domingo, 3 de agosto de 2014

Mis vacaciones con Aski (10)


Y sentía entonces una gran compasión por el perrito. Dormido, con la dificultad del ascenso por los altos escalones para su cuerpecito largo y sus cortas patitas. de modo que lo cogía en mis brazos y lo subía para depositarlo en mi butaca de las siestas -que ya él había convertido en suya.

Vic seguía puntualmente estas evoluciones, admirando el sosiego y la paz con la que Aski se comportaba en aquellos momentos.

Situado ya en su camita, el perro dormía casi toda la noche sin molestia alguna. Sólo quizás, en la primera de las noches que pasaba con nosotros, en ambiente desconocido, se decidía el teckel a despertarnos.

Todos los perros sueñan -diría yo lo mismo que Lawrence en su magistral introducción a su obra Los 7 pilares de la sabiduría-, pero no del mismo modo. Y cuando su sueño se resuelve en cacerías y reyertas contra sus congéneres, los perros ladran en medio de su descanso. Se trata, en general, de un ladrido quedo, casi callado, como cuando gritamos los hombres en sueños, en medio de una pesadilla. Pero Aski no es así, tampoco en eso es un perro más. Aski ladra on fuerza en medio de su profundo sueño. Te diriges hacia él y lo observas. Sigue dormido, concentrado en su cacería o en su reyerta.

Y tampoco te despierta a primera hora de la mañana para que le abras la puerta que da al jardín , para que pueda hacer sus necesidades. Duerme hasta que tú te despiertes o hasta que lo haya hecho tu mujer y haya él decidido que ya ha llegado la hora y que por lo tanto no tienes derecho de dar otra cabezada. Entonces se te queda mirando y se pone a ladrar. No podrás soportarlo. Sólo si te levantas el teckel quedará satisfecho.

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