a los votantes tradicionales de un partido cuando han depositado la papeleta en favor del partido contrario: una vez que el voto no les quema entre los dedos y ni siquiera el presidente de la mesa le mira con mala cara, ese elector le ha perdido el miedo al "pecado" y está dispuesto a convertirse en recurrente pecador.
Y esto es, poco más o menos, lo que le pasó a don Alfonso: observó que ejercer la política concreta -directa y cotidiana- no exigía pago de peaje alguno y, simple y llanamente, lo convirtió en un juego. Intervenía en los nombramientos -especialmente en los que afectaban a los militares-, dirigía personalmente los hechos de guerra -Marruecos- o pretendía vincular la política internacional española respecto de Europa a su parentesco y relación con las casas reales existentes en el viejo continente.
Algunos dirigentes políticos no quisieron seguirle la gracia y sencillamente los orilló. Ese hecho daría lugar a los llamados "idóneos" del partido conservador, capitaneados por Dato hasta su asesinato o el buceo regio por entre las diferentes familias liberales, después del también asesinado Canalejas, con saltos que iban desde Moret a Romanones, hasta que consiguió deshacer en mil pedazos la clase política de la Restauración. Muchas veces -es preciso subrayarlo- contando con el concurso de unos políticos mediocres, ahítos de favores regios y siempre dispuestos a satisfacer las veleidades del monarca.
No tuvieron mucho recorrido las políticas alfonsinas de atracción del republicanismo de la época. Don Miguel de Unamuno acabaría vituperándole desde su exilio en Hendaya -según carta que escribiría a Gregorio Balparda y a la que hago mención en mi historia novelada "Ultimos días de agosto". No tuvo mejor suerte que el escritor bilbaino el republicano astur Melquiades Alvarez, a quien -como al primero de ellos- haría don Alfonso vagas promesas de democratización de su régimen que nunca cumpliría. Álvarez sería hecho prisionero a lo largo de la guerra y uno de los ejecutados en el triste episodio de Paracuellos
Los últimos gobiernos de concentración y de unidad nacionales de Maura, que este asumiría por mero patriotismo y de acuerdo con su lema: "por mí no quedará", no podrían ya recomponer los cristales rotos de un régimen destrozado ya. El propio Maura calificaría gráficamente a estos gobiernos presididos por él de "monsergas".
Había sido el paso de los gobiernos constitucionales a los gobiernos palatinos -según expresión de Santos Juliá- en que las crisis se calificaban de "orientales", pues se cocinaban inevitablemente en el Palacio de Oriente.
Luego advino la dictadura, en 1.925, que era ya el autoritarismo en estado puro. Una dictadura que algún historiador complaciente con la dinastía, pero seguramte poco cercano a la verdad histórica, ha pretendido desmentir que ocurriera con el expreso apoyo del rey. Este, que en su primer viaje oficial a Roma con el dictador, presentaba al general Primo de Rivera al rey Víctor Manuel como "mi Musolini".
Alfonso XIII representó, como pocos, el escenario de "una de las dos Españas". No fue el único, como queda dicho. Pero él tuvo la oportunidad de derivar su concepto de regeneración hacia la democracia y no lo hizo. En lugar de eso, su deriva fue intervencionista y autoritaria.
La otra España fueron ya las dos del poeta, los españoles en confrontación y rechazo que combatirían en la guerra civil.
No me detendré mucho en reconocer la legitimidad del régimen republicano, de la Constitución de 1.931 y del gobierno del Frente Popular. Es evidente, por lo tanto, que el llamado "Alzamiento Nacional" fue una insurrección contra el poder legítimamente constutuído, un golpe de estado, cruentísimo además.
En términos históricos y sociológicos la guerra civil expresa el fracaso de los españoles en compartir un proyecto común, la incapacidad siquiera del reconocimiento del otro como sujeto de criterios a valorar, la incompatibilidad radical y furibunda.
En 1.986 -50 años después del inicio más bárbaro de nuestra contienda- 11 historiadores españoles de ideologías diversas y procedentes de regiones y nacionalidades diferentes, pactaron un texto para TVE que se dividió en 30 capítulos de una hora.
Me pregunto si ese pacto sería factible hoy.
En el último capítulo de la serie se viene a utilizar la expresión "vencer a la guerra", como la tarea a realizar, como la tarea que se estaba entonces realizando en España.
Hoy ya no es posible la repetición de la guerra. Pero sí lo es que, al amparo de su evocación histórica, se utilice la guerra para repetir una de sus causas: la marginación de la otra España.
Y en eso reside el error. No porque peligra la paz sino porque se pone en peligro la convivencia entre las expresiones políticas.
No es la calle el espacio de la confrontación de las ideas, sino el Parlamento. Y no tiene sentido la evitación del diálogo desde el poder con la oposición para conducir al consenso, y en lugar de eso articular heterogéneas mayorías alternativas que sólo expresan la marginación de quien representa cerca de la mitad del voto emitido.
Se trata de un mal ejemplo de una peor práctica. Por el momento nada más.

martes, 23 de octubre de 2007

DEBATE MONOGRAFICO SOBRE SEGURIDAD Y SALUD LABORAL

Me gustaría abordar este debate desde una aproximación real al problema, sin juicios previos y desconectado de la habitual confrontación político-sindical que hace estragos en este país y en este particular asunto. Una aproximación, por lo tanto, desconectada de toda demagogia. Porque -como todos los portavoces que han hecho uso de la palabra ya han manifestado, y lo harán quienes sigan haciéndolo en el día de hoy- se trata de un asunto muy serio. . En el pasado año 2.006 se han registrado un total de 46.730 accidentes de trabajo; de ellos, 322 respondieron a la calificación de "graves" y tuvieron consecuencia de muerte 52. Son cifras inasumibles para una sociedad civilizada y presuntamente previsora que está concluyendo la primera década del siglo XXI. Cifras que intentaré situar en su contexto a lo largo de esta intervención.
Es preciso reducir al máximo estas cifras y, para hacerlo, no basta con sumarse al corifeo de los que reparten culpas a diestra y siniestra. Es necesario realizar un diagnóstico acertado y proponer un camino practicable para la mejor solución del problema. Entiendo que los ciudadanos exigen de los políticos que hagamos olanteamientos en positivo y ese pretende constituirse en el el sentido de mi intervención en la mañana de hoy.
La ley española parte de un concepto genérico del accidente de trabajo: "toda acción que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena", dice el art. 115 de la LGSS.
Esta definición admite como accidentes de trabajo a enfermedades cardiovasculares o a accidentes de circulación que se producen "in itinere" y que suman en su conjunto la mitad de los accidentes laborales.
En relación con la UE ocurre:
- que algunos países no contabilizan los accidentes "in itinere" o los de tráfico, como es el caso de Irlanda o del Reino Unido.
- en ocasiones no se consideran mortales cuando el fallecimiento no sigue inmediatamente al accidente.
Y, en una aproximacióm exenta de demagogia habría que separar responsabilidades de causas. Una cosa es que se responda al accidente y otra que se sea causante del mismo. Pasa lo mismo con los seguros de automóviles y los accidentes de tráfico: los jueces tienden a no estimar las excepciones contenidas en los condicionados de las pólizas, tratan de atender a un criterio de orden indemnizatorio..
Es verdad que, cuando fallan las medidas preventivas, coinciden las notas de causante y responsable en el empresario.
Pero existe también como causa la fatalidad o la no observancia de medidas preventivas por parte del trabajador.
Para trabajar sobre las causas habría que identificar cuatro ámbitos:
- el empresario, que es el que crea el riesgo;
- el trabajador, que lo sufre;
- la administración, con los instrumentos de que dispone para combatirlo. En el caso de la CAPV, a través de Osalán;
- la sensibilización social, de manera que se introduzca el valor seguridad como un valor generalmente asumido. En este sentido, nadie se escandaliza en España porque no se integre en los currículos de FP la asignatura de seguridad en el trabajo.
Empezando por las causas, habría que formularse la siguiente pregunta: ¿se encuentran entre las causas de la siniestralidad la temporalidad y la subcontratación?
Puede, sin duda, existir una cierta relación de causalidad; pero no deberíamos olvidar que.el riesgo se encuentra principalmente en la actividad antes que en el tipo de contrato.
Por ejemplo, tomando como caso ilustrativo a la Administración Pública, hay más accidentes laborales en la Ertzaintza que en Osakidetza, que sin embargo se encuentra a la cabeza de los contratos temporales.
Y en el sector privado, hay baja siniestralidad en el comercio y la hostelería -que concentran buena parte de la temporalidad- y más alta en la química y el metal -con una alta proporción de contratación fija.
Y está el factor de la edad: la mayoría de los accidentes laborales con consecuencia de muerte se concentran en trabajadores de más de 30 y 50 años, donde existe una elevada tasa de contratación indefinida.
Y el colectivo femenino, que concentra el 39% de la temporalidad, presenta unos índices de siniestralidad entre 5 y 7 puntos menos que entre los hombres.
Es preciso distinguir entre el fenómeno de la subcontrtación y el de la subcontratación en cadena. La primera trae su causa de la especialización y de la colaboración interempresarial, bajo el principio de que cada uno se concentra en lo que mejor conoce.
En la subcontratación en cadena existe una cesión de unidades de producción o de obra, sin aporte de valor y casi exclusivamente con objeto de una reducción de presupuesto.
Por lo tanto:
- hay que identificar y prevenir todos los riesgos que pueden aparecer en la empresa y en el puesto de trabajo.
- la mayor parte de los accidentes graves se deben a un grupo reducido de riesgos.
- por lógica, habrá que concentrar la atención y las actuaciones en los riesgos que producen más accidentes
Dicho lo cual, ¿qué evolución está teniendo la siniestralidad?
.Si hay que creer en las estadísticas, en términos comparativos, el total de accidentes ocurridos eh la CAPV era de 50.585 en el año 2.000; y de 46.730 en 2.006. . Los años 2.001 y 2.005 representan puntas de agravamiento en esta decreciente tendencia.
En cuanto a accidentes graves y mortales, el año 2.000 sumaron 556 y el año 2.006 374, ,con iguales puntas que en el conjunto.
Y, a pesar de Disraeli y sus peor que "bloody lies", entiendo que la estadística.que mejor define la siniestralidad laboral es el llamado "índice de incidencia", que compara los accidentes con el número de trabajadores en activo. Pues bien, este "ratio" ha pasado del 77'96 por cada 1.000 trabajadores en el año 2.000 al 61'54 en 2.006, con una punta de 64'66 en 2.005.
¿Ha sido la administración vasca la principal responsable de esta tendencia?
Sinceramente no lo creemos así.
Como argumento que acredita lo que decimos habrá que examinar el instrumento de que en este sentido fispone el Gobierno Vasco: Osalan.
- Habrá que empezar por decir que el documento no realiza un análisis interno de su situación.
- No se han modificado sus funciones ni organización una vez aprobada la LPRL.
- Que siga organizándose en base a sectores y no a especialización como sugiere la ley y la directiva marco es otro de los pasivos a anotar en su particular cuenta de resultados.
- Osalan no es una herramienta para combatir los accidentes de trabajo y ni siquiera sirve para coordinar en este sentido.
- El 40% de las horas de sus técnicos se dedica a planes de siniestralidad, con un resultado mínimo.
- No existe coordinación entre sus áreas de trabajo.
- Tampoco estamos de acuerdo con la habilitación de Osalan en inspectores. No se debe ser a la vez juez y parte.
En definitiva: no podemos pedir un cambio de mentalidad a la sociedad respecto de este problema si no ajustamos previamente el instrumento de que disponemos para ello..
Para toda la tarea que tenemos que emprender se nos presenta un documento probablemente sobreabundante, que a pesar de su extensión exigiría de una mayor concreción.
Se crean hasta 17 grupos de trabajo. ¿Se acuerdan ustedes de Napoleón Bonaparte, que cuando es preciso enterrar la solución de un problema hay que crear una comisión? No una, 17. Por cierto, tantas como CCAA existen en España.
Termino ya. Las políticas de prevención en materia de siniestralidad laboral deben abordarse desde el triple acuerdo: Administración, sindicatos y organizaciones empresariales.
Si la Administración vasca no ha conseguido propiciar el acuerdo en esta materia, al menos entiendo que el Parlamento debiera realizar el esfuerzo de marcar un estilo diferente: hacer posible un acuerdo donde otros no saben, no pueden o, simplemente, no quieren intentarlo.
Este es el propósito que ha animado esta intervención y que informa las propuestas de resolución que debatiremos en su momento.
No se quiera ver una especie de voluntarismo político en esta intención, sino más bien una llamada de atención a los agentes sociales y al Gobierno, que por cierto demuestra lo que vengo manifestando desde antiguo: que si el Gobierno Vasco convoca a los agentes sociales, a todos, a una reunión tripartita, tarde o temprano los agentes sociales, todos, acabarán sentándose en la mesa.
Por lo demás sólo me queda desear buenas prácticas y mejor éxito al trabajo de todos los implicados en esta fundamental tarea, y me gustaría que por el Parlamento y los grupos que lo componen no se le resten apoyos al combate de la siniestralidad laboral. Que, por lo menos por este parlamentario no quedará.

domingo, 21 de octubre de 2007

Autonomías regresivas

No diré que España vive en trance de desaparición -como afirman los apologistas de la catástrofe- pero sí que afronta un momento de regresión histórica. El origen de la reflexión que motiva este artículo se sitúa en el planteamiento de superación del Antiguo Régimen -al que, es preciso no olvidarlo, tanto colaboraría la actual dinastía reinante-. Con él se fueron detrás los aranceles,alcabalas y tasas de cualquier clase que gravaban todo tipo de mercancías en su discurrir a lo largo de la península..
Este cambio traía su causa en una verdadera necesidad. Los señoríos feudales asentaban su posición política en determinados territorios. Era un poder desde el que exigían esos y otros gravámenes, los cuales consolidaban su preeminencia política. Y desde esta situación dominante sometían a un auténtico chantaje a los reyes, de quienes afirmaban sin embargo su condición de súbditos. Pero los comerciantes -hombres de negocios de la época- no podían estar de acuerdo. Sus productos recibían tal número de cargas a lo largo de su viaje por España que llegaban muchas veces al consumidor final en la forma de objetos cuasi-preciosos, con los inconvenientes que de ello se derivaban en cuanti a su consumo.
El comercio llama siempre a la apertura de nuevos mercados, en una vía que no ha descansado hasta la llegada de la actual globalización.
En ese sentido, el proceso de centralización emprendido en España, en su versión más democrática a partir de la Constitución de Cádiz de 1.812, puede ser considerado como una auténtica tendencia, que apenas se vería truncada por fugaces fenómenos como el que diera en denominarse como cantonalismo -"¡Viva Cartagena libre!", reflexiones sesudas como el republicanismo federativo de Pi I Margall, las tímidas Mancomunidades emprendidas por algunos políticos de la Restauración iniciada por Cánovas o los Estatutos de Autobomía concedidos por nuestra Segunda República.
Si esa lectura jacobina constituye el trazo dominante en nuestra historia moderna, es cierto que no siempre fue democrática, ni siquiera liberal: la dictadura del general Franco es siempre ejemplo paradigmático de centralismo autoritario.
Esa tendencia se quiebra con el Estado de las Autonomías que se establece en el título VIII de nuestra vigente Constitución y se refuerza después por la revisión estatutaria impulsada en la actual legislatura por el Presidente Zapatero.
Los treinta años transcurridos y la aplicación de las previsiones constitucionales en materia autonómica nos permiten obtener algunas conclusiones.
Sin ánimo de resultar exhaustivo ciataré alguna. La primera podría consistir en el nacimiento y consolidación de unas nuevas clases políticas regionales, compuestas por Consejeros, Viceconsejeros, Directores de los respectivos Departamentos y de las empresas públicas creadas al calor de las transferencias competenciales.
Estas clases políticas lo son de dos tipos básicos: las que proceden de los partidos nacionalistas, en las llamadas "nacionalidades históricas" y las estructuras territoriales de los partidos nacionales que se hacen fuertes básicamente en las regiones.
Unas y otras se parecen bastante. El común denominador -aparte de un discurso más o menos integrador o reivindicativo- es el de presionar a la Administración Central en petición de mayores competencias que alimenten a su siempre voraz legión de pretendientes a engrosar el pesebre de los elegidos.
No se trata por lo tanto de que exista o no demanda por parte de los ciudadanos que componen esas comunidades autónomas de un mayor techo competencial. No existe tal, como lo demuestra la escasísima participación ciudadana en los referendos de Cataluña y Andalucía.
Incrustadas estas clases políticas en las instituciones territoriales y alejadas de los ciudadanos, sus nuevos estatutos apenas pretenden acercar el poder al ciudadano, sino acercarse ellos mismos.-esas clases políticas- al poder.
De ese modo, los partidos nacionalistas presionan a los partidos nacionales que se encuentran en el Gobierno de España a que concedan más competencias a las autonomías que ellos gestionan. Ponen a cambio de esas políticas sus votos en el Congreso de los Diputados. No pretenden en realidad la independencia, sino el permanente chantaje a la cosa común.
Las estructuras territoriales de los partidos nacionales -especialmente cuando gobiernan en sus autonomías- dicen contribuir a un proyecto común que se llama España, aunque lo que están haciendo realmente es ayudar a su fragmentación. El pago que entregan para ello al Gobierno central de su partido es la paz organizativa interna -"entre bomberos no hay que pisarse la manguera".
Y como resultado de todo eso se ha construido ya un proceloso país compuesto por diecisiete países. Un notario que no sepa catalán no podrá abrir notaría en Barcelona, un prestigioso médico que no domine el euskera no podrá ejercer en el hospital de Cruces y una empresa de servicios que no esté radicada o disponga de filial en Murcia no podrá participar en determinados concursos públicos Y hay quien piensa que conviene trocear también la Seguridad Social, de modo que los pensionistas a lo mejor tengan dificultades para cobrar su jubilación en el supuesto de que el sistema público dependiente de su autonomía recorte sus prestaciones o simplemente se declare en quiebra -no quebrarán desde luego las empresas públicas de esos territorios en tanto haya que pagar las nóminas de los paniaguados de sus partidos.
La distancia entre representantes y representados, entre políticos y ciudadanos se va acrecentando con el paso del tiempo. Y las convicciones de los primeros se han visto sustituidas en gran parte por sus propios intereses crematísticos.
La unidad de España no es sólo importante por lo simbólico. Lo es también porque se refiere a la solidaridad y al progreso. Este consiguió clausurar el tiempo insolidario del Antiguo Régimen. Pero hoy pueblan los escenarios públicos estos nuevos reconstructores del pasado para contarnos en la práctica que, al fin y al cabo, ese tiempo histórico era bastante mejor y que conviene reeditarlo.

jueves, 27 de septiembre de 2007

¿Qué puede todavía la política?

La pregunta que se contiene en el título de este artículo se la formulaba el escritor francés Pierre Rosanvallon en el curso de la reciente campaña electoral a las presidenciales francesas. El autor de "Le peuple introuvable" vendría a plantearse si, en un mundo tan complejo como el que vivimos, sirve en realidad para algo la política. En otras palabras, ¿qué se puede hacer con ella?
Para el corifeo que forman los fundamentalistas que muchas veces anidan en los partidos, así como para todos los grupos sociales que viven de la política, disquisición como esta entra claramente en el terreno de la más peligrosa de las iconoclastias. No parece conveniente -podrían decir- que se planteen cuestiones tan básicas. Deberían más bien situarse en el plano de lo intangible, de las "verdades reveladas", de lo indiscutible. De modo que su mera formulación se convierte en anatema contra quien la hace, por lo mismo que los niños excesivamente "preguntones" hacen relativa gracia a los extraños, pero ninguna a los propios.
Y sin embargo a la gente cada vez le interesa menos la politica. Como ejemplo sirva que en la encuesta electoral, publicada por un medio de la prensa vasca, se aseguraba que en torno a un 45% de los preguntados tenían "poco" o "muy poco" interés por el asunto y el resultado de las elecciones venía a subrayarlo: a nivel nacional, la abstención aumentaba en un 4% en relación con las anteriores municipales..
Habría que deslindar el espacio de la política del espacio que le es propio a los partidos, de igual manera que una buena obra de teatro podría resultar literalmente "asesinada" por los actores que la representan. ¿Ocurre eso con nuestro asunto?.
Es más que probable. En todo caso, no sería posible desplazar la responsabilidad de ese desinterés a la ciudadanía. Máxime cuando los partidos no están cumpliendo con el mandato constitucional de servir de instrumento -"fundamental", dice su artículo 7- para la participación popular. Configuradas como meros banderines de enganche, las grandes formaciones políticas, a la manera de los malos devotos que sólo rezan a Santa Bárbara cuando truena, únicamente se acuerdan de sus afiliados cuando se trata de engrosar sus mitines, rellenar los puestos de una candidatura o nutrur las mesas para el recuento electoral. Los aparatos de esos mismos partidos, desplegados en los diferentes niveles territoriales, se constituyen en seguros garantes de la ortodoxia, en tanto que administran sus prebendas -en forma de cargos- entre sus más fieles amigos, que no necesariamente militan en el bando de los mejor preparados..
Más bien habría que analizar las causas del desencuentro entre política -políticos- y ciudadanía en la primera de las dos instancias. El agotamiento, la frivolización, la impostura de un debate político que tiene ya muy poco de ambas cosas. Urgidos por la perversa dinámica creada por los medios de comunicación, las verdaderas direcciones de los partidos -que no se corresponden casi nunca con las que dicen sus estatutos- contestan a unos titulares repletos de agravios con otros de parecido tenor, de acuerdo con las estrategias previamente diseñadas por los omnipresentes aparatos de los partidos y que exclusivamente consisten en mantenerse en el poder o en desalojarlo de él al partido que está en el gobierno.
Se ha creado así una clase política -que son al menos 18, una nacional y 17 autonómicas- que, en la nómina del poder o de la oposición, ha hecho de la política un modo de vida que vive ajeno a la vida de los demás.
Pero cuenta también lo que podríamos denominar el espacio de la poítica, el Estado nación o la región o nacionalidad. Este último no podría constituirse en espacio público ciudadano, salvo que admitamos que el poder es sólo uno -el del partido elegido- y que de él emanan todos los demás: legisla, gobierna y juzga el partido... y sus paniaguados. .
Es más seguro el Estado nación como espacio propicio a la ciudadanía. Instalados en la crítica al Estado centralista que era la organización predilecta del general Franco, nos hemos convertido en conspicuos adoradores del principio de la subsidiaridad. Para los nacionalistas -pero también para quienes no lo somos- no había competencia que no mejorara en su eficacia si se dejaba de aplicar a nivel nacional y se ejercía a nivel autonómico. Eso sí, ahí acababa la descentralización, porque los municipios eran -y lo siguen siendo- los grandes convidados de piedra en la mesa del ejercicio de las competencias.
Pero es más cierto que no todo funciona mejor en el nivel autonómico. Ocurre por ejemplo en el aspecto educativo, en el que con verdadero espanto asistimos a una ausencia prácticamente total a las referencias nacionales en materias como la historia o la geografía. La fijación de un "curriculum" básico a nivel nacional debiera constituirse en uno de los criterios a seguir en los planes educativos.
Pero es que, además de eso, el acercamiento del poder al ciudadano no lo hace más democrático Lo ha dicho el profesor Félix Ovejero con suficiente claridad:

"Porque una cosa es la agrimensura y otra la
política. Que el gobierno de mi comunidad autóno-
ma esté a un par de kilómetros de mi casa no
quiere decir que yo, como ciudadano, tenga un
mayor control sobre sus decisiones que la que
tenga sobre el gobierno de Madrid. La proximidad
métrica no siempre es buena para la democracia.
Entre vecinos es más fácil encontrarse en plazas
para mercar favores y más embarazoso decir que
no. (...) Además, como las navajas no relucen, co-
mo nadie remueve las aguas, al observador más
ingenuo le puede parecer que aquéllo es un oasis,
un remanso. Es lo que parecen las ciénagas vistas
a lo lejos".

Y si el espacio nacional es más propicio para el ejercicio de la ciudadanía, lo sería más aún el espacio supranacional: las comunidades de Estados, la Unión Europea, por ejemplo. Estamos lejos, sin embargo de llegar a eso. No hemos conseguido fijar un principio de ciudadanía europea -que es elemento esencial de cualquier Constitución- y Sarkozy llega dispuesto a reubicarnos en la realidad: ni lo que aprobamos los españoles era una Constitución europea ni, por lo visto, hace falta más que un mini-tratado.
Pero la globalización exige de respuestas democráticas, precisas y estables en el nivel en que se produce. Respuestas más ágiles que las decididas por los lentísimos organismos internacionales de que disponemos y que se encuentran carentes de poder ejecutivo: el cambio climático, la hambruna en África, el SIDA, la competencia de precios mediante la explotación infantil y tantos otros problemas que amenazan la vida presente y la continuidad del planeta.
Y los gobiernos nacionales son incapaces de generar siquiera las dinámicas económicas que luego ellos sí que deben afrontar. En este mundo de "iguales" en, que, como diría Orwell, los "más iguales", al menos están en condiciones de huir de la quema antes de perecer carbonizados.
La polítuca es entonces el espacio impreciso, ambiguo, en que los partidos compiten por un botín igualmente ambiguo e impreciso al que le han puesto por nombre "poder". Esa cosa que a veces ni siquiera sirve para resolver los problemas, por lo altos y lejanos que se encuentran; menos aún para reformar la realidad, que padece el síndrome del eterno retorno. A veces confunden el poder con el dinero o con la fama, pero son asuntos bien distintos.
Con la política -especialmente con los políticos- habría que establecer espacios de cautela, de control. Eso que se llama ciudadanía y que es algo más que la más bella de las palabras que se contienen en las más perfectas de las Constituciones.
Una ciudadanía que, parafraseando a Bernard Crick, afiliada o no a algún partido, sería algo así como el partido... del antipartido.
Y no habría que llegar tan lejos como Stendhal cuando se confesaba "un ateo de la política". Nos debería bastar con ejercer una especie de escepticismo; eso sí, implicado en la solución de los problemas, activo.
Porque si la guerra es demasiado importante como para dejársela a los generales, tampoco habría que dejar a los políticos la sola responsabilidad de conducir los asuntos públicos.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

De encuentro y desencuentros

Veinticinco años después de que formalizara mi candidatura al Senado por Guipúzcoa en aquélla coalición bautizada como la "sopa de letras" -AP, PDP, PDL Y UCD- y en representación del Partido Demócrata Liberal que presidía Antonio Garrigues, inicia sus tareas un nuevo partido político auspiciado por los responsables de la plataforma "¡Basta Ya!" y la ya ex dirigente del PSOE Rosa Díez.
Ese cuarto de siglo ha pasado para mí cuajado de acontecimientos y emociones diversas. Después de aquéllas elecciones del '82 fui elegido concejal en el Ayuntamiento de Bilbao por el partido liberal entre 1.983 y 1.987; participé en el intento -fallido- de crear un partido de centro en el País Vasco que preconizara Jaime Mayor Oreja; me sumé después a la refundación del Partido Popular en esta Comunidad Autónoma, desempeñando el cargo de Secretario General, fui codirector de la campaña de las autonómicas del '90 con Mariano Rajoy y he sido parlamentario vasco por ese partido hasta la actualidad, puesto desde el que tuve el honor de presentar una moción de censura al lehendakari Ibarretxe en el año 2.000.
Más allá de los cometidos y de los avatares he tenido siempre la obsesión en de colaborar en la construcción de un centro político que para mí se encuentra representado en la ideología liberal.
El Partido Popular, producto de la unión de AP con democristianos y liberales, ha tenido desde su origen dos almas diferentes: la derechista -básicamente representada por los primeros- y la centrista -en la que hemos venido trabajando los segundos.
Consciente de que las elecciones se ganan en el centro, José María Aznar orientó el partido desde su refundación al objetivo de ocupar ese espacio. Lo consiguió y ganó las elecciones de 1.996, realizando una gestión admirable que le llevó a obtener la mayoría absoluta en las generales de 2.000.
Ahí empezaría una deriva hacia la derechización del PP. Desconozco las causas de ello -habrá historiadores que las investiguen y expliquen- pero en esa época el Presidente del Gobierno introdujo a España en una guerra, en contra del derecho de gentes en una decisión que se justificaba en la doble impostura de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak y la connivencia del régimen de Hussein con Al Qaeda.
Ha habido quien me ha reprochado personalmente el no haber hecho público mi disgusto ante el hecho, una vez que -como dicen los andaluces- iban cayendo los "palos del sombrajo" de las mentiras sobre las que descansaba la operación militar. Bien es cierto que en el País Vasco me ocupaba y preocupaba más en aquéllos tiempos el velar los cadáveres y asistir a los funerales de los compañeros asesinados por ETA, colaborar en los actos de "¡Basta Ya!" y formar parte de los órganos de encuentro entre socialistas y populares en la Fundación para la Libertad, además de algún doloroso duelo familiar. Por otra parte, una vez concluída la penúltima tregua de la banda asesina, la política antiterrorista del Gobierno fue la más adecuada de las posibles.
Pero la deriva derechista ha proseguido, condenando al alma centrista de la organización al ostracismo. Veamos algún ejemplo de lo que digo. El Partido Popular no circunscribe su tarea de oposición al ámbito de las instituciones y ha escogido la calle como el terreno privilegiado para el desgaste del Gobierno -en alguna ocasión para manifestar incluso su discrepancia con resoluciones judiciales-. Sin perjuicio de su opinión respecto de las uniones entre homosexuales -que comparto- riza el rizo elevando recurso de inconstitucionalidad respecto de la ley. Y practica un seguidismo, digno de mejor causa, respecto de la jerarquía de la Iglesia en lo que se refiere a la asignatura de educación para la ciudadanía.
No es necesariamente derechista, aunque sí errática, su actitud en materia autonómica, y no vale para Cataluña lo que parece ser bueno para el País Valenciano.
Hay quien me ha formulado una reflexión en clave familiar -aunque esa persona no proceda precisamente de mi familia-. Según esta, quienes llevamos apellidos de larga trayectoria política nos veríamos obligados a hacer honor a su memoria, trabajando en su mismo campo, ¡como si a las numerosísimas trabas que nos impiden ser libres, hubiera que añadir el lastre que arrastra de las generaciones precedentes!
Pero es que, además, yo no sé muy bien a quien debería parecerme. ¿A mi tío Jorge Semprún, ex comunista y ex ministro de Felipe González? ¿A mi prima Luisa Isabel Álvarez de Toledo, más conocida por "la duquesa roja"? ¿A mi también primo Ramiro Pérez-Maura, cofundador del Partido Liberal? O más atrás, ¿a mi tío abuelo Miguel Maura que, sin dejar la derecha, abandonaría el campo monárquico, adhiriéndose al republicano? O aún más atrás, ¿a mi bisabuelo don Antonio Maura, que cuando pasaba del Partido Liberal al Conservador dijo que "hoy, la libertad se ha hecho conservadora"? -Con razón el hispanista Hugh Thomas ha dicho de nosotros que somos una "peculiar family".
No podría tener la petulancia de afirmar que hoy, la libertad se ha hecho progresista. Liberal bilbaino, como me siento, sé que el liberalismo se ha forjado entre nosotros en contra del carlismo. No podemos por lo tanto caer en la tentación reaccionaria. Liberales -no "neo liberales", que son realidad "neo conservadores"- que han pactado con socialistas en contra de los nacionalistas, como hiciera mi tío abuelo Gregorio Balparda con Indalecio Prieto.
Hasta aquí mi particular árbol político-genealógico. Estoy seguro que ningún ancestro se levantará de su tumba para afear mi actitud. También puedo decir que todos ellos hicieron en su momento lo que consideraron más coherente con su criterio.
En cuanto a mis desencuentros personales y políticos y de la marginación sistemática de que he sido objeto por la cúpula del Grupo Parlamentario a lo largo de esta legislatura, prefiero no extenderme. Forman parte de la lamentable mezquindad que tantas veces se produce en las relaciones humanas. En todo caso diré que siempre he estado dispuesto al acuerdo y a la recomposición de las relaciones. Habrá que pensar, con lógica, que quienes practican el "mobbing" no tienen precisamente un excesivo interés en componer los vidrios que ellos mismos han roto. Lo que aquí escribo se lo he contado a todo el que ha querido escucharme.
Veinticinco años después, y prestados innumerables servicios a ese partido, no hay en mí amargura pero sí consciencia; no hay tristeza, pero sí una voluntad inequívoca de actuar desde lo que entiendo más correcto: colaborar ahora a entregar el testigo a la generación futura desde un proyecto sugestivo o simplemente marcharme a casa. Ese es mi dilema.

viernes, 29 de junio de 2007

La Fundación Agustín Ibarrola: El proyecto.

El proyecto que estamos impulsando en el municipio abulense de Muñogalindo, pese a su novedad, tiene sus antecedentes. Son los casos de la Fundación Isamu Noguchi, ubicada al norte de Nueva York; el Kròller-Muller Museum y el jardín de esculturas y pabellones del Ilseln Hombroich en Dùsseldorf.
La Fundación Agustín Ibarrola será un museo, pero algo más también. Es decir, deberá cumplir las funciones de custodia, catalogación, estudio y exhibición de las obras del artista. Pero es que el enclave que supone la finca de Garoza de Bracamonte ha salido al encuentro con el alma de Ibarrola, y de esa verdadera simbiosis surge un proyecto cualitativamente distinto. Los bolos graníticos, las encinas centenarias y la particular constitución del monte bajo de retamas y arbustos aromáticos establecen ya un diálogo con las piedras que está pintando Ibarrola. Un diálogo entre naturaleza y arte que se verá reforzado con las dimensiones arquitectónica, de contenido de su obra y de las restantes dimensiones culturales que el equipo promotor de la Fundaciób pretende desarrollar.
Habrá, por lo tanto, un museo, depósito-archivo y oficinas. Pero la Fundación Agustín Ibarrola aspira a ser un Centro de Investigación, una Residencia de Artistas, una Institución Pedagógica y un Instrumento de Sensibilización hacia el Arte y la Naturaleza.
Una fundación convencional custodia obras y recibe visitantes. Lo que pretendemos en este caso es invertir este flujo y convertir la Fundación Agustín Ibarrola en centro de producción y emisión de información. Esto es, un modelo de integración tanto de las diversas prácticas artísticas como de la heterogénea pluralidad de nuestra sociedad, incluyendo necesariamente en ella a las personas que nunca se han interesado por el arte.
Entendemos la fusión entre el arte y la naturaleza como un elemento configurador de la vida. En ella residen las diversas sensibilidades del hombre que habita el siglo XXI. La preocupación por el medio ambiente, la reflexión sobre el papel de la técnica, la materialidad que ofrece una industria en transformación, las nuevas tecnologías y la lectura/descripción que de todas esas inquietudes haga el arte moderno forman necesariamente parte de este proyecto. Una fusión que, por fuerza, deberá ser democrática y antielitista.
Un proyecto, por fin, que deberá contar con el asesoramiento, el apoyo y la colaboración de equipos locales multidisciplinares.
Porque se trata de la integración de situaciones diversas: Agustín Ibarrola y Alfredo Melgar; País Vasco-Castilla-León-Ávila, Arte, Naturaleza y Vida; la Ambición y la Realidad Y la fusión del hombre que vivió las convulsiones del siglo XX y que participa de las preocupaciones del XXI.

Parlamentario Vasco del Partido Popular. Miembro del equipo promotor de la Fundación Agustín Ibarrola.
www.blogdefernandomaura.blogspot.com