Sólo existe una cosa peor que una campaña electoral plagada de descalificaciones y de promesas a lo Conde de Romanones: la pre-campaña que la antecede, porque viene a ser esta última una suerte de conejillo de indias donde se ensayan los gestos, se ptueba la solidez de los argumentos propios y se analiza la contundencia de las expresiones que proceden de los rivales.
Dicen que los extremos se tocan, y dicen bien. La rara coincidencia que observo en las pretensiones de socialistas y populares en el compromiso de solicitar el voto de los "nacionalistas sensatos" -en expresión utilizada por María San Gil y Rodolfo Ares- constituye una buena prueba de este argumento.
El voto es a los políticos lo que la cuenta de resultados a las emoresas privadas y ya se sabe que no se juega con las cosas de comer. Para el voto, como con el amor y con la guerra, se diría que todo está permitido. Hasta la pesca en mares ajenos.
No hay ninguna ley que lo prohíba y ni a la San Gil ni a Patxi López les van a detener en la rueda de prensa en la que sigan haciendo póblicos propósitos semejantes -a un parlamentario vasco sólo se le puede detener en el caso de flagrante delito-. Pero cabría exigirles el ejercicio de una política menos indecente. Porque el partido de Patxi López podrá intentar construir coaliciones imposibles –al estilo de la que sus compañeros de Cataluña vienen practicando desde hace ya dos legislaturas- y el de María San Gil seguirá calificando a los votantes nacionalistas de poco menos que cómplices de los asesinos –recordando que sus dirigentes pactaron con ETA en Lizarra-, pero no dejan de resultar un tanto patéticas estas estratagemas cuando Zapatero recaba los votos de los nacionalistas para que sus Presupuestos puedan ver la luz y ofrecen los votos de los socialistas del PSE en justa correspondencia para que en Vitoria las cuentas públicas no sean otro brindis al sol y Rajoy pedirá –y obtendrá- el apoyo del mismo partido para gobernar a poco que los electores le ofrezcan una mayoría que disponga de una distancia signifricativa en relación con el actual partido gobernante. Nada hay nuevo bajo el sol: seguimos en el tinglado de la antigua farsa y de los intereses crados de que hablaba el dramaturgo Benavente.
Pero es que el calificativo de “nacionalistas sensatos” a los que por lo visto cualquier constitucionalista que se precie debería pedir el voto da para un desarrollo más sugestivo. ¿Quiénes son los sensatos que llenan con sus papeletas las urnas? Desde luego que no lo serán los filo-etarras, por lo que carece de sentido que les dedique el menor de los comentarios. Ni por lo mismo pero sí por lo parecido se podrá predicar la sensatez al ya políticamente extinto y errático Arzallus o al actual inquilino de Ajuria Enea que da para un plan por legislatura, a cual más alocado. Definitivamente esa gente forma parte de la cualificada grey de los nacionalistas insensatos, y los electores que los votaran convencidos de su acierto no parecen territorio político propicio para la San Gil o para Patxi López.
Imaz no. Josu Jon ha sido el encantador de media España que, como los enamarados rechazados, acude al regazo de quien es objeto de sus cuitas nada más que le hace la menor de la carantoñas. y en ese canto a la paz y la bonhomía que proponía Imaz con eso de "cautivemos a España" podría haber añadido algo así como, "... que no quiere otra cosa que la cortejen un poco para caer en nuestros brazos" –seguramente que podríamos parafrasear el “where are you gone, Joe Di Maggio. A nation turns its lonely eyes to you?”, que cantaban Simon y Garfunkel en el recuerdo del único hombre que por lo visto amó de verdad a Marilyn Monroe.
Pero es que a Josu Jon Imaz decía quererle mucho María San Gil –como a casi todo el mundo, se supone- aunque entraba en la casa de Sabino –Sabin Etxea, por supuesto- por la puerta de atrás, para que ningún fotógrafo inmortalizara relación tan secreta como por lo visto imposible. Y lo tenían tan interiorizado, ella y él, que para María seguramente no había otra forma de acceder a la sede del PNV que por un intricado garaje y Josu Jon no concebía otro modo para que ella entrara. Algo así debía pensar el anterior presidente del PNV cuando me ofreció esa fórmula discreta pocos días antes de que yo dimitiera como parlamentario vascos.
- Como yo no soy María San Gil creo que no me va a pasar nada por entrar desde la calle y por la puerta principal –le dije.
¿Y qué pensar de Urcullu? Supongo que el actual número uno de su partido entra de lleno en la amplia nómina de la ambigüedad, que no es moneda rara entre los de su estirpe. Estaba con su predecesor y ha conseguido los votos del rival de este, lo que parece un maridaje extraño. Extraño sí, pero seguramente más proclive a la “soberanitis”, que viene a ser la enfermedad consistente en el ardon inflamado de las glándulas succionadoras, por aquello de las tan generosas ubres españolas que seguirán alimentando el “pufo vasco” a que se refiere Mikel Buesa, si no hay una UPyD que algún día le ponga coto a semejante desafuero.
¿Nacionalistas sensatos? Recuerdo que una vez, invitado precisamente por Íñigo Urcullu a un seminario organizado por la Fundación Sabino Arana, se me ocurrió –quizás por aquéllo de agradar a tus anfitriones- deslindar los distintos tipos de nacionalistas, en “moderados” y “radicales”.
- No nos califiques de “moderados” –me contestó uno de los asistentes, por auel entonces alto cargo de las Juntas Generales vizcainas-. Todos los nacionalistas somos radicales. Lo que pasa es que unos somos demócratas y otros no.
Yo no. Y lo digo con la máxima seriedad posible. Yo no voy a pedir el voto de los “nacionalistas sensatos”. Primero, porque no sé muy bien dónde se encuentran –por lo visto tampoco ellos lo saben muy bien-. Y segundo porque me parece que no les va mucho lo que pretendemos. A nadie le gusta demasiado que le pongan en su sitio. Y los nacionalistas –también los aparentemente sensatos- ya han ocupado un espacio que no les corresponde y que consiste en decidir el contenido de las políticas nacionales, por supuesto que en beneficio de ellos mismos, no de las políticas nacionales propiamente dichas.
Pueden estar tranquilos, el PP y el PSOE, nosotros no vamos a competir con ellos por el voto de los nacionalistas.
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5 comentarios:
No, que no estén tranquilos pq:
Yes, We Can!
http://www.youtube.com/watch?v=jjXyqcx-mYY
Vote-for-Rosa!
Hola Fernando:
Para cambiar la zona horaria:
Vas arriba en la franja azul y pinchas en personalizar, despues pinchas en configuración y despues en formato, alli aparece zona horaria, busca Madrid y abajo en naranja guardar configuración.
y ya!
Besos
Mar
Un placer conocerte
"la" articulo de escoba, tu no eres "el Maura", Maria San Gil, tampoco es "la san gil"
Gracias por escribir Lord Kobol. Y que haya muchos que piensen como tú.
Gracias Mar. Espero tener tiempo la semana que viene para poner bien la hora de este blog. Yo también estoy encantado de haberte conocido. Un beso.
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