domingo, 13 de abril de 2025

Los 800.000 millones

 

LOS 800.000 MILLONES

Vivimos en una época en la que la inestabilidad ha sustituido a la certeza, por lo mismo que se diría que el realismo se ha vuelto mágico. Ocurre como si el Macondo de García Márquez no constituyera un sueño más o menos afortunado de un escritor, sino que, en definitiva, el mundo sólo fuera un Macondo más grande, como consideraba Unamuno que era el Bilbao que él conoció.

Era en el año 2014, en Newport (Gales) cuando el Trump de su primer mandato extraía un conejo de su chistera que se trataba en realidad de una cifra: el 2% de gasto militar. Suponía -como resulta obvio imaginar- la peregrina propuesta de empezar a construir la casa desde el tejado. El volumen total de gasto (medido en términos porcentuales en relación con el PIB, si se quiere) es el resultante de toda una serie previa de decisiones que después se agregan y proporcionan una cifra, que puede ser ésta del 2%, del 5% -como parece exigirse ahora- o cualquier otro guarismo que resulte de la suma y del PIB sobre el que se aplique. Se trata de una de tantas posibles aproximaciones a la realidad, no la verdad cierta  i la revelada ni la medida exacta de una voluntad política. Pero habrá que convenir que es lo que hay.

Ocurre lo mismo con la cifra de los 800.000 millones, que sólo es una operación de marketing. No obstante , no conviene demeritar a ésta u otra cifra, porque las operaciones comerciales revisten de una significación propia, como les ocurre a los objetivos de ventas fijados por determinadas empresas, que muchas veces quedan sólo en aspiraciones voluntaristas. Por otro lado, ¿no ocurre lo mismo con el informe Draghi que establecía una cantidad similar -750.000-800.000 millones de inversión adicional anual?

Es más que probable que, de no haberse puesto sobre la mesa un guarismo como éste -o bien otro- no estaríamos debatiendo acerca de si es más o menos necesario pasar del 1,3% de España al 2% ó al 3% ó al 4%… muy probablemente habríamos desterrado esta propuesta al desván que contiene los objetos inservibles.

En 2024 Trump nos conminaba a un gasto del 2%, y como quiera que no hemos llegado a esta cifra, ahora nos exige un 5%. Y los 800.000 millones constituyen una respuesta a la última exigencia norteamericana.

Es preciso hacer un esfuerzo, por lo tanto. Ayúdate si quieres que te ayuden, parece decirnos la voz que ruge desde el otro lado del Atlantico. Una cooperación reforzada que debería trascender el ámbito del la industria -que ya viene produciéndose a escala de la UE- y que debiera integrar también la política de Defensa.

Pero se trata de un ámbito por definición complicado. Es muy difícil que alguien -algunos- tomen decisiones en materia militar, que es el espacio privilegiado de la soberanía nacional, y que lo haga en nombre de todos. No estamos aún en la Europa federal que algunos hemos defendido, y aunque este tipo de decisiones aceleren el proceso de integración europea en esa dirección federal, no es aún fácil que nos conduzcan de bruces al escenario de una decisión europea que no haya sido previamente consensuada

Y ya que nos referimos a la UE, deberíamos también hacerlo acerca de Europa. Un continente que no es sólo el cubierto por los Tratados. Están en Europa, están en la OTAN, pero no son Unión Europea, ni el Reino Unido, ni Noruega, ni Turquía. De manera que el espacio en el que  debería producirse el reforzamiento inversor no es el de la Europa vinculada a un proyecto poltico y económico determinado, sino a otro que incluya a los países europeos no-UE de la OTAN, y seguramente también a Canadá,

El escenario es, por lo tanto, la OTAN. Pero la UE tendrá una voz propia necesariamente en este contexto. El hecho de que la Comisión Europea exista, y el hecho también de que constituye un órgano en el que los países que integran el proyecto político y económico europeo se encuentren cómodamente representados en él, introduce un ámbito de confianza que no se debería desaprovechar. En las relaciones diplomáticas, una de las primeras dificultades a despejar son las suspicacias, las cuales precisamente se encuentran fuera de la ecuación en lo que se refiere a la Comisión y a los países miembros de la UE. Más allá de las pugnas entre iliberales y partidarios de la democracia liberal existe aún en Europa un espacio común de diálogo para la adopción de decisiones.

Al margen, entonces, de los 800.000 millones, el reto es pasar de la cooperación reforzada en la industria a un ejército común situado en el pilar europeo de la OTAN. Nada menos.

Y, seguramente, aumentar el gasto.

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