domingo, 6 de julio de 2014

Mis vacaciones con Aski (3)


 Nuestras visitas a Arrechea concluían en ese diciembre, por causa del frío, la nieve y la dificultad del accedo por carretera. Pero llegaba la Semana Santa. Y con ella la presencia de un cuñado que quería probar el helicóptero de juguete y con motor que le habían regalado. Habían pasado solamente cuatro meses desde nuestra ultima visita.

Una mañana de aquella primavera, mi cuñado se dispuso a volar el aparato aquel, que hacia un estruendo proporcionado al que los modelos reales realizan. Aun así, aé trataba de un ruido bastante considerable. Lo suficiente como para que el fino oído del vecino perro advirtiera de nuestra presencia y de nuestras gestiones.

Su alegre ladrido nos sobresaltó un poco al principio. Pero el simpático perrito no dedicaba mucho tiempo al saludo: había descubierto que un objeto extraño sobrevolaba por los jardines de su propiedad, Y Aski no estaba dispuesto a admitirlo. De modo que, cuando el aparato se encontraba a una altura relativamente alcanzable para él -poco más de un metro- el perro saltaba con furia para atraparlo. Saltaba bien y bastante alto para su estatura, pero no podía alcanzarlo.

Fue el momento en que el helicóptero -seguramente desestabilizado como consecuencia de una corriente de viento o la impericia del neófito jugador- picó contra el perro y le golpeó en el hocico.

Desconcertado y rabioso, el teckel se escapaba en dirección a su casa.

No hay comentarios: