Existe en España un debate que se no se plantea con demasiada frecuencia, y que se refiere a las funciones que el Rey debe asumir en los hechos políticos concretos que afectan a las labores del gobierno. Hay, en efecto, una cierta timidez en la formulación de este asunto, debido seguramente a diversas causas. Habría que empezar por señalar como rpimera de esas razones la singularidad de nuestro actual monarca, que recibía toda la autoridad -y las competencias políticas que de ella se derivaban- del general Franco y que el mismo don Juan Carlos decidió estratégicamente no ejercer, abriendo el camino que llevaría a la vigente Constitución de 1978. Pero esa singularidad no se constituye en el único de los motivos que puedan poner en duda el alcance y las limitaciones de las labores regias. A veces –y no sólo desde el punto de vista de la responsabilidad política- son los gobiernos quienes tienden a extralimitar ellos mismos las prerrogativas de nuestro Jefe del Estado.
Algo de esto se está produciendo estos días con ocasión del reciente –que no nuevo- conflicto con el Reino de Marruecos. Amarrado a la posición que en él es característica, el Gobierno Zapatero ha aceptado -¿sugerido, quizás?- la gestión mediadora de nuestro monarca ante su homónimo del reino alauiita con vistas a rebajar las tensiones que se están produciendo durante este verano con esa reivindicación marroquí de Ceuta y Merlilla que es uno de los disparates históricos con que la Casa Real marroquí nos viene reclamando de manera incesante.
No es propósito de estas líneas referirme al asunto de la política marroquí al respecto, UPyD ya ha dejado bien clara su postura en este punto. Lo que sí creo que puede resultar de interés es abordar una cuestión que el propio respeto a la figura del Rey de España acostumbra dejar de una u otra manera al margen: ¿Debe nuestro monarca actuar en el sentido de dialogar con Mohamed VI y reducir la tensión entre los dos países? O lo que es lo mismo, y por mencionar otro caso histórico: ¿Es necesario que, en aras a no poner en mayor riesgo las ya tensas relaciones entre dos países aliados, que el Rey don Juan Carlos visite al presidente Bush para recuperar un diálogo inexistente desde que el señor Zapatero hizo acto de desprecio olímpico a la bandera que expresa la unión de todos los ciudadanos estadounidenses?
Es verdad que el Rey puede tener la voluntad de actuar en estos terrenos, aprovechando así la buena relación que le une con uno y otro Jefes de Estado. No deja de ser cierto, por otro lado, que esa tentación no puede reconducirse solamente a la figura de nuestro actual monarca: la tendencia a la intervención de los Reyes en la acción política –con alguno o sin ningún soporte constitucional- viene de lejos. Baste con recordar las viejas “crisis orientales” –porque se practicaban desde el Palacio de Oriente- que ponían y quitaban gobiernos con la velocidad del rayo en la época del “turno de partidos” que vvió España básicamente desde la regencia de Doña María Cristina y durante todo el reinado de Don Alfonso XIII hasta el advenimiento de la Segunda República en 1931.
Y es que en esa época, también se conjugaban el hambre con las ganas de comer: a la voluntad del Rey por imponer sus propios criterios –especialmente en materia militar- se correspondía una particular obsesión de algunos políticos del turno por la implicación personal del monarca en asuntos relativos al día a día de la política. En concreto, los liberales, que eran el ala izquierda del sistema dinástico –con excepción por lo tanto de socialistas y republicanos- consideraban que era función del Rey asumir ese tipo de gestiones. Otros, por el contario, como fuw wl caso de don Antonio Maura, siempre pensaron que el Rey debía jugar el papel que le fijaran sus gobiernos, y de modo relevante, el de constituirse en la figura que representaba la unidad entre los hombres y las tierras de España, ante sus ciudadanos y respecto de las otras naciones. Una función de este orden subrayaría la personalidad de un Rey que estaría así por encima de los conflictos políticos y no lo haría susceptible de ser contaminado por los asuntos del debate cotidiano.
Algo parecido a lo que hacían los liberales les ocurre a los socialistas de hoy, en especial al socialismo en versión José Luis Rodríguez Zapatero. En su política de permanente improvisación, el presidente está dotado de la particular habilidad de meterse en todos los charcos habidos y por haber. Y cuando corre el peligro de ahogarse, porque no percibía que el charco era en realidad una ciénaga de arenas movedizas no tiene más remedio que pedir ayuda. O simplemente, trata de utilizar a nuestro Jefe del Estado como última “ratio” que le ayude a gestionar la política de la manera ineficaz que acostumbra. Es verdad que el Rey no será constitucionalmente responsable, pues es el gobierno el que requiere su actuación o se la permite, pero se corre el grave riesgo de la contaminación política del monarca en asuntos que no son necesariamente de su incumbencia.
Resulta fácil eso de que “el Rey reina, pero no gobierna”, pero más díficil es la concreción de ese principio. Uno y otros –el monarca y los gobiernos democráticos- deberían esmerarse de una forma escrupulosa en definir los contornos de la actuación regia. Y como de principios hablamos, valdrá por encima de todos el principio democrático de la soberanía popular y de los poderes del Estado. Y el poder del Rey no es judicial, ni legislativo, ni desde luego ejecutivo. En todo caso sería un poder moderador.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
No parece que haya sido muy efectiva la conversación del Rey con el monarca marroqui, es mejor que se reserve y no se desgaste en funciones que corresponden al gobierno.
...Sólo se puede desgastar algo que es objeto de pasar la lima, y la lima se pasa en las repúblicas a las monarquias. Creo que D. Juan Carlos I de España es más que un monarca; sus adeptos o seguidores nos contamos por Juancarlistas. Porque el Soberano ha demostrado que es mucho más que un Rey al uso de España. Y aunque sea un Rey que reina pero no gobierna, creo que tiene resortes subterráneos suficientes como para aflorar con eficacia en un caso como lo fue el 23F que demostró que controla al ejercito como su General en Jefe, ¿o controló? Será mejor no saberlo; eso si es un Rey con cafeína o si ella. Yo pediría en estos momentos un papel al Rey de España determinante en asuntos que azuzan la vida política y social del País, de España. ¡Viva el Rey!
También pienso que el problema económico de España no se soluciona con el cambio por un señor con barba y de derechas.
Debido a mi reciente y muy negativa experiencia que hemos padecido en materia legal y de seguridad, tengo que dejar testimonio de que la Casa Real, ha sido la única institución que nos ha atendido. No siendo su deber ni obligación, en primer lugar, se molestaron en hacerlo personalmente. Y siendo su deber y obligación, fue la única que respetó la democracia que ampara la Constitución española. Ni ´los gobiernos autonómicos ni el central lo hicieron. Las fuerzas de seguridad no lo hicieron, y fiscalía se abstuvo previa autorización, sin comprobar la ilegalidad de las actuaciones administrativas en el ámbito familiar familiar y en materria económica judicial, de ejecución ilegal.
Cualquier actuación de la Casa Real ante un vacío gubernamental y en materia de seguridad, siempre y cuando se respete la Constitución, me parecerá más que adecuada. S.M. es el jefe de las fuerzas armadas.
La crisis con Marruecos es sobre todo económico-empresarial. Se ha pagado muy cara la guerra de la fresa, pero también se están pagando muy caras las subvenciones europeas en materia agraria.
Parece ser que no hubo continuación en el ministerio que dirigió Loyola de Palacio, por parte de otros.
El hecho es que el billón de euros que recibimos bajo el nombre de plan equal, no da frutos.
Generamos dependencia y pobreza, con un sector poblacional cualificado en paro y sin alternativa.
Si esta situación no estuviera relacionada logísticamente con un país que vive en dictadura monárquica, cuya población carece de relación Estado-ciudadano, cuya religión atenta contra los Derechos fundamentales y donde la mujer carece de la misma consideración que el varón, cualquier intervención diplomática por parte de la Jefatura del Estado en materia de seguridad, será considerada y agradecida por mi parte.
Así pues, aprovecho para dirigir mi respetos y sobre todo nuestro agradecimiento y admiración en presente y futuro a S.S.M.M.
Estimada Belén:
Hay quienes nos reciben con buena voluntad. Y sin embargo, en nada pueden mediar para solucionar los problemas sociales que colateralmente y quizás por malas gestiones de sus administradores, los políticos con cartera. Nos adosas a nuestras espaldas en formas de tributos y de reprimir a su ciudadanos, con multas.
España está dejando de ser una unidad teritorial y política para convertirse en unos "reinos de taifas". Un califa vasco dice, arre y en otro lugar dicen sooo.
Otros, que pretendiendo salvar la situación se constituyen en partidos políticos con la esperanza de ser bisagra de la puerta de cahoba de sus casas.
Un amigo mío, constructor, está pensando en dejar la empresa; no puede soportar los costes de la seguridad social y demás tributos, ahora se enfrenta a unos enbargos por responsabilidad empresarial... No puede competir con los nuevos contructore de la emigración que no pagan la Seguridad Social y que contratan bolsa de trabajo barata y sin papeles, no conocen las facturas, las contrataciones ni las cotizaciones, son los nuevos esclavos sus propios comnpatriotas: bolivianos, colombianos, argentinos, etc. Además cobran la Renta Básica, afortunadamente, sino la inseguridad ciudadana estaría servida. Pero, ¿cuanto tiempo los Gobiernos de Taifas pueden seguir soportando todos estos lastres?
Los emppresarios, algunos pides que la emigración sea controlada tal como se hacía con la anterior Ley de Extranjería: "Mientras exista un trabajador español en paro no se podrá contratar a un extranjero".
Dando por descontado la buena voluntad y la pronta actuación de la Corona para intentar resolver el conflicto, hay que tener en cuenta que no estamos en el siglo XIX y la competencia exclusiva de la política exterior corresponde al Gobierno de España (tanto la figura del Presidente del Gobierno como la del Ministro de Asuntos Exteriores).
En este caso no es que el Rey haya llamado por una motivación propia (como mucho habrá ofrecido hacer la llamada telefónica) sino que ha sido algo sugerido (o sugerencia con tintes de orden) por el Gobierno ante su incapacidad de solventar los problemas que se le puedan presentar. Para no hacer el ridículo más de lo que se hace y hacer un paréntesis gracias a la amistad de los monarcas improvisan estos hechos, por lo que se puede concluir que ha sido una nueva chapuza por parte de Moncloa para intentar poner una tirita en un brazo partido.
Quizás haya interés oculto en haber favorecido la llamada regia y es en colgarse medallas si acierta y eximirse de culpa si falla, recayendo el descrédito en la Corona.
Publicar un comentario