Me asomé por primera vez al universo poético, anarquizante y bohemio de George Brassens a través del disco al que daba título esta canción. Aparecida en Francia en el año 1966, quizás resulte singular que el primer contacto que un adolescente pudiera mantener con el cantautor francés fuera el de su testamento, pero así son las cosas en la vida, que hasta la idea de la muerte forma parte de tu existencia aunque te quede prácticamente toda ella por delante.
Me atrevo, después de unas cuantas décadas a intentar una traducción al español de esos versos. Y si los lectores quieren comprobar el desaguisado cometido por el traductor, figura el poema en su idioma original a continuación. Les ruego, en todo caso, que sean benévolos conmigo, sólo pretendo un -merecido siempre homenaje- al autor de la “Mala Reputación” (“La mauvaise reputation”).
Diría así:
“La Camarde, que no me ha perdonado jamas,
Por haber hecho en su nariz una siembra floral,
Me persigue on un celo de cretino.
Así que, rodeado de cerca por los enterramientos,
Consideró oportuno poner al día mi testamento,
Y pagarme entonces un codicilo.
Moja en la tinta azul del golfo del mistral,
Moja tu pluma, oh escribano menestral.
Y, con tu más bella escritura,
Anota lo que deba ocurrirle a mi cuerpo,
Cuando mi alma y él sólo estén de acuerdo
En un único punto, la ruptura.
Cuando mi alma, hacia el horizonte, haya tomado vuelo,
Donde los miserables y las costureras tienen su cielo,
El de los chicos atrevidos, de las obreras con presunción,
Que sea llevado mi cuerpo hacia mi sol natal,
Con llegada a Sète, a su estación.
Mi panteón familiar, ¡ay!, no es del todo nuevo.
Hablando vulgarmente, está lleno como un huevo.
Y de aquí ni en sueños nadie se va.
Corro el riesgo de que se haga tarde, y no puedo
Pedir a esa buena gente que se intente apretar
Que hagan sitio a los de menor edad.
Muy cerca de las azules olas, en el borde del mar,
Si os resulta posible un agujero cavad.
Un nicho pequeño, vaya…
Cerca de los delfines que me vieron crecer,
Allí donde la arena extiende su delgadez,
En la suave pendiente de la playa.
Allá donde cuando la mar está encrespada,
Se diría que Neptuno ha hecho una carnavalada,
Donde cuando ves un barco naufragar
El capitán grita: “¡Yo soy el que manda.
Sálvese quien pueda, antes el vino y las viandas.
Cada uno su bombona, y a ser audaz!
Y es allí, con quince años, revolucionado,
En la edad en que divertirse solo nunca ha bastado,
A mi primera novieta tuve acceso.
Cerca de una mujer pez, una sirena,
Recibí del amor la primera lección,
Me tragué mi primer hueso.
Con la debida cortesía a Paul Valery
Yo, el humilde trovador que más allá de él fui.
Que me lo perdone el dios omnipotente,
Y si al menos sus versos son siempre más finos,
Que mi cementerio sea al menos más marino
Y no disguste a los nativos presentes.
Esta tumba en sándwich entre el agua y el cielo,
No proporcionará una sombra triste al lienzo,
Sino un encanto terrenal.
Las bañistas lo utilizarán como paramento
Y los niños dirán “mira, un castillo de arena”.
Y si no es pedir demasiado en este pequeño lugar,
Una especie de pino, por favor, plantad,
Pino parasol como preferencia,
Que sabrá prevenir contra la insolación
A los amigos que vengan a mi concesión
Con afectuosas reverencias.
Tan pronto viniendo de Italia, como de España,
Todas sus bellas músicas, de perfumes bañadas,
El Mistral y la Tramontana,
Presidirán los ecos de mi última siesta,
Villanellas y fandangos de los días de fiesta,
Las tarantelas y las sardanas.
Y toda vez que mi cabeza decida reposar,
Una ondina se vendrá gentilmente a arrimar,
Carente de vestido ni ajuar,
Debo pedir perdón previamente a Jesús,
Si se acuesta por encima la sombra de mi cruz,
Como una pequeña y póstuma felicidad.
Pobres reyes faraones, pobre Napoleón,
Pobres grandes desaparecidos que yacéis en el Panteón,
Pobres cenizas de consideración.
Envidiareis un poco al eterno veraneante,
Que navega sobre las olas, durmiente,
Que pasa su muerte de vacación.
Versión original
La Camarde qui ne m'a jamais pardonné
D'avoir semé des fleurs dans les trous de son nez
Me poursuit d'un zèle imbécile
Alors cerné de près par les enterrements
J'ai cru bon de remettre à jour mon testament
De me payer un codicille
Trempe dans l'encre bleue du Golfe du Lion
Trempe, trempe ta plume, ô mon vieux tabellion
Et de ta plus belle écriture
Note ce qu'il faudrait qu'il advînt de mon corps
Lorsque mon âme et lui ne seront plus d'accord
Que sur un seul point, la rupture
Quand mon âme aura pris son vol à l'horizon
Vers celle de Gavroche et de Mimi Pinson
Celles des titis, des grisettes
Que vers le sol natal mon corps soit ramené
Dans un sleeping du Paris-Méditerranée
Terminus en gare de Sète
Mon caveau de famille,, hélas n'est pas tout neuf
Vulgairement parlant, il est plein comme un bufet d'ici que quelqu'un n'en sorte
Il risque de se faire tard et je ne peux
Dire à ces braves gens "poussez-vous donc un peu"
Place aux jeunes en quelque sorte
Juste au bord de la mer, à deux pas des flots bleus
Creusez si c'est possible un petit trou moelleux
Une bonne petite niche
Auprès de mes amis d'enfance, les dauphins
Le long de cette grève où le sable est si fin
Sur la plage de la corniche
C'est une plage où même à ses moments furieux
Neptune ne se prend jamais trop au sérieux
Où quand un bateau fait naufrage
Le capitaine crie "je suis le maître à bord"
Sauve qui peut, le vin et le pastis d'abord
Chacun sa bonbonne et courage
- Et c'est là que jadis à quinze ans révolus
À l'âge où s'amuser tout seul ne suffit plus
Je connus la prime amourette
Auprès d'une sirène, une femme-poisson
Je reçus de l'amour, la première leçon
Avalais la première arête
Déférence gardée envers Paul Valéry
Moi l'humble troubadour sur lui je renchéris
Le bon maître me le pardonne
Et qu'au moins si ses vers valent mieux que les miens
Mon cimetière soit plus marin que le sien
Et n'en déplaise aux autochtones
Cette tombe en sandwich entre le ciel et l'eau
Ne donnera pas une ombre triste au tableau
Mais un charme indéfinissable
Les baigneuses s'en serviront de paravent
Pour changer de tenue et les petits enfants
Diront "chouette, un château de sable".
Est-ce trop demander sur mon petit lopin
Plantez, je vous en prie une espèce de pin
Pin parasol de préférence
Qui saura prémunir contre l'insolation
Les bons amis venus faire sur ma concession
D'affectueuses révérence
Tantôt venant d'Espagne et tantôt d'Italie
Tous chargés de parfums, de musiques jolies
Le Mistral et la Tramontane
Sur mon dernier sommeil verseront les échos
De villanelle, un jour, un jour de fandango
De tarentelle, de sardane
Et quand prenant ma butte en guise d'oreiller
Une ondine viendra gentiment sommeiller
Avec moins que rien de costume
J'en demande pardon par avance à Jésus
Si l'ombre de ma croix s'y couche un peu dessus
Pour un petit bonheur posthume
Pauvres rois pharaons, pauvre Napoléon
Pauvres grands disparus gisant au Panthéon
Pauvres cendres de conséquence
Vous envierez un peu l'éternel estivant
Qui fait du pédalo sur la vague en rêvant
Qui passe sa mort en vacances
Vous envierez un peu l'éternel estivant
Qui fait du pédalo sur la vague en rêvant
Qui passe sa mort en vacances.
Hasta aquí el último testamento poético de Georges Brassens. Pero -todo hay que decirlo- el poeta y cantante francés no se tomaba excesivamente en serio a sí mismo, y en una entrevista que concedió, a propósito de éste asunto, dijo:
“Te señalo que me da igual ser enterrado en la playa de Sète. Lo he hecho sólo para divertirme”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario