Tengo 53 años. En verano de 1.983 me afilié al Partido Demócrata Liberal y fui candidato al Senado por Guipúzcoa por ese partido en las elecciones de ese año. Fui concejal liberal en el Ayuntamiento de Bilbao entre 1.983 y 1.987. Participé en la refundación del Partido Popular en el País Vasco, con Jaime Mayor Oreja, y fui Secretario General de ese partido. Más tarde, he sido parlamentario vasco elegido en las listas de Vizcaya por el Partido Popular, desde 1.990 hasta noviembre de 2.007, fecha en la que me dí de baja del PP y de mi puesto de parlamentario para asociarme al proyecto de Unión Progreso y Democracia.
Parafraseando a Indalecio Prieto, diría que soy liberal a fuer de combatir el terrorismo y el nacionalismo obligatorio.
En la actualidad coordina, desde el Comité de Dirección de UPyD, su política internacional.
- Satisfacción ante este debate. Significa que el liberalismo sigue vivo.
- Yo voy a circunscribir mi intervención al título que nos convoca, porque una cosa es la ideología y otra –no necesariamente condicionada por la primera- la praxis política.
- Nada más lejos de mi intención, por lo tanto, que adjudicar títulos de liberalismo, pero tampoco de adjetivar al liberalismo. Todo el que se crea liberal y lo afirme de su práctica política tiene tanto derecho a proclamar su condición de tal como cualquier otro. En este sentido, prefiero seguir la máxima evangélica. “Por sus hechos los conoceréis”. Otra cosa es lo que cada uno entienda por liberalismo. Yo tengo claro que el liberalismo es una ideología que defiende a la persona por encima de las colectividades en que está integrada. Y que la persona no es un “homo oeconomicus”, sino un ser integral, en todos lo sentidos, también en el social. La marginación social, el paro, el refuerzo de los servicios sociales y de los sistemas públicos de Seguridad Social no son cuestiones ajenas al liberalismo; la intervención puntual del Estado en la situación de crisis que nos est´ña acosando en la actualidad, tampoco.
- Pero voy rápidamente a desarrollar mi tesis. Cuando una veintena de personas nos reunímos en el hotel Costa Vasca de San Sebastián, en mayo de 2.007, hacíamos un diagnóstico que no era necesariamente ni liberal ni socialdemócrata, pero que lo era también al mismo tiempo. Se hacía a partir de un análisis sobre la salud de la democracia española. Y los reunidos en aquél hotel constatábamos que 30 años después de aprobada la Constitución española:
o La democracia española no era –no es- una democracia de ciudadanos, ni de separación de poderes, sino que es una democracia de partidos. Y que estos, en su estructura interna, no pueden cabalmente ser calificados de democráticos.
o Que los partidos nacionalistas están condicionando la política nacional y que de cada 10 españoles, 8 –que participan de la misma idea de España- deben pactar con 1 español –que además no se siente tal- la gobernabilidad de España.
o Que los españoles –en contra de lo que expresa el mandato constitucional- no son iguales en lo que se refiere a la prestación de los servicios públicos, que la educación no funciona.
o Que para corregir todas estas deficiencias haría falta modificar leyes para-constitucionales –como la Ley Electoral- revertir algunas competencias hoy en el ámbito de las autonomías al Estado y, en último término, la reforma de la Constitución.
o La creación de un nuevo partido político que, desde la transversalidad –liberales más socialdemócratas y viceversa-, el consenso y el acuerdo sirva para que las grandes formaciones políticas españolas puedan gobernar sin verse abocadas a ceder parcelas significativas de la soberanía nacional. Y lo digo, no en términos de bandera, sino de derecho a la igualdad de los ciudadanos en la prestación de los servicios públicos y en la recíproca de atender a las obligaciones que como ciudadanos nos corresponden.
Ello dio lugar a la creac ión de UPyD, partido en el que yo trabajo ahora.
Me parece que un liberal puede perfectamente desarrollar sus convicciones de tal en un partido que se ha propuesto una tarea tan importante como la que acabo de explicar. Que un partido no tiene por qué estar llamado a perdurar por los tiempos de los tiempos y que puede considerarse como una empresa: trazar unos objetivos y proponer su cumplimiento. Cuando todo se haya realizado a lo mejor es preciso disolverlo –diré que, por el momento, aún queda casi todo por hacer en nuestro programa-. En este sentido creo más bien en el partido como un instrumento al servicio de la sociedad.
Espero que el debate nos ayude a aclarar algunas ideas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
D.Fernando,lo ha dicho todo, poco se puede añadir, sin entrar en la repetición. Lo que llama la atención (en Usted en Rosa etc.), es la disposición de cambiar de formación, cuando se advierte que el rumbo es equivocado. No es fácil abandonar una posición segura y cómoda, para comenzar una nueva aventura desde cero. Pero en personas asi, es donde podemos encontrar soluciones a problemas nuevos y mutantes. Porque los problemas como las personas,cambian y en cada momento hay que dar la respuesta adecuada.
La Naturaleza es sabia, cuando aplica el relevo Generacional. Cuando ya no podemos cambiar, entonces se necesita sabia nueva.
Un saludo.
Gracias por poner el texto de la intervención, es un tema sumamente interesante.
Saludos y suerte
¿Son liberales los estatutos de UPyD donde el consejo de dirección controla las coordinadoras territoriales, el comite de garantías y a través de las coordinadoras territoriales el consejo político? ¿El metodo de elegir las listas es liberal?
Yo sólo sé, que en pocos meses UPyD, celebrara Primarias. Creo que primarias es que todos votaremos, a los que nos gusten.
Y no ha pasado mucho tiempo, la criatura tiene poca más de un año.
Si se hece bien (esperemos),¿Eso es Democratico?. No tendremos que esperar mucho.¡Lo veremos!.
La retórica de quién o quienes son más liberales, más comunista, más socialista...Es un discurso cansino y trasnochado. Lo que el pueblo necesita son gestores capaces de producir valores a todas las escalas, y sobretodo, generar empleo y equidad en el reparto de la riqueza.
Los políticos vascos han/habéis mirado para otro lado cuando los mecanismos sibilinos de acoso y derribo han estado y están produciendo víctimas de persecución política, terrorismo, etc. Muchos vascos no han soportado su mala suerte en los negocios, empleos…, y han o vamos a tener que tirar, quizás la toalla.
Desde las poltronas parlamentarias habéis consentido que -200.000-. ciudadanos vascos han abandonado Euskadi con sus maletas ligeras de equipaje. ¿Que nos importa el liberalismo o demás posturas ideológicas sino hemos sido capaces de proporcionarnos los equilibrios más esenciales: PAZ, TRABAJO, DIGNIDAD EN LOS SALARIOS, JUSTICIA, SOCIAL...?
Los bancos de pruebas de las ideologías cuando alcanzan la parcela de poder se corrompen como carme putrefacta. El hastío ciudadano, sólo creerá en la aplicación de valores susceptibles de producir bienestar. Ahora, muchos creemos en UPyD y esperamos alcanzar las esperanzas y anhelos para una convivencia en paz y de progreso para todos, sin necesidad de tener que cortar cabezas, internas ni externas.
No se cuanto de liberal tiene Fernando Maura, sé cuanto de humano rezuma por su pluma de escritor y su buena disposición para solucionar los problemas de las personas y de los afiliados a UPyD.
Las políticas que no permitan la trasversalidad suelen ser como corsé que acaban por anular el sentido de la PLURALIDAD y el movimiento ágil de la cintura o talle de quienes son capaces, frente a los artrósicos, que pretenden en política, no se necesita del movimiento.
Tenemos mania de poner etiquetas. Yo soy tal, yo tengo un pensamiento cual.
Y quizás lo más importante, esté en la calidad humana. En qué intención predomina en la persona. ¿Predomina la ambición de sillón? o ¿Predominan las ganas de afrontar los problemas?.
Las dos cosas también son compatibles. Pero todos preferimos los que no tienen un sillón dibujado en su frente.
Publicar un comentario