Hay una sociaedad que emerge de las pateras, de los billetes de clase turista en los vuelos comerciales o de los autobuses que vienen de los países del este. No existe en ninguno de esos casos billete de vuelta, no hasta que se lo puedan pagar. Quienes así llegan se convierten muy pronto en gente sin papeles que es como decir -con palabras antiguas- gente sin ciudad, que no ha adquirido aún la condición ciudadana y a la que le adjudicamos muchas veces la malvivencia del hacinamiento en habitaciones pestilentes por el "módico" precio de 300 euros mensuales.
Esas pateras surcan el mar, pero se parecen como una gota de agua a otra a aquélla camioneta Ford que era la vivienda ambulante de toda una familia expulsada de su hogar a consecuencia de la Gran Depresión. Deberían reponer en los colegios y en las escuelas, programar -al menos- en los canales públicos de televisión, la excelente película de John Ford "Las uvas de la ira" -lo mismo que recomendar la novela en que está basada el film, escrita en 1.939 por John Steinbeck- y contemplar la dignidad que tiene muy hondas raíces éticas del personaje que encarna Henry Fonda.
Es la misma dignidad que demuestra Jaime Núñez, presidente de Arbolbi, que es la asociación de inmigrantes bolivianos que existe en el País Vasco, con quien me reunía esta misma semana.
Mis primeras palabras contienen el acento de la disculpa. Me parece que debo empezar mi reunión con ese investigador de la UPV que tiene rasgos indios mostrando mi preocupación ante una campaña electoral que se anuncia atizando el racismo y la xenofobia, que es como atizar los rescoldos de los miedos inveterados de nuestras acomodadas clases medias para estimular en ellas un fenómeno que se producirá el 9 de marzo, un simple voto, pero cuyos perversos efectos van mucho más allá.
- Estoy muy preocupado por lo que está pasando. Yo había percibido esta deriva reaccionaria en el partido en que militaba y, también por eso, me vine a UPyD -le digo mientras que Núñez cabecea afirmativamente ante mi reflexión-. La emigración es sólo una consecuencia de nuestra decisión de no querer tener hijos, de no querer tampoco ocuparnos de nuestros mayores y de haber creado una sociedad que rechaza los puestos de trabajo más duros y peor remunerados.
Hablamos del colapso en los servicios de urgencia de los hospitales, y Núñez me dice que a ninguno de los inmigrantes le interesa ponerse enfermo, porque vienen aquí a trabajar. Y yo recuerdo que existe una encuesta según la cual tres de cada cuatro emigrantes establecidos en España, trabajan. Y de las ayudas sociales, para Jaime Núñez se trata de otro mito:
,- No pueden vivir de eso por mucho tiempo. Se quedan sin contrato y se tienen que marchar -me dice.
Es un viaje de ida y vuelta el de esos 6.000 bolivianos que residen en el País Vasco -me explica Núñez-. Pero hay veces en que el regreso a sus pueblos y ciudades de origen se produce en un ambiente en el que apenas queda otra cosa que el recuerdo: las familias, los amigos partidos y los viejos paisajes que no cambian, donde se crece poco o nada y el desarrollo se agota ante la corrupción política, lo mismo que la flor perece dentro de una campana cerrada y opaca, sin agua y sin luz.
Entonces algunos prefieren volver. Ya se han hecho a nuestras costumbres, y lo más importante, un hueco en nuestra sociedad. Pero por el momento son una minoría. Sólo unos 500 tienen la nacionalidad española.
"Hay que cambiar muchas mentalidades -me dice-. Empezando por la de terminología: la palabra 'emigrante' por el tiempo pasado 'emigrado'. A un turista no es preciso integrarle –continúa Jaime Núñez, porque está de paso. No importa cuánto tiempo, nosotros nos quedamos aquí".
Decimos -a veces, sólo a veces- palabras bonitas pero que no se soportan en la realidad. Jaime Núñez hace una crítica al Gobierno Vasco y a su Foro de la Emigración: No les pagan los viajes, pero los suyos sí. Dicen que quieren desarrollar proyectos conjuntos, pero sin remunerarles
Jaime Núñez conocía ya a UPyD, había participado en alguna de nuestras reuniones y le había sorprendido que no habláramos de emigración. Le hago ver el hecho de nuestra juventud como partido y del interés por mantener niveles conjuntos de colaboración.
- ¿Con voz? -me pregunta este boliviano harto quizás de promesas huecas formuladas por políticos que sólo piensan en el voto.
Le digo que yo mismo ofrecí a una emigrada colombiana un puesto en nuestra candidatura al Senado. Y como no quiero que piense en un intento de instrumentalizar a su asociación por parte de UPyD le propongo que nos volvamos a ver después de las elecciones. Y le parece bien.
Ha recibido por lo menos 5 llamadas desde que empezara nuestra reunión. La última es por lo que se ve recurrente, una cita que le reclama.
- Estoy en el metro -dice-. Una parada nomás.
Y abandona el hotel con un paso muy vivo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
12 comentarios:
Estimado Fernando:
Se llama Ezequiel y es boliviano, desde hace casi un año, Ezequiel contactó con la Asociación Tubal en socorro de ayuda, padecía un síndrome depresivo mayor. Ezequiel se presentó en nuestro país sin oficio ni beneficio: ha sido explotado por diversas empresas o empresarios que pudiéndole conseguir “papeles” le han tenido en esclavitud, porque el día que consiga sus “papeles” será LIBRE y podrá optar por cualquiera de las empresas y con mejores ofertas económicas. Las asociaciones conocen la problemática de sus asociados y compatriotas, pero, poco pueden hacer. A Ezequiel le estamos arreglando los “papeles” y poco a poco su estado depresivo está comenzando a remitir. Ezequiel lloraba, cuando mirando a nuestro mar Cantábrico y su mirada se perdía en el horizonte. Sus recuerdos recurrentes de desarraigo comenzaban a martillar en su cabeza y un viento norte le traía el desaliento salpicado de avatares, el aliento de su familia que espera con ansiedad un giro económico para poder vivir en su querida Bolivia. Ezequiel admira a Evo Morales, porque al igual que su abuelita, son de la misma tribu indígena, Evo Morales y Ezequiel suelen llevar un jersey de lana gorda de indio cocalero. El otro día me dijo Ezequiel: - “Vd. Puede hacer mucho con otros compañeros que también tiene depresión. Y yo le digo:-“Si, pero la casa de acogida sólo tiene diez plazas, no obstante los traes por si podemos hacer algo por ellos.
Mis padres fueron inmigrantes. Se fueron un día cuando yo contaba con la edad de unos cinco años y en compañía de mi hermano Carlos, que era tan solo un bebé a Bélgica. Al mismo lugar que se fue mi padre cuando contaba sólo siete años de edad por una familia de acogida y adopción de la Bélgica flamenca, en el año 39, como consecuencia de la fratricida Guerra Civil en Euskadi: cuando después, fue aplicada la "Ley de Responsabilidades Políticas" de 1939 o la ley de represión.
No sólo se necesitan buenas voluntades para comprender a los emigrantes: se necesitan leyes efectivas y solidarias capaces de dosificar el flujo migratorio. Y no crear bolsas de pobreza y latifundios. Los inmigrante no deben de entrar en el país de turistas, lo deben de hacer con acuerdos entre países y atendiendo a las demanda profesionales. La economía sumergida agradece la falta de una buena regulación de los flujos de inmigrantes. No podemos tratar a los emigrantes como a Kunta Kinte Basada en la novela "Raíces" de Alex Haley.
Fernando, les dices que Tubal pese a la incomprensión y faltas de ayuda de la Administración en general, tenemos ideas y buena voluntad. No dudes de decirle al Sr. Núñez que conoces un loco que ayuda a los emigrantes.
Fernando:
Es de agradecer el esfuerzo que haces por abrir el dialogo.
Tengo algo que añadir a tus sabias palabras: no debemos olvidar que hoy dia, en este pais, somos madres o padres de hijos con emigrados, como en mi caso.
Mi hijo dice que su padre es el mejor padre del mundo, como le explico yo que es "un sin papeles"?
La inmigración actual al País Vasco, la procedente tanto de los países del Este de Europa como de Latinoamérica, está dándose sobre una anterior que tenemos aquí, desde hace más de cien años, que es la inmigración clásica, la procedente de otras partes de España, la que se inició a finales del siglo XIX, con motivo de la extracción minera y la primera industrialización, que luego se volvió a acentuar en los años cincuenta del siglo XX y que cerró su ciclo en los primeros ochenta, con la crisis económica de entonces. Esa inmigración clásica es, junto con la población nativa, la que configura el País Vasco que tenemos hoy, con una distribución de población que, según el estadístico José Aranda (ver la revista Empiria de la UNED, nº 1, 1998), hace que sólo el 20,5% de la población con edad de votar en el País Vasco actual tenga los dos primeros apellidos vascos, el 25,43% uno de los dos y el resto, 54,07%, ninguno de los dos primeros apellidos vascos. Ese es el panorama actual de la población del País Vasco que resulta de la inmigración clásica y es el que tenemos a la hora de recibir a los nuevos inmigrantes.
Ante esta situación, nuestro gobierno vasco actual, a la hora de tratar el tema de la nueva inmigración, suele hablar como si el País Vasco formara un todo uniforme, un pueblo singular de 7.000 años de antigüedad, que recibe a los recién llegados como gentes necesarias para la economía del país, que redundarán, con su trabajo, en el bienestar de todos. Esas gentes sería deseable, por tanto, para este gobierno vasco que tenemos, que se integraran en nuestras costumbres y nuestro modo de ser, y por eso aparecen reflejadas en la prensa iniciativas en el ámbito de la educación pública vasca, donde se tienen en cuenta las peculiaridades e incluso los diferentes idiomas de partida, para que los hijos de estos nuevos inmigrantes puedan acceder mejor a nuestro sistema educativo, donde tendrán que vérselas con el euskera como lengua vehicular.
En fin, todo demasiado delirante como para poder abordar el tema de los nuevos inmigrantes con un mínimo de cordura y sentido común. No saben lo que les espera, pobrecitos. Como tampoco sabían lo que les esperaba los inmigrantes de otras provincias españolas que llegaron aquí con la necesidad perentoria de obtener un trabajo, por duro y embrutecedor que fuera, con tal de sobrevivir. Porque quienes les recibieron, ciertamente, no estuvieron dispuestos a hacerles la vida demasiado agradable que digamos, seguramente porque la suya propia tampoco lo era para entonces.
El País Vasco contemporáneo, el del siglo XX, es el escenario social de un drama de confrontación, entre una población nativa que no ha salido del antiguo régimen y una población desarraigada que quiere entrar como sea en la modernidad. La confrontación entre ambas realidades se ha saldado con mucha incomprensión y con mucha animadversión y no vamos a cargar los deberes y los haberes en ninguno de los dos bandos exclusivamente. La mutua ignorancia de las realidades respectivas, la inmigrante y la nativa, va a cuenta de todos los que han intervenido en este drama, que han tenido que sobrevivir también a diferentes regímenes políticos, a una guerra civil, a una posguerra terrible, a una dictadura de cuarenta años y a un epílogo de terrorismo que todavía no ha terminado. Demasiado. Y los resultados a la vista están. Nadie dice lo que piensa realmente del otro. Se acabaron públicamente los términos estigmatizadores (“maketo” y derivados) y todo se dirime ahora en quién es independentista y quién no, en bandos enfrentados donde están mezclados todos, hijos y nietos de sobrevenidos y de nativos, en patética e inquietante mixtificación.
No tenemos nuestro problema interno resuelto y no vamos a poder ofrecer a los recién llegados más que un trabajo que nadie quiere y una sarta inacabable de frases bienintencionadas, dentro de un espectáculo político y cultural autóctono absolutamente incomprensible para ellos.
Pero, en fin, confiemos en la capacidad de supervivencia de los individuos en general, y no pensemos en los nuevos inmigrantes como gentes especialmente escasas de recursos humanos, de capacidades y de aptitudes, porque entre ellos debe haber, en buena lógica, de todo, como entre nosotros mismos, naturalmente, que somos quienes les recibimos con perplejidad y un cierto escepticismo, notas dominantes entre nosotros, que ellos, cargados de ilusión y esperanza, irán descubriendo a nada que lleven un tiempo aquí.
Un saludo.
Estimado Pedro José Chacón:
Estoy de acuerdo, yo siempre he considerado que el Gobierno Vasco o sociedad vasca no ha superado la reválida de integración del factor diferencial de los llamados MAKETOS. O estos es que se fueron integrando en los centros regionales para mitigar el efecto emocional del desarraigo. Y allí se sentían como en su casa, al respirar la atmósfera de la txapela les anegaba un sentimiento de discriminación que sentían y sienten pero que no confiesan. Hasta que la rememoración de sus vivencias les sale de forma espontánea: -"si, yo realizaba los trabajos peores en los AHV". Ha sido muy difícil de destacar para la saga de los Maketos dentro de las instituciones vascas, y su significación dentro de las esferas de poder no se justifica al número de inmigrantes.
El nacionalismo vasco ha instrumentalizado a los suyos en todas las esferas del poder, nadie se cuela sin el visto bueno de los pontífices arzallus-: " Los que no estén con nosotros lo van a pasar muy mal" ¿A alguien le recuerda esta frase?
En Bakio y otros muchos pueblos salpicados por la cornisa cantábrica vasca y en su interior aun denominan a los no oriundos como veraneantes.
Ahora comienzan a ser conscientes del Melting Pot como futuro con una confluencia de numerosas razas y etnias, así como nacionalidades. En Euskadi bulle un factor de un futuro estado en formación, donde la txapela tendrá que claudicar ante otros tocados. Quizás algún día antes de que tengamos un lehendakari castellano, gallego…Lo será un africano o de Ecuador,... Ahora las ikastolas serán gratis para los inmigrantes, es mejor, ahora, integrar que discriminar. Solo hay que ver los carteles de la campaña del PNV. Pero yo le digo al Lehendakari que quedan asignaturas pendientes.
Me parece muy interesante lo que dice Chacón. Y no conocía esa estadística de apellidos (aunque no estaría de más que empezáramos a pasar de los apellidos).
Pero tengo un pero. Era cierta esa discontinuidad que señala entre población que llama nativa, y población de la inmigración clásica. Hasta cierto punto. Con dos puntualizaciones, a mi modo de ver.
1) Lo que llama población nativa tampoco era homogénea. Vizcaya ha estado dividida desde la misma fundación de Bilbao entre "jaunchos" y villanos, carlistas y liberales, vascoparlantes y castellanoparlantes. ¿Cuantas generaciones atrás tiene que remontarse un bibláino, de familia de la Villa, para encontrar un antepasado que hablara vascuence? Ni siquiera el término "vasco" tenía sentido en la época de Arana (salvo para pelota vasca, y así). Lo que había era "euscaldunes", y los de Bilbao no lo eran.
2) El nacionalismo ha cambiado. Ya no es racista, es político-lingüista. Hoy consideran mucho más vasco auténtico y fetén al senador Maqueda, de origen soriano (el de quien no sea nacionalista y no ame lo suyo, no merece vivir), que a un constutucionalista liberal por muchos apellidos eusquéricos que tenga.
¿A donde voy? Pues a que no nos quedemos enganchados con los apellidos, ni el RH, porque hoy la batalla es otra bien distinta. Bien distinta, pero la de siempre: ¿liberalismo, o carcundia? ¿Derechos de los ciudadanos, o derechos de los montes y las lenguas? Y en esa misma disyuntiva están también los emigrados.
Creo yo.
Por cierto, un regalito. Dos fotos de carteles de UPD. En la primera se ve a nuestro anfitrión poniendo uno. En la segunda, frente a Sabin Etxea, se percibe con toda claridad el "derecho a decidir".
Así que yo no me preocuparía demasiado de si el logo nos gusta o no nos gusta, porque no se va a ver. Es una broma, Blanca ;)
Hola a todos. Observo que la vuelta de Pedro José Chacón a comentar una publicación de este blog no ha dejado indiferentes a los habituales Antonio y Lois, con lo que el debate se enriquece. Para Mar, un abrazo: su experiencia en este sentido habría que publicarla algún día, si se deja, claro.
Te digo lo de mi blog porque he colgado un video de un minuto en el que muestro la sinteticamente la proporción de espacios electores asignados para cada partido, no tiene desperdicio, me gustaría que lo veas y comentes.
Muy bueno el vídeo, Mar. Muy "gráfico".
Gracias por tu comentario Lois, me encantaria que lo pusieras en mi blog.
Es como cuando una gallinita tuya pone un huevo, es un placer.
Que hablen de mi, aunque sea mal.
Un abrazo
Fernando, ese artículo del 20 de Febrero con las ganas de vivir de Pilar, la tetraplégica, me ha llegado al fondo del alma.
Te seguimos, siempre que podemos.
Un abrazo
Iñigo Barandi
Publicar un comentario