lunes, 4 de febrero de 2008

La fuerza de la vida

Mi comentario de hoy se refiere a una niña que tiene ya 20 años. He dicho niña y he dicho bien. Pilar nació con el cordón umbilical enrollado a su cuello, lo que le produjo un infarto medular. Vive desde entonces en el hospital de Cruces -Barakaldo- y necesita de respiración asistida. Es tetrapléjica.
Acostumbrada a vivir en la unidad de pediatría ha crecido rodeada de niños cuya edad ha dejado atrás, conservando sin embargo los mismos sentimientos infantiles que ellos tienen. Las visitas procedentes del mundo exterior que recibe las componemos un amplio elenco de personas, pero todos formamos parte de una o de dos generaciones hacia arriba respecto de la suya. Fijada de esa manera al mundo de los niños, Pilar lo es también. Una niña muy lista, como lo era su madre.
Porque hace cinco años perdió a su madre y su vida amenazaba con desmoronarse, pero Pilar resolvió aguantar y ser feliz, en medio de todas las adversidades que la rodean. Vivir es una decisión cotidiana que formulamos todas las mañanas en ese momento que media entre el sonido del despertador y el gesto de hacer a un lado las sábanas para encarar una jornada más. A Pilar no le suena el despertador ni se puede levantar de la cama por sí misma, pero no por eso le es extraño ese principio fundamental: la voluntad de seguir viva.
Pilar es una lección de lo que significa la vida humana, la de cualquier persona. Una vida única e irrepetible, volcada hacia un mundo reducido -¿pero qué mundos no son pequeños?-; sorbiendo con fruición de su entorno y ofreciendo, a la vez, la gracia de su sonrisa y de su risa, la gracia de sus pedorretas y de alguna de sus quejas.
Pero ha tenido también malos momentos. Por los hospitales navegan siempre los más heterogéneos virus, deseosos de encarnarse en infecciones para destruir los organismos de quienes habitan esos recintos. Hace tres días desde que escribo este comentario que me dijeron que Pilar estaba grave. En realidad ya lo sabía y en mi pregunta sobre el estado de su salud buscaba yo más una confirmación que una respuesta. Saturaba poco, no le llegaba el oxígeno. Ese treinta por ciento de un solo pulmón útil que tiene empezaba a decirle adiós, agotado de tantos años de respirador artificial.
Lo pasé mal. He contemplado a la Muerte en diversas ocasiones a lo largo de mi vida. He observado los cadáveres de mis abuelos maternos, de mi padre... Nada es igual sin embargo a la contemplación de tu propia muerte, cuando la Vieja Señora vestida de negro se lleva a tu mujer y te hace el efecto que muchos años de tu vida forman parte del mismo cortejo fúnebre.
Y sentí lo mismo cuando imaginaba la presencia de la Muerte en la habitación de Pilar. Y no debe resultar exagerado ni producto de una fértil imaginación: Proust le contó a Celeste Albaret, su criada, que había visto a la Vieja Señora pocas horas antes de cerrar definitivamente los ojos y una pintora vitoriana me narraba su juego al escondite con la Muerte por las calles de Lisboa.
Y Pilar ha sorteado a la Señora de la guadaña lo mismo que hiciera en una ocasión mi amiga de Vitoria. Porque quiere vivir, tiene esa inmensa fuerza interior que la ayuda a forzar todas y cada una de las previsiones médicas y a batir los récords que figuran en el libro Guinnes.
Nadie le ha hablado a Pilar de la sabiduría oriental y dispone de poco más que de la fé del carbonero -incluída una manía definida al cura del hospital a quien le dedica una cumplida ración de pedorretas y que no sé muy bien de quién habrá heredado-. Pero ha desarrollado una suerte de espiritualidad interior que sólo resulta comparable -por inversamente proporcional- con su reducido y atrofiado organismo.
A veces, cuando voy a verla, me la encuentro ensimismada, una décima de segundo antes de que ella advierta mi presencia. Me gustaría entonces disponer de un haz de luz tan poderoso que me permitiera conocer la realidad de sus pensamientos, pero soy consciente de que esa vida íntima de Pilar sólo a ella pertenece y que en ese terreno vedado somos intrusos hasta los más próximos.
Pienso que nos morimos cuando queremos -siempre que no sea un azar accidental el que se nos lleve-. Lo mismo que mi abuela materna cuando reunió a sus hijos para anunciarles que había decidido marcharse: esa misma noche se iba con esa finura de maneras y esa inteligencia privilegiada que ella tenía. De modo que, cuando desaparece la lucha por la vida, uno convoca a la Muerte para entregarse al viaje final. Hay muchas maneras de suicidarse, las pasivas son las más frecuentes.
Pilar posee lo que bien pudiera calificar de una aparentemente inagotable fuente de vida interior que calma su ser sediento y parece disponer de todas las respuestas para todas las preguntas.
Ayer, antesdeayer, arrojaba de un lado de su cama -una vez más- a la Muerte. Y yo, que intuyo los ropajes negros y la centelleante guadaña que lleva la Señora, me alegro nuevamente de su derrota. Creo que también ella -como Pilar- es sabia. Y sabe que debe esperar.

17 comentarios:

Maria Seco López dijo...

Escribes como los ángeles.
Un saludo.

Blanca Oraa Moyua dijo...

Perdona lo del mojojón.
Imaginaba que algo te mantenía ocupado pero nunca imaginé que Pilar se tambaleaba.
Te respeto y te entiendo más que nunca y siento haber dudado de ti....

Kobol dijo...

Mucho ánimo a Pilar ;)

Preciosa historia.

ED dijo...

Un simple abrazo nos enternece el corazón;
nos da la bienvenida y nos hace más llevadera la vida.

Un abrazo es una forma de compartir alegrías
así como también los momentos tristes que se nos presentan.

Es tan solo una manera de decir a nuestros amigos
que los queremos y que nos preocupamos uno por el otro
porque los abrazos fueron hechos para darlos a quienes queremos.

El abrazo es algo grandioso.
Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos
cuando no conseguimos la palabra justa.

Es maravilloso porque tan sólo un abrazo dado con mucho cariño,
hace sentir bien a quien se lo damos, sin importar el lugar ni el idioma
porque siempre es entendido.

Por estas razones y por muchas más...
hoy te envío mi más cálido abrazo.

Magnolia dijo...

Fernando, muchas gracias.
Gracias por estar ahi, por contarnos esta maravillosa historia.
Me encanta como escribes.
Dale un beso a Pilar y gracias por acercarnos a ella.

Suerte

Algunos pájaros errantes dijo...

Gracias, Mar. Sigue leyendo y escribiendo, que yo prometo seguir contestando.

Algunos pájaros errantes dijo...

Gracias, Blanca. Aquí me sigues teniendo. Un abrazo.

Algunos pájaros errantes dijo...

Muchas gracias, lord Kobol, le contaré a Pilar todas vuestras muestras de ánimo.
Un abrazo.

Algunos pájaros errantes dijo...

Eduardo, gracias por tu "leyenda del abrazo" y recibe otro para ti.

Algunos pájaros errantes dijo...

Gracias, Magnolia. A veces se te escapa una historia personal, pero todos tenemos diferentes dimensiones, a pesar de la obligada simplificación que exige nuestra agitada vida. Un abrazo.

Antonio Valcárcel dijo...

Estimado Fernando:

Todos los sentimientos con los cuales están dotados los poetas los han incluido en tu carta.
Y por tanto, se hace difícil expresar sentimientos superiores a lo de un padre que observa a su querida hija con un respirador artificial con sus 20 años de princesa/niña que resiste a su fatal destino.
Sólo puedo desearte que sufras lo menos posible dentro de un sufrimiento de 20 años que amenaza con caducar.
Hace doce años nos vestimos de esperanza. Y visitamos a los niños con enfermedades terminales en el Hospital de Cruces: Alberto Bacigalupe iba de Olentzero, José Ángel y yo de papas Noé. Una enfermera nos comentó que la niña que nos quedamos mirando era la hija de un político, sin saber que se trataba de tu hija, la dejamos sus juguetes que habíamos conseguidos de la Asociación de Jugueteros de Alicante que osadamente los solicitamos en nombre del Club de Leones de Bilbao.
Aquella niña me parecía especial, tenía nobleza en su mirada. Espero que la sigas viendo por mucho tiempo con la óptica de un padre que abraza día a día una esperanza.

Como creyente en Dios misericordioso, solicito al Altísimo sus bendiciones.

Antonio Valcárcel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Algunos pájaros errantes dijo...

Gracias Antonio, es muy bonito lo que me has escrito. Un abrazo.

nuria dijo...

Hola Fernando,estoy muy emocionada y a la vez contenta a leer que tu hia ha estado tan grave, al punto de la muerte, pero que la ha superado felizmente.
Hace unos años que ya nos conocemos y creo que te ayudé un poco en ese momento tan malo que pasaste, sabes que siempre puedes contar conmigo en lo que necesites,solo tienes que llamarme.

Lo dicho Fernando,en mi tienes una amiga incondicional,para siempre

besos para Pilar y para ti mi dulce amigo

con cariño de Nuria

Algunos pájaros errantes dijo...

Gracias Nuria, recuerdo con mucho cariño esos días en que compartíamos la ilusión de los proyectos compartidos. Seguimos en contacto.

javigomez dijo...

Fernando, mucho ánimo para tu hija y un abrazo muy fuerte. A veces la vida sólo se ensaña con los inocentes.

Algunos pájaros errantes dijo...

Gracias Javi por tu comentario, y si eres el Javi Gómez que supongo hasta la próxima. Un abrazo.