miércoles, 21 de agosto de 2013

NER. Mensajes cruzados (42)

15,12, Ella recibió su mensaje del 33+4, pero la última frase quedó detenida en el aire, de modo que aquella mañana la cogería con el pie cambiado. Sus dos inquietudes principales eran el tamaño de su carroza de plata y la ratificación de la mala noticia que iba a recoger escrita en papel oficial. Así que cuando él, su nueva y preciosa corbata anudada al cuello, regalo de ella, aprovechaba el espacio íntimo de un ascensor del juzgado para robarle un beso, ella no fue consciente del gesto hasta que se estaba produciendo y no disfrutó de toda su intensidad. Para él se aplicaba sin embargo uno de los eslóganes de la revolución que los había unido: “un poco de NER es mucho”. La paseó por su ciudad al compás de sus recuerdos, le presentó a su amigo Juan y hablaron de lugares, de nostalgias y desarraigos. Ella le entregó un papel que contaba su amor por él y a poco si le daba otro que era una reclamación económica. Él leía su versión de la NER mientras aprovechaba las ocasiones para la caricia y ella juntaba la cabeza a la suya. Cuando ella volvía a su carroza de plata con cierto complejo –errado- de que se había convertido en calabaza al contacto con aquella ciudad, él visitaba a su hija rodeada de los regalos de ella, envuelta esta sin saberlo aunque sí intuirlo, en la NER. Y es que las dos niñas sabían más de aquella historia que ellos mismos.

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