Hagamos ahora un sucinto resumen de situación antes de abordar lo que será el segundo capítulo de esta historia.
El proyecto de Fundación lo tenía prácticamente todo: el estudio del arquitecto, las piedras pintadas por su creador, el apoyo de los políticos y la estrategia de situar en la presidencia de honor de la misma a la futura esposa del Príncipe de Asturias.
No le faltaba tampoco la mala relación entre Gowen Barrera y Federico Barrientos, el recelo de Javier Ibarra respecto del proyecto fundacional. Y, en otro orden de cosas, la escritura de división de la finca y los estatutos que regirían el proyecto.
Estos dos últimos aspectos les habían sido confiados por los promotores nada menos que a tres despachos de abogados: uno abulense, otro de Madrid y un tercero al siempre locuaz letrado de los Ibarra.
Además de lo cual, todavía la familia Ibarra -y el propio artista- no habían definido qué parte de la obra de Andrés. seria entregada por su autor en depósito a la Fundación.
Y lo que faltaba, por encima de todo, era la financiación.
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