jueves, 20 de febrero de 2014

La ascendente carrera de Salvador Moreno (1)


Salvador Moreno era uno de esos niños bien que los no avisados acostumbran calificar de "pijos". Había nacido en el seno de una familia acomodada de Neguri -el barrio residencial por antonomasia de Bilbao-, sus apellidos eran de rancia prosapia y se unían a buena parte de las familias que mayor influencia habían tenido -y en muchos casos, mantenían- en esa Villa. Claro que las cosas de la riqueza habían decaído bastante en esa parte de España y las grandes fortunas, poco mantenidas y muy dilapidadas, se iban fundiendo como el hierro de los orígenes de muchas de ellas en los hornos de su aristocrática molicie.

Y ese era precisamente el caso de la familia Moreno. Venida a menos hasta el punto de que la madre de Salvador acababa acompañando a una acaudalada viuda a cambio de alguna ocasional gratificación y de algunas generosas atenciones para sus gastos y los de su estirpe.

No tenía posición, por lo tanto, pero si figura. Salvador Moreno era persona de estatura más que aceptable (ciento setenta y cinco centímetros), de porte distinguido, ojos azules y pelo rizado; y una forma de expresión que, sin llegar a resultar afectada, delataba su alcurnia originaria: todo un gentleman.

Sus estudios no fueron precisamente brillantes, sino discretos en todo caso; de igual manera que su actitud, prudente y morigerada. Aun así, podía acreditar algún master de postgrado en universidad británica que añadir a su flamante titulo de licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto.

Regresado a Bilbao, su hoja de servicios intacta al igual que su vida sentimental, dio en conocer a Cayetana Santallana.

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