domingo, 22 de diciembre de 2024

Ríen à jetter

 

Cuando oí por primera vez esta canción de Georges Brassens me quedé -como resulta lógico- con su estribillo. En aquellos años en que maduraba el siglo XX resultaba habitual plantear cuestionarios a través de cuyas preguntas cabía inferir la personalidad del entrevistado. En alguna de ellas se formulaba la inevitable cuestión acerca de las tres cosas que la persona que atendía la conversación se llevaría a una isla desierta. Con frecuencia las respuestas eran prácticas, a veces ingeniosas, hasta provocativas en otros casos. La del poeta y cantante francés me parecía la más sensata entre las que yo había conocido hasta entonces: es muy sencillo, a una isla desierta hay que llevárselo todo. Y no deja de ser cierto, ¿por qué tenemos que prescindir de tantas cosas que nos son necesarias o útiles, de personas o de objetos con los que nuestra vida cotidiana se ha ido dotando y cuya prescindibilidad nos plantearía un disgusto cierto? Más valdría al entrevistador preguntar sobre qué cosas no se llevaría uno a esa isla, porque seguramente uno tiene más evidencia de lo que le sobra, le fatiga o le produce pereza -cuando no lo odia, simplemente- que de las cosas que de forma directa o indirecta le son necesarias.


Pero la lectura del poema que da contenido a la canción dice otra cosa diferente. Y es que, siendo el objeto del amor una persona de características tan maravillosas como las que describe Brassens, ¿cómo vamos a rechazar una sola de éstas?


Todo es bueno en ella, nada hay que arrojar -señala el,estribillo-, a la isla desierta todo hay que llevar. Y es que esa isla del poeta es -somos- nosotros mismos, nuestra soledad, cuando hemos renunciado o nos ha sido impuesto el régimen de clausura. Entonces nos ocurre que en el caso de que te encuentres con esa maravillosa persona, tanto que de nada de ella te podrías desprender, esa isla, por fortuna ocupada ya, no es susceptible de renunciar a cualquier cosa que de ella proceda.


Dicho del modo castizo y rural como lo expresaban los aldeanos de mi tierra originaria -y les pido perdón por adelantado en el caso de que moleste alguna sensibilidad en ustedes-, “el cerdo es como la Virgen, no tiene desperdicio…” Tampoco lo tiene la musa de Brassens.


Pero vayamos a la canción en la versión traducida y en la original.


Sin sus cabellos que vuelan

Tendría, con seguridad,

Dificultades sin cuenta

Para saber por donde el viento va..


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar

A la isla desierta, todo hay que llevar.


Me pregunto yo qué hacer

Sin sus mejillas preciosas

Siempre prestas a ofrecer

Las manzanas más prodigiosas


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar.

A la isla desierta, todo hay que llevar.


Sin su cuello y su almohada,

Mi cabeza, al caer,

Yacería en la nada,

¡Qué incómodo debe ser!


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar

A la isla desierta, todo hay que llevar.


Sin sus fuertes caderas,

¿Cómo sostenerme mañana,

Si al perder mi equilibrio,

No me sostengo en nada?


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar.

A la isla desierta, todo hay que llevar.


Tiene mil cosas más,

Que me son fabulosas,

Mas no me es posible mostrar

Esas partes tan hermosas.


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar,

A la isla desierta, todo hay que llevar.


De los encantos suyos

Prefiero no alardear,

Lecciones de anatomía

Mejor buscad en otro lugar.


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar

A la isla desierta, todo hay que llevar.


Y su orgullosa debilidad 

Toda entera la mantiene 

Y jamás permitirá 

Aun en trozos se la frene.


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar

A la isla desierta, todo hay que llevar.


Es ardiente, como la hoguera

Aunque sensible al detalle,

Hay que tomarla entera

O dejarla que estalle.


Todo en ella es bueno, nada hay que arrojar.

A la isla desierta, todo hay que llevar.


Sans ses cheveux qui volent

J'aurais, dorénavant

Des difficultés folles

À voir d'où vient le vent


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter


Je me demande comme

Subsister sans ses joues

M'offrant de belles pommes

Nouvelles chaque jour


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter


Sans sa gorge, ma tête

Dépourvue de coussin

Reposerais par terre

Et rien n'est plus malsain


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter


Sans ses hanches solides

Comme faire, demain

Si je perds l'équilibre

Pour accrocher mes mains


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter


Elle a mille autres choses

Précieuses encore

Mais, en spectacle, j'ose

Pas donner tout son corps


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter


Des charmes de ma mie

J'en passe et des meilleurs

Vos cours d'anatomie

Állez les prendre ailleurs


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter


D'ailleurs, c'est sa faiblesse

Elle tient ses os

Et jamais ne se laisse-

Rait couper en morceaux


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter


Elle est quelque peu fière

Et chatouilleuse assez

Et l'on doit tout entière

La prendre ou la laisser


Tout est bon chez elle, y a rien à jeter

Sur l'île déserte il faut tout emporter



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